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martes, 4 de noviembre de 2025

DA NANG: , PUENTE DEL DRAGON, LAS MARBLE MOUNTAINS Y LINH UNG PAGODA

 DA NANG

 PUENTE DEL DRAGON, AM PHU CAVE, MARBLE MOUNTAINS Y LINH UNG PAGODA

Llegamos a Da Nang por la noche, después de un trayecto de unas tres horas desde Hue. Habíamos reservado un coche con Asia2Go, que nos llevó cómodamente hasta nuestro hotel. Eran alrededor de las nueve y media de la noche cuando llegamos, y tras dejar las maletas, decidimos salir a conocer la ciudad iluminada.

Nuestra primera parada fue el famoso Puente del Dragón y el mercado nocturno de Da Nang. Afortunadamente, el hotel que habíamos elegido, el Vanda Hotel, estaba a menos de dos minutos a pie del puente, lo que nos permitió disfrutarlo tranquilamente, sin prisas.

El Dragon Bridge comenzó a construirse en 2009 y se inauguró cuatro años más tarde. Mide 666 metros de largo y cuenta con seis carriles, pero lo que realmente lo hace especial es el enorme dragón metálico que recorre todo su eje central. De noche se ilumina con luces LED que cambian constantemente de color, creando un espectáculo hipnótico sobre el río Han.


Si viajas un fin de semana, no te pierdas el espectáculo del dragón escupiendo fuego y agua, todos los viernes, sábados y domingos a las 21:00. Es uno de los eventos más populares de la ciudad.

Nada más cruzar el puente, te encontrarás con el Night Market de Da Nang, uno de los mejores mercados nocturnos que visitamos en todo Vietnam. Además de puestos de ropa y souvenirs, hay una variedad gastronómica asombrosa, con mariscos frescos, platos locales, zumos tropicales y postres típicos. Es también un excelente lugar para comprar camisetas, probablemente las de mejor calidad y precio de todo el país.

Ten en cuenta que el mercado cierra a medianoche, así que conviene ir con tiempo para disfrutarlo sin prisas.

Con la visita al mercado nocturno dimos por finalizado el día y regresamos al hotel. Al día siguiente volábamos por la tarde hacia Hanoi, para después dirigirnos a Tam Coc, pero antes teníamos planeada una visita matutina a dos de los lugares más emblemáticos de Da Nang: las Marble Mountains y la Pagoda de Lady Buddha.


MARBLE MONUNTAINS 


AM PHU CAVE

Nos levantamos temprano y pedimos un Grab que nos llevó hasta las Marble Mountains, a unos veinte minutos del hotel. Al ser pronto por la mañana, evitamos el habitual caos circulatorio de las ciudades vietnamitas. Las Marble Mountains (Ngũ Hành Sơn) son un conjunto de cinco colinas de mármol y piedra caliza, cada una asociada con un elemento de la naturaleza: Thuy Son (Agua), Kim Son (Metal), Thổ Son (Tierra), Mộc Son (Madera) y Hỏa Son (Fuego). 

Cada una tiene su propio carácter y significado espiritual, aunque la más grande y visitada es Thuy Son, donde se concentran los templos, cuevas y pagodas más impresionantes. 

Antes de subir al monte principal decidimos visitar primero la Am Phu Cave, también conocida como la Cueva del Infierno, uno de los lugares más simbólicos y sobrecogedores del complejo. La entrada se encuentra justo antes de las escaleras que conducen a Thuy Son, y junto a ella está la taquilla. La entrada cuesta unos 20.000 VND, y el horario de visita es de 7:00 a 17:30 todos los días.

La Am Phu Cave está envuelta en leyendas y misticismo. Se cuenta que fue descubierta en el siglo XIX por el emperador Minh Mang durante una visita a las Marble Mountains. Cuando sus soldados entraron a explorarla, las antorchas que llevaban se apagaron misteriosamente, motivo por el cual el emperador decidió llamarla “Cueva del Infierno”. Cuando uno desciende a su interior, entiende perfectamente el nombre: la sensación de humedad, el silencio roto por el eco del agua y las luces tenues que iluminan las figuras talladas hacen que realmente parezca un descenso al inframundo.

El Juicio de Yama

La cueva está muy bien señalizada, y la zona principal es fácilmente visitable, siempre que no se tengan problemas de movilidad, ya que hay muchas escaleras. Existe una parte más profunda, que representa el descenso total al infierno, con pasadizos muy estrechos y empinados, no recomendada para quienes padezcan claustrofobia. Nada más comenzar el recorrido, una gran escalinata conduce hasta la puerta principal, decorada con dragones y figuras demoníacas. Se cruza un puente de piedra sobre un pequeño estanque, que simboliza el paso del mundo terrenal al espiritual.

Al entrar, se accede a la primera gran cámara, la del Juicio de Yama, el rey del Infierno. En el centro destaca su figura imponente, rodeada de demonios, jueces y almas arrodilladas que esperan su sentencia. En las paredes hay relieves que muestran los castigos por pecados como la avaricia, la mentira o la violencia, iluminados con luces rojas y verdes que acentúan el ambiente sombrío. Tras esta sala, el camino se divide en varios pasadizos estrechos y escaleras empinadas, donde se encuentran esculturas que representan las torturas y sufrimientos de los condenados, cada zona correspondiente a una de las diez cortes del infierno budista.

La parte más profunda de la cueva es un espacio bajo y apenas iluminado, que simboliza el punto máximo del sufrimiento. Allí, las luces parpadeantes y los sonidos de lamentos crean una atmósfera inquietante y sobrecogedora.

A partir de este punto, el camino comienza a ascender lentamente, simbolizando el regreso hacia la luz y la redención. A medida que se avanza, la claridad aumenta hasta que la luz natural entra por una grieta superior: es el llamado camino de la iluminación. En esta sección aparecen estatuas de Buda y figuras angelicales que representan el renacimiento y la purificación del alma.




La visita concluye en el Jardín de la Iluminación, un pequeño espacio al aire libre con estanques, incienso y una estatua de Quan Âm, la diosa de la compasión. Los visitantes suelen dejar ofrendas o tocar la campana como símbolo de agradecimiento y paz interior. Antes de marcharte, merece la pena observar las numerosas lápidas y placas que recuerdan el uso de la cueva durante la guerra: fue refugio y hospital subterráneo del Viet Cong durante el conflicto entre el norte y el sur de Vietnam. 

Tras abandonar la Am Phu Cave, tomamos un camino a la izquierda que nos lleva a otras taquillas, las que dan acceso a Thuy Son, la zona más visitadas de mas Marble Mountains. Hay dos casillas de entradas, una entrada que te permite subir en ascensor y otra que te permite hacerlo por las escaleras. La entrada cuesta 40.00 VND y subir en ascensor 15.000 VND adicionales, la diferencia es al cambio menos de un euro, y sinceramente no merece la pena llegar agotado a la cima por ese precio. Nosotros tomamos la del ascensor, y como hay poca cola, en nada estamos en la zona superior de Thuy Son.


THUY SON — LA MONTAÑA DEL AGUA


Mapa de Thuy Son, la Montaña del Agua


Torre Xa Loi

Una vez llegas a la parte superior de Thuy Son, el primer punto que te recibe nada más salir del ascensor es la Torre Xa Loi, una elegante estopa budista construida para albergar reliquias sagradas de Buda. Fue edificada a mediados del siglo XX como parte del complejo del templo Linh Ứng, y su diseño sigue el estilo clásico de las pagodas vietnamitas: varios niveles superpuestos, techos curvos en forma de dragón y esculturas de guardianes en cada piso. La torre, de siete plantas, simboliza las siete etapas del camino hacia la iluminación budista. Aunque no se puede subir hasta la cima, se puede acceder libremente a su base y primer nivel, desde donde se aprecian de cerca los detalles de sus tallas y relieves.






A pocos metros se alza la pagoda Linh Ứng, construida a mediados del siglo XIX durante el reinado del emperador Minh Mạng, de la dinastía Nguyễn. 

Su nombre significa “Respuesta Espiritual” , y la tradición cuenta que fue erigida para honrar a Buda y proteger a Đà Nẵng de desastres naturales y malos espíritus. Su arquitectura es típicamente vietnamita: techos en forma de dragón, columnas decoradas con inscripciones y figuras mitológicas en las entradas. En el patio principal hay varias estatuas de Buda en distintas posturas, representando la paz, la enseñanza y la compasión.

No te quedes solo con la pagoda: en sus alrededores encontrarás rincones encantadores, como una escultura de cabezas de dragón que parecen emerger de la vegetación, una gran figura de Buda y un jardín con las estatuas de los doce signos zodiacales del calendario vietnamita.

Pagoda Linh Ứng








Cueva de Tang Chon
Siguiendo el camino marcado se llega a la Cueva de Tang Chon, una de las más grandes del recinto, aunque curiosamente no la más visitada. El acceso se realiza por un sendero empedrado que desciende suavemente entre árboles y pequeños altares hasta una entrada disimulada entre la vegetación. En su interior te esperan un pequeño templo y un altar con las estatuas de Buda y de Quan Âm, la diosa de la compasión, rodeadas de velas, flores y ofrendas. Las paredes muestran inscripciones antiguas y figuras talladas directamente en la roca, dejadas por los fieles a lo largo de los años.






Cueva Van Thong
De vuelta en el sendero, una escalera empinada conduce a la Cueva Van Thong, cuyo nombre significa “Camino al Cielo”. Es quizá la menos visitada, y eso le da un aire más salvaje y auténtico. Se trata de una cueva vertical que conecta el interior de la montaña con su parte superior, lo que explica su nombre. En la base encontrarás un altar dedicado a Buda Shakyamuni, iluminado por velas e incienso. Desde ahí comienza un ascenso muy estrecho y empinado hasta un punto donde entra la luz natural entre las rocas. Es una experiencia diferente, aunque exigente: si vas cansado o no eres muy ágil, es perfectamente prescindible, ya que un resbalón aquí podría arruinarte las vacaciones.

La siguiente parada es la Tam Thai Pagoda, un templo budista del siglo XVII y uno de los más antiguos del complejo. Está rodeada de árboles centenarios y banderines de oración, y su estructura principal, orientada al mar, se compone de tres niveles que simbolizan el Cielo, la Tierra y el Inframundo. Frente a la pagoda hay un pequeño estanque de loto y varias estatuas de Buda que transmiten una profunda sensación de serenidad.

Tam Thai Pagoda

Desde la Tam Thai Pagoda parten varios caminos. Si sigues el sendero principal llegarás a la espectacular Cueva Huyen Khong, aunque antes pasarás por la Cueva Hoa Nghiêm. Justo antes de llegar, hay un punto de descanso con pequeños bares donde puedes refrescarte con una bebida o disfrutar de un coco recién abierto.

Quan Âm en la Cueva Hoa Nghiêm
La Cueva Hoa Nghiêm suele pasar algo desapercibida, pero merece la visita. Su nombre significa “Ornamento Floral”, y destaca por una imponente estatua de Quan Âm (Guanyin), la diosa de la compasión, tallada directamente en la roca. De varios metros de altura, es una de las imágenes más veneradas del complejo y el corazón espiritual de esta cueva.                                                                                                                             
Unos pasos más adelante se encuentra la joya del recorrido: la Cueva Huyen Khong, una gruta abierta al cielo en la que los rayos de sol atraviesan la bóveda superior e iluminan el humo del incienso, creando un ambiente casi místico. En su interior hay varios altares, entre ellos uno dedicado a Quan Âm. La combinación de penumbra, luz natural y humo crea un escenario mágico y uno de los lugares más fotogénicos de las Marble Mountains. No podrás resistirte a hacerte la típica foto con la luz celestial cayendo sobre ti.


 

Cueva Huyen Khong

De regreso a la Tam Thai Pagoda, tomamos otro de los senderos que parten desde allí. Este lleva a dos nuevas pagodas y a un mirador.

Tam Tôn Pagoda

La primera es la Tam Tôn Pagoda, cuyo nombre significa “Los Tres Venerables”, en referencia a la Trinidad budista: Buda Shakyamuni (el Buda histórico), Buda Amitabha (símbolo de la luz infinita y la compasión) y Buda Maitreya (el Buda del futuro, que representa la esperanza y la renovación). Construida en el siglo XIX y restaurada tras la guerra, su edificio principal es sencillo, con techos curvos en forma de dragón y columnas decoradas con inscripciones en caracteres chinos. En el altar central destacan las tres estatuas doradas de los Budas, colocadas una al lado de la otra, representando las tres dimensiones de la iluminación: pasado, presente y futuro.

Tam Tôn Pagoda

Un poco más adelante, llegamos a la Từ Tâm Pagoda, la más retirada pero también la más tranquila y con las mejores vistas sobre las Marble Mountains. Su nombre significa “Corazón Compasivo”, y fue construida en el siglo XIX, siendo restaurada en varias ocasiones tras los daños sufridos durante la guerra de Vietnam. Está rodeada de espesa vegetación y solo se accede por un camino de piedra. Al llegar, el silencio lo llena todo: el sonido del viento entre los árboles y el suave repicar de las campanas crean una atmósfera de serenidad.

Từ Tâm Pagoda

El templo, de diseño tradicional vietnamita, combina techos curvados en forma de dragón, columnas de madera oscura y paredes con inscripciones doradas. Su jardín exterior es una joya: lleno de bonsáis, árboles frutales, linternas de piedra y pequeñas esculturas que representan escenas de la vida de Buda. Desde aquí se disfrutan unas de las mejores vistas de Đà Nẵng y de las demás montañas del conjunto.


Từ Tâm Pagoda
Từ Tâm Pagoda


Muy cerca se encuentra un pequeño mirador con templete, aunque sinceramente, las vistas desde la Từ Tâm Pagoda son más bonitas, con menos gente y un ambiente mucho más relajado.



Y así, casi sin darnos cuenta, pasaron cuatro horas explorando las Marble Mountains. La visita superó con creces nuestras expectativas: un lugar lleno de historia, espiritualidad, belleza natural y rincones mágicos. Sin duda, una parada imprescindible si pasas por Đà Nẵng.

Esta vez, bajamos andando —que siempre es más fácil que subir— y pedimos un Grab que nos lleva hasta otra de las joyas de la ciudad: la Pagoda de Lady Buddha, nuestra siguiente parada del viaje.



LADY BUDDHA, EL GRAN ICONO DE DA NANG

Visitar la Pagoda de Lady Buddha es una de esas excursiones que te hacen entender por qué Đà Nẵng tiene fama de ciudad equilibrada entre lo moderno y lo tradicional. A unos diez kilómetros del centro, en plena península de Sơn Trà, este rincón combina vistas espectaculares del mar con una tranquilidad poco común. Más que un lugar de culto, es un espacio donde el paisaje, la arquitectura y el ambiente se mezclan para ofrecer una visita relajada y muy fotogénica.

Bahía de Da Nang

Lady Buddha

Tardamos algo más de media hora en llegar; la distancia es considerable, pero el trayecto compensa. Durante el recorrido bordeamos la costa y pudimos disfrutar de las playas de Đà Nẵng, famosas no solo por su belleza, sino también por su historia: durante la guerra de Vietnam, eran el lugar donde los soldados estadounidenses acudían a descansar, ya que en la zona había una base militar cercana.

La carretera que conduce hasta la pagoda recorre el litoral y luego se eleva entre una vegetación frondosa, ofreciendo vistas espectaculares de la bahía de Đà Nẵng. A medida que ascendemos, el paisaje se vuelve más verde y el aire más fresco. Aunque parezca un templo antiguo, la Pagoda Linh Ứng es bastante reciente: fue construida a comienzos del siglo XXI, aunque todo el mundo la conoce con un nombre más sencillo y popular: el templo de Lady Buddha.

Nada más entrar, dejamos la pagoda a nuestra derecha y caminamos hacia la gran protagonista del recinto: la imponente estatua de Lady Buddha, representación de Quan Âm, la diosa de la compasión. Con 67 metros de altura, es considerada la estatua más alta de Vietnam. Se alza sobre una base en forma de flor de loto de 35 metros de diámetro y mira hacia el mar, como si vigilara la bahía. En su interior hay 17 niveles, cada uno con su propio pequeño altar y diferentes representaciones de Buda.

Unos escalones más abajo hay un mirador desde donde se puede contemplar toda la bahía de Đà Nẵng, la playa de Mỹ Khê y, en los días claros, incluso las Marble Mountains a lo lejos.

Chính Điện

A espaldas de la estatua, frente a un amplio patio repleto de bonsáis y esculturas, se encuentra el templo principal, conocido como Chính Điện. No es un edificio único, sino un conjunto de pabellones conectados entre sí. Su fachada destaca por los dragones entrelazados y las inscripciones doradas, mientras que en el interior se encuentra una gran estatua de Buda Shakyamuni, sentado en posición de meditación, rodeado de flores frescas y ofrendas.

Buda Shakyamuni


A ambos lados hay pequeños pabellones con figuras protectoras del budismo vietnamita y, en la parte trasera, otros espacios más tranquilos, como el pabellón de meditación, donde a veces pueden verse monjes rezando junto a un gran Buda dorado.




Pero más allá de los templos, lo mejor del lugar es pasear sin prisa. Cada rincón tiene algo diferente: estatuas curiosas, detalles arquitectónicos, pequeños grupos de monos que merodean por los jardines y miradores perfectos para hacer fotos. No es el templo más majestuoso del país, pero sí uno de los más agradables de recorrer, con un ambiente relajado y vistas de postal.

 

Tras pasar un buen rato explorando el recinto, decidimos volver hacia el centro de Đà Nẵng. Queríamos visitar el mercado y hacer una parada en la catedral, ya que por la tarde teníamos vuelo hacia Hanoi. Como la app de Grab mostraba pocos coches disponibles, optamos por negociar con un taxista, que finalmente nos llevó al mismo precio que marcaba la aplicación. Así cerramos nuestra visita a Lady Buddha, con el mar al fondo y la sensación de haber descubierto uno de los rincones más emblemáticos de Đà Nẵng.



Catedral de Đà Nẵng

Mercado de Da Nang
Nuestra última parada en Đà Nẵng fue la catedral, aunque antes aprovechamos para dar una vuelta por el mercado central. Si estás esperando encontrar un mercado colorido y lleno de recuerdos como el de Ho Chi Minh City, mejor baja un poco las expectativas: aquí es más bien un mercado local de alimentos, con puestos de frutas, pescado y productos frescos. Interesante para ver la vida cotidiana, pero algo decepcionante si buscas compras o ambiente turístico.

Catedral de Da Nang
La catedral de Đà Nẵng se encuentra a pocos minutos del mercado, así que fuimos caminando. A primera vista, recuerda bastante a otras iglesias coloniales del país, como las de Saigón, pero tiene un toque muy propio. Popularmente se la conoce como la “Pink Church”, por el tono rosado de su fachada, y también como la “Rooster Church” o “Iglesia del Gallo”, por la veleta con forma de gallo que corona su campanario.

El edificio fue construido durante el periodo colonial francés, en la década de 1920, y su estilo gótico adaptado al trópico le da un aire muy fotogénico entre tanto entorno moderno. Es pequeña, pero su color y su elegancia la convierten en una de las postales más reconocibles de Đà Nẵng.

Por desgracia, cuando llegamos estaba cerrada al público, así que no pudimos entrar y tuvimos que conformarnos con dar una vuelta por el exterior y hacer algunas fotos. Aun así, vale la pena acercarse, aunque sea unos minutos: su fachada rosa destaca entre los edificios del centro y ofrece una estampa encantadora.

Con esta visita dimos por terminada nuestra ruta de un día por Đà Nẵng, una ciudad que se puede recorrer fácilmente en poco tiempo si te centras en lo esencial. Dejamos pendiente el Parque Sun World Ba Na Hills, para el que haría falta al menos un día más.

Antes de despedirte de Đà Nẵng, te recomiendo hacer una última parada en alguna de sus cafeterías —hay muchas, preciosas y muy bien decoradas— y probar un café de huevo, una de las especialidades más deliciosas de Vietnam. Una forma perfecta de cerrar tu paso por esta ciudad costera.


                                              






sábado, 4 de octubre de 2025

HUE: LAS TUMBAS IMPERIALES DE MINH MANG, THIEU TRI Y DONG KHANH

HUE: LAS TUMBAS IMPERIALES DE MINH MANG, THIEU TRI Y DONG KHANH

Después de visitar las dos tumbas anteriores, la del Emperador Tu Duc y la del Emperador Khai Dinh,  ponemos rumbo a la tercera de las tumbas imperiales: la tumba del emperador Minh Mạng. Es la más alejada del centro de Huế, así que el trayecto en moto se alarga un poco, pero el paisaje lo compensa con creces. 

Al llegar, el ambiente cambia por completo. Varios grupos de escolares llenan el recinto con risas y uniformes coloridos, y pronto descubrimos que nosotros también formamos parte de su curiosidad: los extranjeros. En cuestión de minutos, nos rodean niños que nos observan con timidez primero y entusiasmo después, pidiéndonos autógrafos y queriendo saber nuestro nombre. Una escena tan divertida como entrañable, una de esas experiencias que convierten un simple recorrido en una vivencia inolvidable.

EL MAUSOLEO DEL EMPERADOR MINH MANG

Para comprender mejor el lugar, conviene recordar quién fue Minh Mạng (1791–1841), cuyo nombre de nacimiento era Nguyễn Phúc Đảm. Segundo monarca de la dinastía Nguyễn, fue uno de los emperadores más influyentes en la historia de Vietnam. Subió al trono en 1820 y reinó durante veintiún años, dejando un profundo legado marcado por la centralización del poder, las reformas administrativas y una firme fidelidad a los valores confucianos. Fue un gobernante querido por el pueblo, promotor de la agricultura y la construcción de canales y diques, convencido de que el confucianismo otorgaba estabilidad y armonía al reino. A su vez, veía con desconfianza la influencia occidental y las nuevas religiones como el cristianismo, que consideraba fuentes potenciales de división. Por ello, adoptó una política aislacionista con el objetivo de preservar la cultura y la identidad vietnamita frente a las potencias extranjeras.

Dai Hong Mon

Su legado más visible y simbólico es la tumba que lleva su nombre, considerada una de las más bellas y armoniosas de Vietnam. El complejo fue construido siguiendo los principios del feng shui, buscando la perfecta unión entre arquitectura, naturaleza y simbolismo. Todo está alineado sobre un eje central que representa el equilibrio entre el cielo y la tierra, una idea que se percibe claramente a medida que avanzamos por el recinto.

La visita comienza en la majestuosa Puerta Dai Hong Mon, una estructura monumental que marca la frontera entre el mundo terrenal y el espacio sagrado. Tiene tres accesos: el central, reservado exclusivamente para el emperador, y dos laterales por los que hoy pasamos los visitantes. Al cruzarla, se abre ante nosotros el Patio de los Mandarines, donde una doble fila de estatuas de piedra representa a los guardianes del emperador: mandarines civiles y militares, elefantes y caballos, todos alineados con una serenidad solemne, custodiando el descanso eterno del soberano.

Patio de los Mandarines

Aquí volvemos a cruzarnos con varios de los niños que corretean entre las estatuas. Nos saludan, se ríen, y aunque pocos saben ubicar España en el mapa, todos conocen al Real Madrid y al Barcelona. Entre preguntas y carcajadas, el lugar adquiere un aire alegre que contrasta con la calma del entorno.

Templo de la Estela

Un poco más adelante encontramos el Templo de la Estela, uno de los espacios más simbólicos del conjunto. En su interior se conserva una gran losa de mármol tallada con los logros del emperador, apoyada sobre el lomo de una tortuga, símbolo de sabiduría y longevidad. 



Frente a este templo, dos pequeños estanques reflejan el cielo y enmarcan con simetría el camino que sigue hacia el corazón del complejo.

Al cruzar la siguiente puerta, el paisaje se abre de forma majestuosa. Aparece el Lago Trừng Minh, un gran estanque en forma de media luna que aporta serenidad y frescura al entorno. 

Lago Trừng Minh

Dos puentes de piedra lo atraviesan, conduciendo directamente hacia el Pabellón Minh Lâu, una elegante construcción de dos pisos pintada en tonos rojizos desde la que se domina toda la simetría del conjunto. Aquí se desata una escena tan inesperada como inolvidable: de repente, decenas de niños se acercan corriendo desde todas partes, riendo, saludando y pidiendo autógrafos. Intentan hablar inglés, nos rodean y se llevan nuestros nombres escritos en pequeños cuadernos como si fueran un tesoro. Es una mezcla de sorpresa y ternura que nos deja sin palabras, uno de esos momentos de conexión pura que solo suceden viajando.

Pabellón Minh Lâu

Entrada al Túmulo Imperial

Tras reponernos de la avalancha de energía infantil, continuamos el recorrido por el eje central, subiendo un último tramo de escaleras flanqueadas por altos pinos. En lo alto se encuentra el Túmulo Imperial, donde descansan los restos del emperador Minh Mạng. Aunque la entrada está cerrada, se distingue el montículo cubierto de vegetación, protegido por un muro circular y rodeado por un paisaje sereno. Según la tradición, la cámara funeraria se encuentra bajo tierra, sellada para la eternidad, en consonancia con las antiguas costumbres imperiales que buscaban preservar el descanso del soberano.

El regreso lo hacemos lentamente, disfrutando del silencio del lugar y acompañados una vez más por la alegre chavalería que no deja de seguirnos, repitiendo nuestros nombres y preguntando una y otra vez de qué país venimos. Nos despedimos entre risas y saludos, con la sensación de haber vivido algo más que una simple visita. La tumba del emperador Minh Mạng no solo es un monumento histórico, sino también un reflejo del alma de un gobernante que buscó la armonía entre el hombre, la naturaleza y el cielo. Un rincón de Huế donde la historia, la espiritualidad y la vida cotidiana se encuentran en un equilibrio tan perfecto como el que él soñó para su reino.




















TUMBA IMPERIAL DE THIEU TRI 

Cuando terminamos nuestra visita a la tumba de Minh Mạng, volvemos a coger la moto para dirigirnos a otras tumbas, conscientes de que no iban a ser tan espectaculares como las anteriores. Por el camino  tenemos que volver sobre nuestros pasos, ya que la tumba que íbamos a ver, la del emperador Thiệu Trị, se encuentra aproximadamente a medio camino entre la tumba de Minh Mạng y la de Tự Đức, a unos 10 minutos en moto desde la primera.

Para alcanzar la tumba hay que tomar una desviación de la carretera y entrar por un camino secundario. Allí se encuentra una caseta con guardias que cobran la entrada, aproximadamente un euro al cambio. A diferencia de las tumbas anteriores, no había casi nadie; la visitamos prácticamente solos, lo que permitió disfrutar del lugar con tranquilidad y sin multitudes.

El emperador Thiệu Trị (1807–1847), cuyo nombre de nacimiento fue Nguyễn Phúc Miên Tông, fue el tercer emperador de la dinastía Nguyễn, gobernando Vietnam entre 1841 y 1847 tras la muerte de su padre, Minh Mạng. Durante su breve reinado continuó muchas de las políticas de su predecesor, manteniendo un gobierno basado en el confucianismo, con autoridad central fuerte y resistencia frente a la influencia occidental. Aunque su mandato fue corto, fomentó la cultura, la poesía y la arquitectura, y supervisó la continuación de varios proyectos imperiales iniciados por su padre.

Thiệu Trị se mantuvo firme frente a la presión de las potencias europeas, especialmente Francia, que empezaba a interesarse cada vez más por Indochina. Murió repentinamente en 1847, tras solo seis años de reinado, y fue sucedido por su hijo Tự Đức, cuyo mausoleo habíamos visitado por la mañana.


La tumba de Thiệu Trị, llamada Xương Lăng, no fue construida por él mismo debido a la brevedad de su reinado, sino por orden de Tự Đức. Está rodeada por un lago que la bordea por completo, aunque, a diferencia de las otras tumbas, su entorno se ve un poco más asalvajado y menos cuidado. Cruzando el lago se llega a la escalinata de entrada, que culmina en una gran puerta de tres arcos, dando acceso al Patio de los Mandarines. Este patio asciende en niveles a lo largo del eje central que cruza la tumba, en consonancia con los principios del feng shui, como es habitual en los mausoleos imperiales.

Al final de la escalinata se encuentra una nueva puerta monumental también con tres entradas, recién restaurada, que resalta por los vivos colores rojos y dorados de su madera. Más allá de esta puerta, llegamos al Bai Đình, el templo donde se honra la memoria del emperador. En su interior se encuentra mobiliario y altares conmemorativos, todo dispuesto para la realización de ceremonias y ofrendas.

En la parte trasera de la tumba se encuentra el túmulo que alberga la cámara funeraria del emperador, aunque la zona está bastante deteriorada y no se puede acceder al interior.

Como conclusión, puedo decir que, a pesar de su simbolismo como mausoleo del tercer emperador de la dinastía Nguyễn, esta tumba refleja una menor importancia histórica y arquitectónica en comparación con las anteriores. Sus dimensiones son más reducidas, los acabados menos elaborados y el conjunto menos impactante visualmente. Por ello, si se dispone de poco tiempo, considero que es prescindible y que merece más la pena concentrarse en las tres tumbas anteriores, que ofrecen una experiencia mucho más completa y memorable.

Después de la visita a la tumba, decidimos hacer una de las experiencias más divertidas que puedes vivir en Huế: disfrazarte de emperador y emperatriz. Varias tiendas por la ciudad ofrecen esta actividad, donde puedes vestirte con trajes tradicionales imperiales y posar entre palos de incienso de colores, creando un ambiente que parece sacado de otra época.

Por unos pocos euros, tendrás la oportunidad de sentirte parte de la historia de la antigua ciudad imperial, aunque sea solo por un momento. Es una experiencia curiosa, fotogénica y muy divertida, ideal para cerrar el recorrido por las tumbas con un toque ligero y diferente.

Nosotros encontramos la nuestra en la calle Huyền Trân Công Chúa, donde hay varios establecimientos que ofrecen este servicio. No dejes de vivirlo si pasas por Huế —es una forma encantadora de llevarte un recuerdo original y lleno de color.

 



TUMBA IMPERIAL DE DONG KHANH


La última tumba que visitamos en nuestro recorrido por Huế fue la del emperador Đồng Khánh, situada a pocos minutos de la tumba del emperador Tự Đức, la primera que habíamos visto por la mañana. Aunque se trata de una de las tumbas menos visitadas, nos sorprendió mucho tanto por su tamaño como por los pequeños tesoros que esconde entre su frondosa vegetación.



El emperador Đồng Khánh (1864–1889) fue el undécimo soberano de la dinastía Nguyễn. Reinó entre 1885 y 1889, en plena época de dominación francesa, un periodo convulso en el que Vietnam se encontraba bajo fuerte influencia colonial. Los franceses lo colocaron en el trono tras la deposición de su antecesor, Hàm Nghi, y durante su breve reinado se mostró colaboracionista con la administración colonial, tratando de mantener cierta estabilidad interna y de consolidar la autoridad imperial bajo supervisión francesa. Su poder real, sin embargo, era muy limitado.









Murió joven, con apenas 25 años, dejando tras de sí un reinado corto y marcado por la intervención extranjera. Tras su muerte, su hijo Khải Định —el mismo cuya majestuosa tumba visitamos durante la mañana— supervisó la construcción de su mausoleo, finalizado en 1923.

Cuando llegamos, apenas había visitantes. Poco a poco empezábamos a darnos cuenta de que la mayoría de los tours organizados solo llevan a los turistas a las tres tumbas más famosas (Tự Đức, Minh Mạng y Khải Định), dejando el resto para viajeros con más tiempo o curiosos que exploran por libre. Y precisamente por eso, la visita a la tumba de Đồng Khánh se siente diferente: más tranquila, más auténtica, más íntima.

El conjunto está formado por tres grandes áreas: el Patio y Templo principal, la zona del túmulo imperial y el túmulo funerario secundario.


La entrada se encuentra frente a un gran lago —algo habitual en los complejos funerarios de los emperadores Nguyễn—. Se cruza un pequeño puente y se accede al recinto por una puerta flanqueada por las tradicionales estatuas de mandarines, elefantes y caballos, que custodian simbólicamente el descanso del emperador.

A continuación se extiende el patio Bai Dinh, con sus dos filas de estatuas de mandarines civiles y militares, elefantes y caballos de piedra. Este patio sirve de antesala al Templo Ngưng Hy, donde se honra la memoria del emperador. En su interior destacan los altares conmemorativos y el mobiliario lacado y dorado, característico de la época, que conserva el brillo solemne del arte imperial vietnamita.

Esta zona central es relativamente pequeña si la comparamos con las primeras tumbas que visitamos, pero el complejo completo es sorprendentemente extenso. Desde el templo hasta el túmulo imperial hay unos cinco minutos caminando entre un bosque denso y frondoso. El túmulo, rodeado por una antigua muralla parcialmente cubierta de vegetación, se alza en medio de un entorno natural muy evocador, aunque algo deteriorado por el paso del tiempo.

Tumba del Emperador Dong Khanh

Personalmente, me gustó incluso más la zona del túmulo secundario, situada a la espalda del templo principal y también a unos cinco minutos andando del túmulo imperial. En esta área fueron enterrados príncipes y miembros de la familia del emperador Đồng Khánh, pertenecientes a la cuarta generación de la dinastía Nguyễn. 

Entrada a los túmulos de la familia Imperial


No debes perderte las cerámicas decorativas que adornan los muros de los pequeños templetes que anteceden a las tumbas: son verdaderas joyas artísticas que muestran escenas de la vida cotidiana vietnamita del siglo XIX.



Nos sorprendió la atmósfera tranquila que se respiraba al caer la tarde. Aunque esta tumba no alcanza la grandiosidad de las de Tự Đức, Minh Mạng o Khải Định, sí la incluiría entre las más recomendables por su autenticidad y su entorno natural.

Al salir del recinto aún nos quedaban un par de horas de luz, así que decidimos cambiar de escenario y ponerle un toque distinto al día: nos dirigimos hacia las ruinas del Parque Acuático Abandonado de Huế, un lugar tan curioso como misterioso, y después buscamos un sitio desde donde contemplar la puesta de sol sobre el río Perfume, el cierre perfecto para un día lleno de historia, paisajes y descubrimientos.


VISITA AL PARQUE ACUATICO ABANDONADO

Una de las visitas más extrañas —y curiosamente fascinantes— que hemos hecho en Vietnam fue la del parque acuático abandonado de Huế. La verdad es que fuimos por tres motivos muy sencillos: lo habíamos visto en Instagram y nos picó la curiosidad, teníamos tiempo libre y, sobre todo, teníamos moto para llegar hasta allí. Si te falta alguna de estas tres cosas, sinceramente, no merece la pena invertir tiempo en esta visita.

Desde la tumba del emperador Đồng Khánh, la última que habíamos visitado, nos llevó unos 15 minutos en moto. Nada más llegar, y aunque el sitio está completamente abandonado, te encuentras con un improvisado aparcamiento donde te cobran una pequeña cantidad por dejar la moto, supuestamente para “mantener” el lugar. Son unos 40 céntimos al cambio, así que uno paga sin darle demasiadas vueltas, aunque la situación es un tanto surrealista.


El parque, llamado Hồ Thủy Tiên, fue inaugurado en 2004 con la intención de convertirse en un gran complejo recreativo familiar junto al lago del mismo nombre, a unos 10 kilómetros del centro de Huế. La idea era crear un parque moderno con atracciones acuáticas, un acuario, restaurantes y espectáculos, pensado para atraer tanto a locales como a turistas.

Pero la realidad fue muy diferente. Apenas abierto, el parque nunca llegó a funcionar plenamente. La gestión fue un desastre: las infraestructuras quedaron a medio construir, el acceso era complicado y los visitantes escaseaban. Al poco tiempo, el proyecto fue abandonado por completo, y la naturaleza comenzó a recuperar el espacio, cubriéndolo de maleza y humedad.

La visita hoy consiste en pasear entre las ruinas y dejarse llevar por la atmósfera casi postapocalíptica del lugar. Lo más impresionante, sin duda, es el enorme dragón que emerge del lago: una estructura de varias plantas que servía de mirador y albergaba en su interior un acuario. Subir por sus escaleras oxidadas y asomarse desde la boca del dragón es una de esas experiencias que se quedan grabadas.

Siguiendo el camino encontrarás también toboganes cubiertos de óxido, los restos del anfiteatro y esculturas semienterradas entre la vegetación, como si estuvieras caminando por un escenario de The Walking Dead


El silencio, interrumpido solo por el canto de las ranas o el viento entre los árboles, hace que la sensación de abandono sea todavía más intensa.

Es, sin duda, un lugar extraño y decadente, pero con un encanto muy particular. No tiene el esplendor de las tumbas imperiales ni la solemnidad de los templos de Huế, pero sí ofrece una mirada distinta a la historia reciente de Vietnam.


ATARDECER EN EL RIO PERFUME

Para cerrar nuestro día en Huế, antes de regresar al hotel y tomar el transporte privado hacia Da Nang, decidimos darnos un último capricho: disfrutar del atardecer sobre el río Perfume. No podíamos marcharnos sin volver a ver cómo el sol tiñe de tonos dorados y rosados las aguas tranquilas de este río tan emblemático.



En el camino de regreso desde el parque acuático abandonado hasta el centro de Huế, nos detuvimos en una de las muchas cafeterías que salpican la carretera, y elegimos el Tiệm cà phê Hạt Đậu Nhỏ, un rincón encantador con una terraza escalonada en bancales que desciende hacia el agua. Desde allí, mientras degustábamos un delicioso café de huevo, contemplamos cómo el sol se despedía lentamente detrás de las montañas.



Fue uno de los atardeceres más hermosos que hemos vivido en todos nuestros viajes, un momento de calma y belleza que te recomendamos no perderte si visitas Vietnam.