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martes, 9 de diciembre de 2025

TAM COC: TEMPLO DE THAI VI, PAGODA DE BICH DONG, PAGODA DE LIHN COC, CUEVA DE VAI GIOI Y RESERVA NATURAL DE THUNG NHAM

TAM COC: TEMPLO DE THAI VI, PAGODA DE BICH DONG, PAGODA DE LIHN COC, CUEVA DE VAI GIOI Y RESERVA NATURAL DE THUNG NHAM


En nuestro segundo día en Tam Coc teníamos pensado visitar algunos templos y terminar la jornada subiendo a Mua Cave, pero el tiempo no acompañó y nos tocó cambiar los planes.

Tam Coc

La mañana empezó tranquila en el hotel: desayunamos con calma y aprovechamos para reservar unos masajes allí mismo. 

Si viajas a Vietnam, esto es casi obligatorio: los masajes son buenísimos y muchísimo más baratos que en Europa. Para que te hagas una idea, una hora de masaje corporal completo en el hotel nos costó unos 7 euros por persona.



TEMPLO DE THAI VI

Después del desayuno nos subimos a la moto y pusimos rumbo al primer templo del día: Thai Vi, situado a solo cinco minutos del centro de Tam Coc. El trayecto ya merece la pena por sí solo: se atraviesa el pueblo y enseguida comienzan los paisajes de arrozales y una vegetación tan densa que parece envolver la carretera. Ir en moto por allí es un auténtico placer para los sentidos.

Al llegar al templo nos sorprendió la tranquilidad del lugar: apenas había visitantes, así que pudimos aparcar sin problema y recorrerlo con calma.

Thai Vi fue construido en el siglo XIII sobre el antiguo palacio que la Dinastía Trần utilizó como base estratégica durante la resistencia contra la invasión mongola. El templo honra a varios reyes, reinas y generales de esta dinastía, muy venerada en Vietnam por haber logrado mantener la independencia del país.

A diferencia de otros templos más grandes y ornamentados, Thai Vi tiene un estilo sobrio y sereno. Casi toda la estructura está hecha en piedra, y llaman especialmente la atención sus columnas monolíticas talladas en “piedra verde”.

Tras cruzar el patio principal empezamos a oír música proveniente del interior, así que nos acercamos. En el templo central encontramos a un anciano tocando un instrumento de percusión de bambú, probablemente un ống tre gõ, un tipo de xilófono tubular tradicional vietnamita. Nos quedamos un buen rato escuchándolo: según pudimos ver por las fotos expuestas, era un músico conocido en la zona por interpretar melodías tradicionales.

PAGODA DE BICH DONG

Después de visitar el templo de Thai Vi, regresamos por el mismo camino y, tras cruzar nuevamente el centro de Tam Coc, nos dirigimos a uno de los lugares más visitados de la zona: la Pagoda de Bích Động.

Aquí el ambiente cambia por completo. Se nota mucho más turismo: grupos, cámaras por todas partes y gente esperando pacientemente para hacerse la foto perfecta. Algo que nos llamó especialmente la atención fue la cantidad de sesiones fotográficas que se realizan en este lugar. De hecho, cuando nos disponíamos a abandonar la Pagoda vimos a una chica vestida con un precioso áo dài tradicional, subida sobre una pequeña barca, rodeada de varios fotógrafos profesionales. Un auténtico espectáculo visual.

Bích Động, cuyo nombre significa “Cueva de Jade”, es en realidad un conjunto de tres pequeñas pagodas construidas a diferentes alturas en una montaña de piedra caliza. Todas ellas están conectadas por senderos y cuevas naturales, lo que convierte la visita en una experiencia muy especial.

Lo primero que te encuentras es un puente de piedra tradicional rodeado de estanques de lotos. Desde aquí se obtiene una de las vistas más icónicas del lugar: la entrada de la pagoda con las montañas kársticas al fondo. Como comentaba antes, hacer una foto sin gente es complicado, pero aun así el sitio tiene un aura única.

Ha Pagoda

La primera pagoda del conjunto es Ha Pagoda, construida en 1705 por dos monjes, Trí Kiên y Trí Thể. Representa el inicio del camino espiritual, el paso simbólico del mundo exterior hacia el interior sagrado de la montaña. 

Es una estructura baja y alargada, con un tejado de tejas curvas y una arquitectura de madera sostenida por pilares macizos.

Dentro encontrarás un altar dedicado a Tam Bảo, las Tres Joyas del budismo: Buda, Dharma y Sangha, un recordatorio de los fundamentos de la práctica budista. 

Desde Ha Pagoda se asciende por un sendero de piedra que poco a poco se adentra en la montaña. Tras unos minutos de subida llegamos a Trung Pagoda, situada parcialmente dentro de una cueva natural. tTendrás que adentrarte en la cuenva, el ambiente es oscuro, fresco y silencioso. En su interior verás varios altares con incienso, estatuas de Buda y pequeñas ofrendas que los visitantes dejan a su paso.

Trung Pagoda

La cueva como todo en la vida, tiene su principio y su final, Al final, comienza una nueva ascensión, esta vez más exigente, pero si te lo toasm con tranquilidad, llegarás a la Thuong Pagoda, la pagoda superior, dedicada a la diosa Quan Âm, símbolo de la compasión.

Este último templo no es muy grande, pero su ubicación es espectacular: está literalmente encaramado en la ladera, y desde aquí se obtienen unas de las mejores vistas panorámicas de Tam Coc. Los arrozales, las montañas kársticas y los caminos serpenteantes se extienden hasta donde alcanza la vista.

Thuong Pagoda

Como mencioné antes, al salir nos encontramos con una sesión fotográfica especial que nos dejó a todos los turistas completamente absortos mientras visitábamos la pagoda.




Muy cerca de Bich Dong, se encuentra otra pequeña pagoda mucho menos visitada que la anterior, es la Pagoda de Lihn Coc. 

PAGODA DE LIHN COC

La Pagoda de Linh Coc es un pequeño templo construido alrededor del año 1258, lo que la convierte en una de las pagodas más antiguas de la zona y en un lugar de gran valor histórico y espiritual para los habitantes locales.

El acceso comienza en un patio principal al pie de la montaña, donde se distribuyen varios pabellones de culto. Sin embargo, la parte más antigua del conjunto se encuentra un poco más arriba: una vereda conduce a un tramo de 83 escalones que ascienden hasta la antigua pagoda. La zona superior es sencilla y austera, pero lo verdaderamente destacable son las vistas panorámicas que se disfrutan desde allí.





Si eres curioso, verás que detrás del templo se abre una cueva que asciende hasta la cima de la montaña, aunque su recorrido es húmedo y de difícil acceso, por lo que no suele recomendarse emprender la subida.

Habíamos pensado subir a Mua Caves por la tarde, pero como el tiempo estaba nublado, pensamos en cambiar de planes sobre la marcha.


Mientras decidíamos si cambiar o no de planes y, justo antes de comer, nos dedicamos a perdernos por las pequeñas carreteras que rodean Tam Coc. Fue todo un acierto: lo más hermoso de Tam Coc está precisamente en sus alrededores, donde aún se conservan las costumbres de antaño, los paisajes permanecen libres de artificios turísticos y la soledad te permite conectar de verdad con el entorno.




Tras más de una hora recorriendo sin rumbo estos parajes, tocaba decidir: dejar la subida a Mua Caves para el día siguiente, confiando en que el tiempo mejorara, o arriesgarnos a subir pese a las nubes. La alternativa era visitar un lugar que nos generaba dudas: la Reserva Natural de Aves de Thung Nham.



RESERVA NATURAL DE AVES DE THUNG NHAM

Como decía antes, habíamos leído opiniones muy dispares sobre la Reserva Natural de Aves de Thung Nham, a las afueras de Tam Coc: algunos la recomendaban sin dudar y otros la consideraban prescindible. Como no teníamos un plan alternativo para ese día, decidimos arriesgarnos… y fue un acierto absoluto.

Reserva Natural de Aves de Thung Nham


Para llegar, es necesario hacerlo en coche (Grab) o en moto, porque desde la taquilla donde se pagan los tickets hasta la entrada real del parque hay un tramo de unos 2 km, en ascenso pronunciado.

Cueva Vai Gioi
La entrada cuesta 150.000 VND, e incluye el acceso al parque, a la Cueva Vai Gioi y un paseo en barca por las cuevas interiores. Tras pagar, retomamos la moto y subimos hasta la primera parada: Vai Gioi. Para acceder a la cueva hay que subir una escalera con más de 439 escalones que trepan por la ladera de la montaña. El ascenso es exigente y nada recomendable para personas con poca forma física. Al llegar arriba, nos faltaba el aliento y tuvimos que parar unos minutos para recuperarnos.

La cueva nos sorprendió. No es que sea más espectacular que otras que hayamos visto en el mundo, pero tiene algo muy especial: está completamente vacía. No hay guardas, ni guías, ni otros visitantes. Solo tú, el eco y la naturaleza. El interior está señalizado y ligeramente iluminado, lo suficiente para recorrerlo con seguridad pero sin restarle misterio. Eso sí, la falta de vigilancia deja este tesoro natural expuesto a posibles actos vandálicos, como el robo de fragmentos de estalactitas.

Vai Gioi es inmensa, con unos 5.000 m², y está considerada la cueva natural más antigua de Thung Nham. Su nombre significa “Cueva de reverencia al cielo”: Vai implica inclinarse en respeto y Gioi alude al cielo. Antiguamente, era un lugar de culto donde se pedía buen clima y prosperidad.



La cueva se divide en tres niveles simbólicos: Tierra, Infierno y Paraíso. Cada uno tiene una atmósfera distinta, con estalactitas y estalagmitas que adoptan formas caprichosas: huesos de peces, colmillos o figuras abstractas. Desde el nivel superior se llega a un mirador natural con vistas impresionantes sobre el valle de Thung Nham, un paisaje kárstico que merece el esfuerzo de la subida.



Tras salir de la cueva y descender de nuevo los eternos escalones, nos montamos en la moto y continuamos ascendiendo hasta la entrada principal del recinto. Allí es necesario dejar la moto en el aparcamiento de pago (30.000 VND) y seguir caminando hasta el acceso al parque.

Nada más llegar, el lugar nos sorprende: el recinto es muy amplio, está excelentemente acondicionado, limpio y bien señalizado. Al principio apenas había visitantes e incluso dudamos de la viabilidad del proyecto con tan poca afluencia. Sin embargo, al marcharnos, la escena cambió por completo: nos cruzamos con numerosos grupos de estudiantes en excursiones organizadas.

A pocos metros de la entrada se encuentra la primera actividad incluida en la entrada: un paseo en barca por una cueva interior. La embarcación la guía una empleada de edad avanzada que apenas hablaba inglés, pero cuya habilidad al remar es admirable. Al entrar en la cueva, completamente a oscuras, te entregan linternas para iluminar formaciones de estalactitas y estalagmitas, así como pequeños grupos de murciélagos en reposo. El recorrido dura casi una hora, navegando en silencio por un entorno natural muy evocador.

Cueva interior con murciélagos

Después del paseo llegas a una zona más “temática”, con abundante decoración fotogénica, flores, palmeras y cabañas tradicionales. Aunque está claramente pensada para el turismo, el entorno es agradable y muy bien cuidado, y permite un paseo ligero entre distintos ambientes.

La parte más interesante del recorrido llega justo después: las barcazas que conducen a la reserva de aves. Son embarcaciones grandes, para unas 10–12 personas, guiadas por un único remero. El trayecto dura unos 40 minutos y te lleva hasta una gran marisma donde viven cientos de aves. Confieso que pensábamos que lo de “reserva de aves” podía ser solo un reclamo turístico, pero no: realmente ves centenares de aves posadas en la vegetación a lo largo de todo el pantano. Durante el recorrido se pide mantener un silencio absoluto para no molestarlas, algo que la mayoría de los visitantes respeta… salvo algún grupo chino que iba dando "el cante".

Solo por esta experiencia ya merece la pena visitar Thung Nham. Y si a eso le sumas el cuidado del entorno, la recreación de distintos hábitats y el paseo en barca por la cueva, creo que es una excursión que vale mucho la pena si tienes tiempo en la zona.

Tras abandonar la zona de avistamiento de aves, el recorrido continúa —el parque está planteado como un circuito circular— y te lleva por distintos espacios decorados con flores, pequeños puentes y miradores situados sobre suaves colinas. Es un paseo muy agradable que pone el broche perfecto a una visita tan inesperada como gratificante.

El resto de la tarde lo dedicamos a regresar al hotel, relajarnos, darnos un baño en la piscina y esperar el masaje que habíamos reservado. Y qué decir… fue sencillamente inenarrable.





























sábado, 6 de diciembre de 2025

TAM COC: TRANG AN Y PAGODA BAI DIHN

 ¿QUE VER EN TAM COC? TRANG AN Y LA PAGODA BAI DIHN

TAM COC: LA BAHÍA DE HA LONG INTERIOR

Nuestro siguiente destino en Vietnam es, sin ninguna duda, uno de esos lugares imprescindibles en cualquier ruta por el país. En un radio de apenas 30 kilómetros se combinan una naturaleza exuberante con una historia milenaria, creando un paisaje que difícilmente olvidarás. Hablo de Tam Coc, uno de los rincones más mágicos del sudeste asiático.

Tam Coc es una pequeña localidad situada en la provincia de Ninh Binh, muy cerca de Hanói. Se la conoce como “la Bahía de Ha Long en tierra”, y no es para menos: los mismos picos kársticos que emergen del mar en Ha Long se alzan aquí sobre campos de arroz, ríos tranquilos y cuevas atravesadas por agua. Pero Tam Coc es mucho más: miradores, templos centenarios, pagodas escondidas entre la niebla y una atmósfera rural que invita a disfrutar sin prisas.


Cómo llegamos y dónde nos alojamos

Nosotros llegamos desde el aeropuerto de Hanói en un transporte privado reservado con Asia2go. El trayecto duró unas dos horas y media y resultó barato, cómodo y muy fiable. Si vienes desde la capital, probablemente esta sea la mejor opción: cualquier alternativa en transporte público te hará perder bastante tiempo.

Nos alojamos en el Hotel Lalita Tam Coc Resort, un encantador alojamiento a las afueras de Tam Coc, perfecto para quienes buscan tranquilidad. Con piscina, buen restaurante y spa, es ideal para desconectar cuando no estás explorando la zona. Allí mismo alquilamos una moto por unos 3 € al día. No nos pidieron carnet ni documentación, y durante toda nuestra estancia no vimos controles policiales. La moto es el mejor medio para moverte por la región: incluso el punto más alejado, la pagoda de , queda a menos de media hora. Además, al ser una zona rural, conducir es sencillo y seguro, muy distinto al tráfico caótico de otras ciudades vietnamitas.


¿Cuántos días son necesarios en Tam Coc?

Mi recomendación es un mínimo de dos días, aunque lo ideal para disfrutar sin prisas son tres. El clima aquí es muy caprichoso: puedes amanecer con un sol radiante y, pocas horas después, estar bajo una tormenta tropical. Nosotros aprendimos esto por las malas cuando bajábamos del mirador de Mua Cave y nos cayó encima una tormenta épica.


Nuestro itinerario de 3 días

Día 1: Trang An y Pagoda Am Tien

Día 2: Templo Thai Vi, Pagoda Linh Coc, Pagoda Bich Dong, Cueva Vai Gioi y Reserva Natural de Thung Nham

Día 3: Mirador de Mua Cave y antigua capital Hoa Lu


TRANG AN: EL CORAZÓN KÁRSTICO DE VIETNAM

Uno de los grandes atractivos de Tam Coc son los paseos en barca por Trang An, un complejo paisajístico declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su escenario recuerda a Ha Long, pero con dos ventajas: está en el interior y es mucho más tranquilo. Aquí encontrarás un auténtico laberinto natural de montañas de piedra caliza cubiertas de vegetación, valles ocultos, ríos esmeralda y cuevas que se atraviesan en pequeños botes de remos.

El camino hacia Trang An es sencillo y agradable, sin apenas tráfico, y la carretera serpentea entre montañas que parecen surgir directamente de los arrozales y lagos. Al llegar, deberás dejar la moto en el aparcamiento de pago y dirigirte al edificio de venta de entradas. Antes de embarcar, tendrás que elegir entre tres rutas diferentes:

  • Ruta 1: La más completa y la más recomendada si tienes tiempo. Incluye 9 cuevas y 3 templos, con una duración de 3 a 4 horas.

  • Ruta 2: Ideal si vas justo de tiempo. Visita 4 cuevas y 3 templos, y dura 2 a 3 horas.

  • Ruta 3: La menos turística y más natural. Menos templos, más paisajes salvajes. Dura también unas 3 horas.

El precio es el mismo para todas: 250.000 VND por persona en una barca compartida (normalmente con dos pasajeros más). Si quieres ir solo, deberás pagar el precio de los asientos vacíos.

Tras comprar el ticket llegarás al embarcadero, donde asignan la ruta. Nosotros hicimos la Ruta 1, y fue todo un acierto: variada, completa y espectacular. Compartimos barca con una pareja de novios vietnamitas que había venido desde Hanói… auténticos instagramers en estado puro.

El recorrido comienza navegando por un río tranquilo rodeado de montañas y vegetación. Durante más de media hora podrás disfrutar del paisaje y observar escenas cotidianas de la vida rural vietnamita. Después, la barca va realizando paradas en templos tradicionales, que no son meras decoraciones turísticas: en todos ellos encontramos fieles rezando y haciendo ofrendas.


Phủ Khống

Después de navegar un buen tramo por el río, llegamos a nuestra primera parada: Phủ Khống, también conocido como Templo de Khống. Este santuario rinde homenaje a los siete mandarines leales de la dinastía Trần, que eligieron retirarse a vivir en estas montañas cuando el poder de la corte comenzó a desvanecerse.

El lugar desprende una solemnidad especial. Es, sin duda, una de las paradas más espirituales de Tràng An. De hecho, aquí presenciamos una escena que nos impresionó profundamente: un grupo de militares retirados, vestidos con sus uniformes de gala, realizaba ofrendas y rezos ante las figuras de estos antiguos mandarines, en un silencio cargado de respeto.

               

En el patio destacan dos enormes grullas de bronce posadas sobre tortugas, un símbolo muy presente en el confucionismo, donde representan la longevidad, la estabilidad y la sabiduría. Entre ellas se alza un gran incensario ceremonial, donde los fieles queman sus peticiones, dejando que el humo ascienda lentamente hacia las montañas kársticas que rodean el templo.


Volvimos a subir a la barcaza y emprendimos el recorrido por algunas de las cuevas, que resultaron sorprendentemente extensas. En algunas de ellas, navegamos más de 15 minutos por su interior, completamente envueltos en la oscuridad y la tranquilidad del lugar. Estas cuevas no son accesibles durante todo el año; durante la época del monzón, el nivel del río puede subir tanto que las vuelve intransitables. Incluso mientras las recorres, puedes observar las marcas de las crecidas de años anteriores en sus paredes, un recordatorio silencioso del poder del río.


Tras atravesar varias cuevas, continuamos nuestro recorrido por el río, rodeados de imponentes montañas que se elevan como puñales sobre la superficie del agua. La majestuosidad del paisaje es sobrecogedora, y no es de extrañar que esta zona haya servido de escenario para la película Kong: La Isla Calavera en 2016. La densidad de la vegetación, el verdor casi impenetrable y el aire salvaje del lugar te transportan mentalmente a una isla perdida en medio del océano, donde la naturaleza reina sin restricciones y cualquier sombra podría esconder criaturas míticas al acecho. Navegar por este entorno es como sumergirse en un documental de vida salvaje, donde cada curva del río y cada cima rocosa tiene su propia historia y su misterio.



Đền Trình

La siguiente parada es el templo Trình, conocido en vietnamita como Đền Trình, un espacio sagrado dedicado a los maestros y protectores del conocimiento. Fue construido durante la dinastía Lê (siglos XV-XVIII), un periodo en el que el sistema de exámenes imperiales vietnamita alcanzó un alto nivel de exigencia. Estos exámenes determinaban el futuro de los aspirantes a funcionarios, por lo que templos como este se erigían para subrayar la importancia del estudio y ofrecer a los estudiantes un lugar donde honrar a Confucio y pedir sabiduría, claridad mental y buena fortuna antes de presentarse a las pruebas.

Đền Trình

El templo está construido en madera tallada y presenta los característicos techos curvos tradicionales, que parecen elevarse suavemente hacia el cielo. Su puerta principal es especialmente llamativa, adornada con caracteres chinos dorados que simbolizan conocimiento, armonía y prosperidad.

En el interior, varias estatuas presiden los altares, decorados con velas, flores y ofrendas que los visitantes depositan en honor a Confucio y a distintos eruditos locales venerados por su sabiduría. Además de su valor histórico, Đền Trình transmite esa mezcla de espiritualidad y respeto por el aprendizaje que ha marcado la cultura vietnamita durante siglos.




No olvides darte un paseo por el embarcadero situado a la izquierda del Templo, las vistas y fotos que podrás hacer desde su punto más alejado de la tierra son irrepetibles.




Y después, cuevas y más cuevas... pero sobre todo los paisajes... en esta zona que hay entre los templos de Đền Trình y Đền Trần es donde se rodaron gran parte de las escenas de la película, y es que las fotos hablan por si solas.





Đền Trần

Uno de los momentos más especiales del recorrido en barca por Tràng An es, sin duda, la llegada al elegante pabellón de Đền Trần, que parece flotar sobre las aguas del río. Este pequeño santuario, con sus techos curvos superpuestos y su estructura de madera oscura, pertenece al  Templo Đền Trần, un conjunto dedicado a los héroes y generales de la dinastía Trần, muy venerados en la región.

Đền Trần

El pabellón, que sirve como espacio de oración y ofrendas durante festividades locales, es uno de los más fotografiados de todo Vietnam, se alza sobre pilares de piedra en medio del lago, creando una imagen casi surrealista.  No pararás de ver gente barcas con fotógrafos profesionales haciendo miles de fotos desde uno y otro ángulo. 

El templo principal se encuentra en tierra firme, y está dedicado a los personajes más destacados de la dinastía Trần, una de las más importantes de la historia vietnamita. La dinastía es recordada sobre todo por su resistencia heroica frente a las invasiones mongolas del siglo XIII, motivo por el cual muchos templos del país honran a sus reyes y generales como protectores nacionales.

Arquitectónicamente, el templo principal sigue el estilo clásico vietnamita: estructuras de madera, techos a varias aguas cubiertos de tejas antiguas y delicados detalles tallados a mano. La entrada está flanqueada por estatuas guardianas y faroles de piedra. En el interior, como en todos los templos que hemos visitado antes, los altares están repletos de ofrendas —flores, frutas, incienso—  para pedir protección, buena fortuna o simplemente expresar respeto.

Lo espectacular de Đền Trần, a diferencia de los anteriores, es que parece fundirse con el paisaje: las montañas lo envuelven como si fueran murallas naturales, y la luz que se filtra entre los árboles dando la sensación de ser un lugar mágico.

 

Đền Trần es el último de los templos que visitamos durante el trayecto, y desde allí quedan aproximadamente unos 40 minutos hasta el final del recorrido. El paisaje continúa desplegándose con la misma fuerza: montañas kársticas que se elevan de forma abrupta sobre el río, formaciones rocosas que parecen guardianes ancestrales y, aquí y allá, pequeños poblados, altares solitarios e incluso un cementerio que asoma entre la vegetación. Cada rincón aporta una nueva pincelada a este escenario tan característico del norte de Vietnam.

Tràng An es un lugar que se queda grabado para siempre. Probablemente sea uno de esos destinos que, por fortuna, aún no han sido devorados por el turismo masivo, y quizás por eso la experiencia se siente tan auténtica, tan pura y tan intensa. Navegar por sus aguas es sumergirse en un paisaje casi irreal, donde la naturaleza domina y el tiempo parece avanzar a otro ritmo.

LA PAGODA BAI DIHN

Después de despedirnos de Tràng An y buscar un lugar donde comer, retomamos nuestra ruta hacia uno de los puntos fuertes del día: la Pagoda Bai Dinh, la pagoda budista más grande de Vietnam y uno de los complejos religiosos más espectaculares del país.

Pagoda Bai Dihn

Bai Dinh no solo impresiona por su tamaño, sino también por los récords nacionales y asiáticos que ostenta: alberga la estatua de Buda bañada en oro más grande de Asia (10 metros de altura y 100 toneladas), el corredor de estatuas más largo del continente (casi 3 km con más de 500 figuras), la estupa más alta (la Torre Bao Tháp, con 100 metros), y la campana más grande de Vietnam, con 36 toneladas. Todo esto convierte el lugar en una visita imprescindible para cualquier viaje por Ninh Binh.

Llegar desde Tràng An nos llevó unos 20 minutos en moto. La entrada no es especialmente evidente, así que perdimos algo de tiempo buscándola. Una vez allí, encontrarás un gran aparcamiento de pago, seguido de las taquillas. Hay varias modalidades de visita: con transporte interno o sin él, y con billetes que incluyen solo subida, solo bajada o ambos trayectos. Ten en cuenta que el complejo está construido de forma ascendente, así que mi recomendación —y lo que hicimos nosotros— es subir en autobús hasta el primer punto de la visita y bajar caminando. También existe un servicio de carritos eléctricos más caro, ideal si tienes dificultades de movilidad o prefieres evitar las caminatas.

Pagamos la entrada y subimos al autobús, que nos dejó en la entrada de la zona nueva del complejo. Bai Dinh se divide en dos áreas diferenciadas: la parte antigua, situada en la cima de la colina, con templos que datan del siglo XI, y la parte nueva, construida a principios de los años 2000, donde se concentran la mayoría de los edificios monumentales que se visitan hoy.

Corredor de La Hán

Nada más comenzar la ruta, nos encontramos con el Corredor de La Hán, uno de los elementos más conocidos del conjunto. Se trata de un larguísimo pasillo cubierto, decorado con cientos de estatuas de La Hán, discípulos del budismo que alcanzaron la iluminación. Cada figura representa una virtud espiritual —sabiduría, paciencia, valor, compasión— y lo más sorprendente es que las más de 500 estatuas son completamente distintas entre sí. El corredor asciende suavemente y, mientras avanzas, te acompaña una sensación de calma y recogimiento difícil de describir.

A mitad del ascenso aparece el Lầu Chuông, la Torre de la Campana. Se trata de una torre octogonal de arquitectura tradicional que alberga una enorme campana de bronce de más de 30 toneladas, decorada con inscripciones y motivos budistas. Esta campana se hace sonar durante ceremonias y festividades para purificar el espacio, atraer energía positiva y guiar la mente hacia la calma. La torre es visitable: puedes subir sus diferentes niveles y disfrutar tanto de la campana como de unas vistas magníficas del complejo y del paisaje que lo rodea.



Regresamos al corredor de La Hán y continuamos ascendiendo hasta llegar a una amplia plaza donde se alza uno de los templos principales del complejo: el Templo Điện Quan Âm.

Templo Điện Quan Âm.

Este templo está dedicado a Quan Âm, la Bodhisattva de la Compasión, venerada por su capacidad de escuchar el sufrimiento del mundo y ofrecer alivio. Los devotos acuden aquí para pedir serenidad, guía, salud y apoyo en momentos de dificultad. Aunque su construcción es relativamente reciente, el edificio respeta fielmente la arquitectura tradicional vietnamita, con majestuosas estructuras de madera, tejados curvados y delicadas tallas de flores de loto, dragones y símbolos budistas que refuerzan la sensación de armonía espiritual.

En el interior destaca una impresionante estatua de Quan Âm, esculpida con una delicadeza que refleja su compasión infinita. También encontrarás representaciones con varios brazos, una forma habitual de simbolizar su capacidad de ayudar simultáneamente a todos los seres en múltiples direcciones.

El ambiente aquí es especialmente silencioso y contemplativo. El olor del incienso, las flores frescas y las ofrendas crean un espacio ideal para detenerse, respirar y dejarse envolver por la espiritualidad del lugar.




El siguiente templo que encontramos, apenas unos metros más adelante, es el templo Điện Giáo Chủ. Nada más llegar, nos sorprende la gran plaza que lo precede, donde hay varios quemadores de incienso de distintos tamaños. Aunque ya habíamos visto este tipo de quemadores en otros templos, nunca en una cantidad ni de un tamaño tan impresionante como aquí. 

Điện Giáo Chủ

Điện Giáo Chủ es uno de los templos más importantes del complejo y está dedicado a Buddha Shakyamuni, considerado el Maestro Supremo y fundador del budismo. Al igual que el templo de Quan Âm, su construcción es reciente, pero conserva fielmente la arquitectura tradicional vietnamita: madera oscura, pilares enormes y techos curvados que recuerdan a las antiguas pagodas imperiales.

En el interior, lo primero que llama la atención es su gran estatua dorada de Shakyamuni Buddha, representado en postura de meditación. Transmite una sensación de calma y claridad que invita a detenerse y contemplar el lugar con tranquilidad. Es uno de los espacios más visitados del complejo y representa el corazón doctrinal de Bai Dinh: un homenaje al Maestro que enseñó el camino hacia la iluminación.


Desde aquí, y antes de llegar al último templo, se abre una pequeña zona de restauración donde puedes comer algo, tomar un café y descansar. 

La verdad es que el complejo es enorme, así que se agradece hacer una pausa. Después de un zumo bien refrescante, retomamos el camino hacia el último punto de la visita: el Templo Tam Thế Điện.

Por fin llegamos a Tam Thế Điện, conocido como el Templo de las Tres Eras de Buda, uno de los edificios más grandes, importantes y fotografiados de toda la Pagoda Bai Dinh.

Tam Thế Điện

El nombre “Tam Thế” hace referencia a los Tres Budas que representan el pasado (Dipankara), el presente (Shakyamuni) y el futuro (Maitreya). Juntos simbolizan la continuidad del tiempo y la naturaleza, un concepto esencial dentro del budismo.

El templo es realmente imponente. Es uno de los más grandes de todo el complejo, con varios niveles, techos curvados y enormes puertas de madera tallada donde puede leerse su nombre en caracteres chinos. Nada más cruzarlas, el interior sorprende: tres enormes estatuas de bronce presiden la sala central, cada una correspondiente a uno de los Tres Budas. A su alrededor, las paredes están cubiertas por cientos de pequeñas figuras de Arhats, colocadas en nichos perfectamente alineados.


 

Es un lugar en el que te quedarás un buen rato. Cada rincón invita a detenerse, observar los detalles y, por qué no, sacar un montón de fotos, porque el templo es realmente espectacular.

Desde aquí empezamos el descenso. El día empieza a oscurecer y aún nos queda visitar la estupa, bajar de nuevo hasta la entrada… y regresar a Tam Coc antes de que caiga la noche.

A pocos metros de Tam Thế Điện se encuentra la estupa Báo Thiên, imposible de pasar por alto gracias a su color rojizo y dorado y a sus imponentes casi 72 metros de altura. Es tan alta que, cuando veníamos en moto hacia Bai Dinh, ya la veíamos asomando entre las colinas a kilómetros de distancia.

Estupa Báo Thiên
Aunque fue construida recientemente, entre 2003 y 2014, mantiene el diseño tradicional de una estupa budista, con forma octogonal y varios niveles que se van estrechando a medida que ascienden. A diferencia de otras estupas, esta sí permite el acceso al interior y se puede subir hasta el piso superior. No te preocupes: hay un ascensor gratuito que te evita subir interminables escaleras.

Para entrar tendrás que descalzarte, y te entregarán unas bolsas para cubrir los pies. En el nivel superior encontrarás una imagen de Buda alrededor de la cual los fieles suelen caminar. Esta práctica, llamada circunvalación, consiste en rodear un objeto sagrado caminando en el sentido de las agujas del reloj. De esta manera, el objeto queda siempre a tu derecha, considerado el lado noble o puro.

Una vez arriba, te espera el mejor mirador de todo Bai Dinh. Desde lo alto se puede contemplar el complejo completo: los templos cercanos, el larguísimo corredor de los Arhats y las colinas kársticas que rodean la zona. En un día despejado, incluso se distinguen los ríos que serpentean por Tam Coc.



Mi recomendación: quédate el tiempo que quieras disfrutando de las vistas. Es uno de esos lugares donde merece la pena detenerse y empaparse del paisaje.





Después de bajar de la estupa, seguimos caminando hacia la salida. De este modo pudimos descubrir un par de rincones adicionales del complejo. El primero es una pequeña estupa de cinco plantas, discreta pero muy fotogénica. Unos metros más adelante llegamos a uno de nuestros lugares favoritos de todo Bai Dinh: el Gran Estanque de la Pagoda.

Se accede por unas escalinatas flanqueadas por figuras de Buda, y en el centro del estanque destaca un pabellón tradicional vietnamita que parece flotar sobre el agua. Como ya era casi la hora de cierre, tuvimos la suerte de disfrutarlo completamente solos, en un silencio que hacía el lugar aún más especial.





Sin duda, es uno de los rincones icónicos que nos llevamos grabados en la memoria.




Con esto damos por terminadas las visitas del día. Volvemos a coger la moto y ponemos rumbo a Tam Coc, donde ya toca descansar después de una jornada intensa.

Por la noche, aprovechando que tenemos la moto, nos acercamos al centro de Tam Coc, una zona llena de restaurantes para todos los gustos. Y si buscas un poco de ambiente, música o simplemente tomar una cerveza, este es sin duda el lugar más animado de la zona.