MUA CAVES
En nuestro último día en Tam Coc teníamos prevista una jornada más relajada: subir a las Mua Caves y desplazarnos después a la antigua capital, Hoa Lu. El día anterior habíamos cambiado nuestros planes por el mal tiempo, esperando que al siguiente hubiese mejorado. Desgraciadamente no fue así; amaneció igual que el día anterior, nublado y con amenaza de lluvia.

Como no disponíamos de más días en Tam Coc y no queríamos marcharnos sin visitar las Mua Caves, no nos quedó otra que arriesgarnos. Cogimos la moto y pusimos rumbo a nuestro destino porque, al menos a primera hora, no estaba lloviendo. Mua Cave está a unos diez minutos en moto del centro de Tam Coc, y se puede llegar prácticamente hasta la misma entrada. Ojo: Si vas en moto, intentarán pararte, incluso poniéndose delante de la carretera, para que aparques en su aparcamiento, pero te recomiendo seguir hasta la entrada, donde encontrarás un espacio para dejar la moto justo al lado de las taquillas y evitarás una buena caminata. La entrada a las Mua Caves cuestan 100.000 VND y el parking unos 20.000 VND.

Aunque se llamen Mua Caves, cuevas hay pocas y de escaso interés. Lo verdaderamente relevante son los dos miradores a los que se accede tras subir más de 500 escalones. Es una subida dura, no te lo voy a negar, pero las vistas desde arriba son, sin duda, de las mejores de todo Vietnam.

Tras pagar la entrada comenzarás a caminar hacia el centro del recinto, donde hay un restaurante, y justo detrás empieza la subida. Antes habrás dejado a un lado unas plantaciones de loto, pero cuando fuimos apenas había flores y las pocas que quedaban estaban en mal estado.


Los escalones no son complicados, el problema es que son muchos. A mitad de camino hay una bifurcación: si tomas el camino de la izquierda llegarás al mirador más alto, donde hay una pequeña pagoda y unas vistas espectaculares de los arrozales y del río Ngo Dong con sus barcazas que salen del centro de Tam Coc. Desde este punto también se ve el otro mirador, el que sale de la bifurcación y queda a menor altura. Puedes quedarte en la cima todo el tiempo que quieras; las vistas son sencillamente increíbles y te quedas absorto contemplándolas.

Después de un buen rato comenzamos a bajar y, a mitad de camino, tomamos la bifurcación para subir al segundo mirador. Esta subida es algo más complicada porque los escalones son más estrechos y empinados, pero aun así merece la pena: ofrece otra perspectiva de la zona, especialmente del mirador principal con su pagoda y la escultura del dragón que recorre la montaña.

Tras las fotos de rigor —y después de ver cómo algunos ponen en peligro su integridad física por una foto— empezamos a descender. Pero a mitad de camino se desató la tormenta. “Empezar a llover” no es la expresión adecuada: aquello fue un auténtico diluvio. No teníamos dónde cobijarnos y, aunque llevábamos impermeables, eran totalmente insuficientes para semejante aguacero… Lo peor es que aún nos quedaban más de 300 escalones para llegar a un sitio donde resguardarnos. Cuando por fin alcanzamos el restaurante, encontramos a decenas de personas tan empapadas como nosotros, escurriendo la ropa y esperando que el diluvio amainara.


La tormenta tardó más de media hora en parar. Cuando recuperamos fuerzas y nos secamos un poco, volvimos a por la moto dispuestos a dirigirnos a nuestra última visita en Tam Coc: los restos de la antigua capital vietnamita, Hoa Lu.
LA ANTIGUA CAPITAL DE VIETNAM: HOA LU
El camino hasta Hoa Lu no fue especialmente largo —algo más de media hora en moto—, pero sí incómodo. Las carreteras estaban en mal estado, agravado por el diluvio que había caído hacía apenas una hora. La parte positiva fue el paisaje del trayecto, aunque seguramente en un día seco y soleado habría sido mucho mejor. Al menos, después de la tormenta, el tiempo nos respetaba.
Al llegar empezaron a aparecer personas ofreciéndonos aparcamiento gratuito para la moto. Conviene saber que “gratis” significa que debes consumir algo; si no lo haces, te invitan a marcharte, como nos ocurrió a nosotros. Finalmente aparcamos sin problema justo al lado, sin pagar nada. Desde allí caminamos hasta la entrada, pagamos los 20.000 VND y accedimos al recinto.
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LA ANTIGUA CAPITAL DE VIETNAM: HOA LU |
Hoa Lu fue la primera capital de Vietnam unificado durante los siglos X y XI. Aquí se asentaron las dinastías Dinh y Le, responsables de unificar el país y defenderlo de las invasiones chinas. Hoy solo quedan algunos templos dispersos, separados entre sí, por lo que hay que caminar un poco para visitarlos. No son grandes, especialmente si los comparamos con otros templos que habíamos visto durante el viaje.
El acceso se realiza cruzando un puente decorado con banderas budistas. Al otro lado aparece el primero de los dos templos principales.
Templo de Dinh Tien Hoang
El templo de Dinh Tien Hoang es el más llamativo del conjunto. Se llega a él cruzando un pequeño puente de piedra sobre un estanque con lirios, que le da un toque fotogénico sin grandes pretensiones.
La entrada principal es un pórtico tradicional vietnamita, de madera y tejas curvadas. Una vez dentro, se encuentra un patio amplio, rodeado de muros bajos y enmarcado por montañas kársticas. El templo está dedicado a Đinh Bộ Lĩnh, fundador de la dinastía Dinh y primer emperador de Vietnam tras la unificación.


El interior se organiza en varios pabellones alineados. El primero es el más luminoso y suele concentrar a la mayoría de los visitantes. A medida que avanzas hacia las salas posteriores, el espacio se hace más oscuro y decorado: paneles de madera tallada, altares en rojo y dorado y figuras que representan al emperador y a sus mandos militares.

Es un templo relativamente pequeño, pero bien conservado. Al ser el más vistoso, suele tener más gente, aunque nunca hasta el punto de resultar agobiante. Combina arquitectura tradicional, algo de historia y un entorno natural que suma mucho a la visita.
Templo de Lê Đại Hành
A pocos metros está el templo dedicado a Lê Đại Hành, sucesor de la dinastía Dinh. Su entrada es más modesta: un pequeño patio, algunos árboles que dan sombra y un pasillo que conduce al primer pabellón.
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| Lê Đại Hành |
La estructura sigue el diseño típico de los templos vietnamitas: pabellones consecutivos, cada uno más cerrado y oscuro. En el primero suele haber una zona para incienso y ofrendas; en los interiores se encuentran las estatuas del emperador y de figuras importantes de su corte.
En comparación con el templo de Dinh Tien Hoang, este es más sobrio. No hay estanque, ni colores tan vivos, ni decoraciones tan detalladas. Aun así, refleja bien el cambio de dinastía y la etapa más compleja que le tocó gobernar a Lê Đại Hành.


La ventaja es que suele haber menos visitantes, lo que permite recorrerlo con calma, fijarse en la carpintería, en los objetos antiguos y sacar fotos sin esperar turno.
En conjunto, es menos llamativo que el primero, pero aporta contexto histórico y completa bien la visita.

Tras recorrer ambos templos dimos un paseo por los alrededores. En los caminos cercanos se mezclan templos, arrozales, casas tradicionales y búfalos pastando con total normalidad, una imagen muy típica de la zona.

La visita a Hoa Lu no es larga ni espectacular en comparación con otros puntos de Ninh Binh, pero es un buen complemento si te interesa la historia del país o si simplemente quieres conocer un lugar tranquilo, sin excesos turísticos y fácil de recorrer.
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