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LISBOA


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PRIMER DÍA: MONASTERIO DE LOS JERÓNIMOS, MONUMENTO A LOS DESCUBRIDORES, TORRE DE BELEM, BASÍLICA DE LA ESTRELLA, ASAMBLEA NACIONAL, PLAZA LUIS CAMOES, RUA GARRET



Y por fin llegamos a Lisboa a la caída de la tarde, gracias al navegador encontramos rápidamente a la Calcada da Sao Vicente, la calle donde habíamos alquilado la casa, situada en pleno barrio de la Alfama, muy cerca de la Iglesia de San Vicente da Fora y del Panteón Nacional y a unos pasos del mercado de los Sábados, el Mercado de Santa Clara da Feria da Ladra. 








La verdad es que cuanto más nos situábamos, mas claro teníamos la buena ubicación en la que estábamos ya que fuimos andando prácticamente a todos lados, y cuando no teníamos ganas, el famoso tranvía 28, paraba justo al lado de la casa, por lo que solo teníamos que bajar a la parada.
Llegamos a la caída de la tarde y tras dejar las maletas nos dispusimos a dar un breve paseo por los alrededores de la casa, más que nada para situarnos. Muy cerca de nuestro alojamiento encontramos la primera grata sorpresa, el Mirador dos Portas do Sol. Desde allí, y dando la espalda a la Iglesia de Santa Lucía, vimos nuestra primera puesta de Sol en Lisboa. Desde este punto, además de ver la desembocadura del Tajo, se puede ver perfectamente como se alza la Iglesia de Sao Vicente da Fora entre las casas del Barrio de la Alfama.

Mirador dos Portas do Sol

Al día siguiente teníamos previsto un día movidito, y es que nuestra intención era dirigirnos bien temprano hacia el Monasterio de los Jerónimos y aprovechar para una vez allí para ver el Monumento a los Descubridores y la Torre de Belén, y aprovechar para degustar los famosos "Pasteis da Belem", y es que combinar lo cultural y lo gastronómico nos pierde.

Catedral de Lisboa y el tranvía 28


Como quiera que estábamos cerca del centro, aprovechamos para bajar andando desde la Alfama hasta la Plaza do Comercio, verdadero centro neurálgico de Lisboa. Al bajar pasamos por otro de los famosos miradores, el Mirador de Santa Lucía. Un poco más adelante nos encontramos con uno de los imprescindibles de Lisboa, su catedral, o como ellos llaman la Se de Lisboa.




Plaza del Comercio


Una vez llegamos a la plaza del Comercio, y tras desayunar en un bar cercano  Allí cogimos el tranvía nº 15, o como los lisboetas llaman "el eléctrico", ya que no es un de estos tranvías antiguos que circulan por la Alfama y por el centro, sino un moderno tranvía, amplio y cómodo, pero atestado de turistas y en el que tienes que tener mucho cuidado con los carteristas. Este tranvía conecta el barrio de Baixa con el barrio de Belem.

Estatua de Don Juan I





La Plaza del Comercio, es impresionante por su amplitud y por su vistosidad. Destaca el Arco da Rua Augusta, que da acceso a la Rua Augusta, calle peatonal repleta de comercios de alto standing y de gran animación. En lo alto del arco existe un mirador que se accede desde uno de los laterales del arco y que es de pago.




En el centro de la plaza, la estatua de Don Juan I, el Rey portugués que ordenó, junto a su valido el Marques de Pombal,  la reconstrucción de Lisboa tras el maremoto que asoló la ciudad en el año 1755. 

Como dije antes, cogimos el Eléctrico número 15 y tras más de media hora de trayecto llegamos al Barrio de Belem. Antes que nada, decir lo que hay que hacer para viajar en los tranvías, el eléctrico o el metro. Puedes pagar el billete sencillo, que cuesta 2,90 euros, o bien sacarte una tarjeta que puedes recargar diariamente y viajar cuantas veces quieras, con un descuento en los viajes o tarifas especiales. Para comprar esta tarjeta y cargarla por días, puedes encontrarlas en algunos quioscos y en todas las paradas de metro.

Monasterio de los Jerónimos


Llegamos al Monasterio de los Jerónimos poco antes de la hora de apertura, que eran las 10 de la mañana, y menos mal que lo hicimos pues solo hicimos cola unos diez minutos, teniendo en cuenta que la cola cuando salimos del monasterio tendría que ser de al menos dos horas. Nos costó 10 euros, aunque hay entradas combinadas con la Torre de Belem y con el Palacio de Ajuda (Palacio donde residían los reyes portugueses).

El Monasterio se inició en el año 1501 y fue terminado a finales del siglo XVI. Se construyó para conmemorar el Viaje de Vasco de Gama, y arquitectónicamente está realizado en estilo manuelino, un estilo mezcla del gótico tardío y el renacimiento.

Claustro del Monasterio de Los Jerónimos
Nada más entrar nos encontramos con su impresionante claustro, de doble altura y donde cada rincón encierra un bello detalle escultórico. El conjunto es sobrecogedor, pocas sitios impresionan tanto como el claustro de este monasterio. Desde la segunda planta se accede a coro alto de la Iglesia y también a una sala donde está la tumba de Fernando Pessoa, poeta portugués de comienzos del siglo XX.








En la planta baja del claustro, podemos encontrar el refrectorio, lugar donde comían los monjes Jerónimos. En la sala, aun se exponen fotografías de como era el refrectorio, con estructuras de sillares de madera a ambos lados de la sala, donde se instalaban los monjes para comer, mientras uno de ellos leía las santas escrituras. Hoy en día, esta estructura ha desaparecido, pero se pueden contemplar los hermosos azulejos que decoran la sala.


Detalle de una gárgola.


Refrectorio del Monasterio de los Jerónimos


Como decía, desde la planta superior del claustro se puede acceder al coro Alto de la Iglesia, desde allí, y presidido por un cristo, se tiene una vista espectacular de la iglesia, de sus cúpulas y vidrieras.


Una vez dejamos el claustro, entramos en la Iglesia del monasterio, que ya habíamos visto desde el coro alto. En la iglesia llama la atención dos tumbas, una a la derecha, de Luis de Camoes, y otra a la izquierda, la del famoso navegante Vasco de Gama, quien abrió el camino a la India, para la el Imperio portugués, con las grandes riquezas provenientes del comercio de las especias. A modo de ejemplo, la pimienta negra, se pagaba en Europa en la Edad Media, más cara que el oro, por lo que controlar esta ruta era vital para cualquier nación Europea, y convirtió a los reyes en los más ricos de la cristiandad. En la iglesia se encuentran además enterrados varios reyes portugueses como Manuel I y Enrique I, así como la tumba vacía de Don Sebastian, muerto en la batalla de Azalquivir, y de quien nunca se recuperó su cuerpo. A raíz de la muerte sin descendencia de Don Sebastian, heredó la Corona portuguesa Felipe II de España, por lo que las coronas de España y Portugal se unirían por casi 100 años, con los reyes españoles Habsburgos, conocidos en Portugal como los reyes "filipinos" (de Felipe II a Felipe IV). 


Tumba de Vasco de Gama
Tumba de Don Sebastian


Dejamos el Monasterio de los Jerónimos y tras cruzar un gran jardin conocido como Plaza do Imperio, alcanzamos el Monumento a los Descubrimientos. El monumento, de la mitad del siglo XX, tiene la forma de una carabela con el escudo de Portugal en los lados y la espada de la Dinastía de Avís sobre la entrada. Enrique el Navegante se alza en la proa, con una carabela en las manos. En las dos filas descendientes de cada lado del monumento, están las estatuas de héroes portugueses fuertemente ligados a los Descubrimientos, así como famosos navegantes, cartógrafos y reyes.






Tras las fotos de rigor, seguimos caminando paralelamente a la desembocadura del Tajo, hasta alcanzar las inmediaciones de otro de los imprescindibles de Lisboa, la Torre de Belem. Se construyó a comienzos del siglo XVI en estilo manuelino, y sirvió como torre de defensa del estuario del Tajo. Con los tiempos y la desaparición de riesgos de ataques, se usó como prisión y como faro. Hoy en día, si tienes paciencia para hacer cola, se pueden visitar sus cinco pisos, cada uno de ellos de reducidas dimensiones, aunque yo me quedaría con las vistas al Estuario que hay desde su terraza.


Torre de Belem
Tras esta jornada matutina, y después de probar los deliciosos Dulces de Belem, volvemos a coger el eléctrico (nº 15) y nos dirigimos al centro. Vamos al barrio Alto, a la plaza de las flores, donde nos habían recomendado el restaurante "Pao da Canela", donde la verdad comimos muy bien, aunque nada comparable a nuestros almuerzos en Evora y Monsaraz.

Terminamos nuestro almuerzo y tras subir unas interminables cuestas, nos acercamos a la Basílica de la Estrella, ordenada construir por la Reina María I, en agradecimiento por el nacimiento de un heredero hijo varón. Lamentablemente el niño murió dos años antes de terminarse. De estilo neoclásico, en su interior se puede encontrar la tumba de la reina



Basílica de la Estrella








Del Barrio Bajo nos dirigimos ahora hacia la Plaza Luis de Camoes, pero antes hacemos una breve parada en la Asamblea nacional, en el Palacio de Sao Bento, donde reside el Parlamento Portugués desde 1834. El edificio fue construido en el siglo XVI para funcionar como monasterio, pero con el paso del tiempo recibió numerosas remodelaciones que modificaron mucho su estructura.




Asamblea Nacional



Desde allí comenzamos a subir hasta el Mirador de San Pedro de Alcántara, aunque ya la noche se nos ha echado encima. El ambiente es muy animado, con terrazas abiertas a pesar del frío y algún que otro mercadillo navideño. Desde el mirador se puede ver el Castelo de San Jorge y todo el centro de Lisboa. Aprovechamos para ver la pequeña iglesia del Convento de San Pedro de Alcántara, que puedes pasar fácilmente por alto si no vas con intención de verla, aunque yo la recomiendo pues aun siendo pequeña es muy singular, ya que todas las paredes de la Iglesia, están decoradas con azulejos azulados, con distintas escenas bíblicas.

Convento de San Pedro de Alcántara

Anochece ya y vamos de retirada, pasamos por la Plaza Luis de Camoes, repleta de gente, y desde allí por la Rua Garret, donde se encuentran las tiendas y centros comerciales de mayor poder adquisitivo de Lisboa. Las calles están adornadas en navidad, aunque he de reconocer que nada comparable a lo que podemos ver por España, es todo más sobrio.

Plaza Luis de Camoes


Rua Garret





Terminamos la noche con una cena en un restaurante cerca de nuestro alojamiento, donde además podía escucharse Fado, así que un día completo, del que acabamos agotados.


SEGUNDO DÍA: IGLESIA DE SAN VICENTE, FEIRA DA LADRA, PANTEÓN NACIONAL, CATEDRAL DE LISBOA Y CONVENTO DO CARMO



Tranvía 28
Nos levantamos temprano para ir al mercado de Ladra, a muy pocos pasos de donde nos quedabamos a dormir, y aprovechamos de camino para visitar la Iglesia de San Vicente da Fora. 


Justo antes de llegar nos cruzamos con el famoso tranvá 28, que a estas horas de la mañana va casi vacío. Buscamos un sitio para desayunar, pero el barrio no se ha levantado aún, así que confiamos en hacerlo una vez lleguemos al mercado de Ladra.


Llegamos en pocos minutos a la Iglesia de San Vicente da Fora. Los orígenes de esta gran iglesia datan del año 1147 cuando el primer rey de Portugal Alfonso Enríques la ordenó construir para albergar el cuerpo de San Vicente, quien murió en una batalla contra los musulmanes y que más tarde fue nombrado patrón de la ciudad. La iglesia que podemos ver hoy, con una gran fachada flanqueada por dos torres se inicio en 1582 durante el reinado de Felipe II y se terminó casi 50 años mas tarde. Durante el terremoto de 1755 fue dañada su cúpula principal y el techo, por lo que tuvo que ser nuevamente restaurada, aprovechando la Dinastía Braganza para instalar en el antiguo refectorio el panteón de la dinastía.

En su interior destaca el baldaquino barroco y los paneles de azulejos del claustro con escenas de la conquista de Portugal. También como decía antes están las tumbas de la familia Bragança, última dinastía que reinó en Portugal.










Llegamos al Mercado de Ladra en menos de cinco minutos, muchos de los tenderetes aún los están montando, por lo que aprovechamos para desayunar en un bar dentro del mismo mercado. El mercado es muy curioso, si vas esperando encontrar ropa, souvenirs o artículos nuevos, vas mal encaminado, sin embargo, si eres un amante de las antigüedades, curiosidades o simplemente los artículos de segunda, tercera o cuarta mano, este es tu sitio. El mercado de Ladra es lo más parecido al rastro madrileño o al mercadillo de la Alameda de Hércules de Sevilla, encuentras de todo y de nada... en cualquier caso es curioso pasear por las callejuelas que crean los propios puestos, y ver desde relojes antiguos, hasta muñecas a las que le faltan los brazos y las piernas. Una recomendación, mejor ir temprano porque a eso de las 12 se pone imposible.

Panteón Nacional
Aprovechamos que están instalando muchos puestos, para acercarnos al Panteón Nacional, que está a dos minutos andando del Mercado de Ladra.

El panteón nacional está ubicado en la iglesia desacralizada de Santa Engracia, y necesito mas de trescientos años para acabarse. La entrada cuesta 4 euros, y desde mi punto de vista merece la pena verlo, a pesar de que no es uno de los sitios más destacado de Lisboa.



El panteón contiene las tumbas y cenotafios de portugueses ilustres. Así por ejemplo, están los cenotafios (tumbas vacías) de Vasco de Gama, o Luis de Camoes... y varias tumbas de escritores, presidentes de la república, militares, cantantes de fado e incluso del futbolista Eusebio.

De su interior cabe destacar su inmensa cúpula de mármol, que puedes rodear desde la altura y sobre todo, la posibilidad de subir hasta la mismísima cubierta, donde se pueden disfrutar de las hermosas vistas sobre el barrio de la Alfama y el estuario del Tajo.






Como decía antes, despues de subir muchas escaleras, se puede rodear el interior de la cúpula y hacer fotos desde la altura impresionantes... No aptos para personas con vértigo...




Desde la cubierta de la iglesia tendrás unas maravillosas vistas, que te harán pasear por ellas disfrutando de cada esquina... de frente el estuario del Tajo, con el puente 25 de Abril al fondo, y al otro el Barrio de la Alfama, con sus calles estrechas y sus casas cubiertas de azulejos.




Dejamos ya el Panteón Nacional y volvemos sobre nuestros pasos, pasamos ahora por delante del mirador de Santa Lucía, a estas horas repleto de gente, y tras unos minutos mas llegamos a la Catedral. Aprovechamos que hoy está abierta y entramos.


La Catedral de Lisboa o Catedral de Se, es uno de los pocos monumentos supervivientes a los sucesivos terremotos e incendios que han asolado la ciudad. Su construcción comenzó a mediados del siglo XII, cuando Alfonso Henríquez y el primer obispo de Lisboa, Gilbert de Hastings, decidieron levantarla sobre una antigua mezquita tras reconquistar la ciudad a los musulmanes durante la Segunda Cruzada.

Aunque por fuera, su estilo es claramente románico, con dos grandes torres y un enorme rosetón en su fachada. Su interior sorprende por ser de un estilo completamente distinto, el gótico. 





Catedral de Lisboa y el tranvía 28



Elevador de Santa Justa
Acabamos la visita y aprovechamos el resto de la mañana para pasear por el centro, ver tiendas, comprar latas de conservas de sardinas, atún y caballa (famosas en Lisboa) y en ir a comer a la Cerveceria Trinidades, isntalada en un antiguo convento en la Rua da Trinidade. Allí podrás disfrurar de una gran variedad de cerveza artesana, mariscos y especialidades portuguesas. Un sitio curioso donde ir, un poquito elevado de precio, pero es que el sitio se paga...

Terminamos de comer y pasamos por el famoso Elevador de Santa Justa, aunque en su inauguración se llamó Elevador do Carmo. Se construyo para conectar el barrio de La Baixa con el barrio Alto, y cuando se construyó a comienzos del siglo XX fue toda una revolución para la ciudad. En sus orígenes funcionaba con una maquina de vapor y solo al cabo de unos años se instalaron motores eléctricos. Hoy en día se ha convertido en una atracción turística de primer orden en Lisboa, y siempre la encontrarás rodeada de turistas deseosos de subir sus 45 metros de altura para contemplar sus maravillosas vistas.

Convento do Carmo
Última visita cultural del día, el Convento do Carmo, o también llamado Museo do Carmo, ya que allí hay instalado un Museo arqueológico. Tal vez lo primero que llama la atención del Convento do Carmo es el hecho de que esté semiderruido, porque este hecho evoca siempre épocas anteriores, una historia tortuosa y seguramente singular. Y es que el Convento do Carmo, fundado a finales del Siglo XIV, contenía la iglesia gótica más grande de la ciudad de Lisboa, hasta que el famoso terremoto que asolo la ciudad en 1755 lo dejo en ruinas. Su entrada cuesta 3,5 euros y aunque no te llevará más de una hora verlo, merece la pena pagar la entrada.






Del Monasterio do Carmo, se conserva su fachada principal, en cuya puerta de entrada se encuentran las taquillas. Nada más entrar nos encontramos en la nave principal, de donde se conservan algunos pilares, y los arcos entre ellos, donde se observa aún el estilo gótico de la iglesia, con arcos apuntados entre los pilares. A ambos lados de la nave principal se ven las naves laterales, donde se han instalado distintos restos arqueológicos pertenecientes a la iglesia.




La iglesia nunca fue reconstruida, hubo un intento de reconstrucción durante el reinado de la Reina María I, pero no se llevó a término, existiendo restos de esta reconstrucción en el revestimiento interno de los muros, o en las ventanas.

Conforme seguimos caminando y viendo los distintos restos, llegamos al transepto, que es esa parte de la iglesia a modo de pasillo que cruza la nave principal, formando la cruz en los planos de las iglesias. A un lado vemos, bajo uno  de los grandes ventanales una gran estatua de S. Juan Nepomuceno, y en el otro extremo, gran cantidad de lápidas y escudos heráldicos de las dinastías y nobleza portuguesa.

Dejamos el transepto y entramos en la única parte cubierta de la iglesia, que es donde estaba el altar y el ábside y donde se han instalado el museo cubierto. Es muy pequeño y apenas tiene cuatro o cinco salas, pero al ser tan recogido y en un entorno tan histórico, te transmite sensación de paz y recogimiento. Dentro del museo hay objetos tan variados, como el proyecto de la  tumba de María I, más escudos heráldicos, azulejos con motivos religiosos y hasta dos momias de niños traídas del Perú.

Tras un buen rato paseando entre las ruinas, dejamos el museo del Carmo y nos decidimos bajar hacia la Plaza del Rossío, otro de los lugares con mayor animación de Lisboa.




Noria hecha con latas de sardinas
Cuando llegamos a la Plaza del Rossío, anduvimos un rato por las tiendas, y es que esta plaza está completamente llena de ellas, aunque sin duda la que mas nos llamo la atención fue una tienda dedicada a las latas de sardinas. Y es que hay gente con muchas luces, pues si la sardina es un producto típico de Portugal, y es un producto relativamente barato, la mejor forma de ponerlo en valor es disfrazarlo como un producto de categoría. Ni cortos ni perezosos, han cogido las sardinas y las han envasado en latas con un diseño extraordinario, en donde está grabada los distintos años desde 1900 hasta el 2017, con un acontecimiento histórico que pasó ese año. Cientos de turistas, compraban como souvenir una lata de sardinas con su año de nacimiento, de boda o de cualquier acontecimiento que les recordase algo, pasando a pagar por una simple lata de sardinas, 7 euros...  Claro, todo ello en una tienda, espectacularmente decorada, que llamaba la atención a todo el que pasase cerca...

Antes de abandonar la Plaza del Rossio, destacar a un extremo de la misma el Teatro Nacional María II, de estilo neoclásico.



El resto del día lo pasamos paseando por las calles, comprando recuerdos y tomando cafe y pasteles... y es que después de tanto caminar, había que despedirse de Lisboa en plan traquilo.

TERCER DÍA: SANTUARIO CRISTO REI


Nos marchamos de Lisboa, camino de Monsaraz, pero no queremos dejar de visitar uno de los lugares desde donde se pueden tener mejores vistas de Lisboa, el Santuaruo de Cristo Rei, Para ello debéis cruzar el Puente 25 de Abril, pues está al Sur, al otro lado del Estuario. Llegar es fácil, porque está indicado. Tiene un gran parking y un gran mirador desde donde se ver perfectamente Lisboa, el Puente y a tu espalda un inmenso Cristo que parece bendecir a la ciudad. 
Se puede subir, pero realmente las vistas desde el Mirador son más que suficientes por lo que decidimos no subir. Nos encontramos con gente que nos dijo que había ido en metro, aunque si tienes coche, no dudes usarlo para ir hasta allí.




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