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Mina Rudolf |
Estas minas han sido explotadas durante más de 900 años, hasta su cierre en 1932. Se cree que ya eran conocidas en tiempos del Imperio Romano. Durante la Edad Media, poseer una mina como esta suponía un gran poder: la sal era un bien preciado, fundamental para la conservación de alimentos, y muy codiciado por los países del interior europeo. Con el paso del tiempo, y especialmente a partir del siglo XIX, la calidad del mineral fue disminuyendo, lo que provocó una explotación cada vez menor hasta su clausura. Hoy, ese legado nos permite recorrer un increíble mundo subterráneo de galerías, cámaras y túneles, abierto al público.
Una entrada al inframundo de sal
La entrada general cuesta unos 85 leus (aproximadamente 18 euros) e incluye acceso a todas las galerías. Las atracciones recreativas que se encuentran en el interior requieren un pago adicional.
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Galería Franz Joseph |
La visita comienza por la Galería Franz Josef, un impresionante túnel construido entre 1853 y 1870 para facilitar el transporte de sal desde el subsuelo. En sus inicios, la sal se transportaba en sacos sobre caballos, y más tarde en carros tirados por ellos, por lo que se diseñó un acceso amplio y funcional.
Cámara de Eco y Mina Joseph
El recorrido nos lleva hacia la Mina Joseph, una cavidad de forma cónica que desciende hasta 115 metros de profundidad, con un diámetro de 67 metros en la base. Se puede observar desde balcones excavados en la sal, situados a la altura de la galería de transporte. Una de sus curiosidades es la Cámara de Eco, donde el sonido rebota hasta 20 veces. Es inevitable probarlo con algún grito o canto.
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Cámara de Eco |
El Crivac y la Sala del Registro
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Cámara Crivac |
Junto al Crivac se encuentra la Sala del Registro, desde donde se controlaban las entradas y salidas a la Mina Rudolf. En el centro de la sala se encuentra la Escalera de los Ricos, una estructura de madera de abeto, diseñada para resistir la salinidad. Su nombre se debe a que, según la leyenda, fue utilizada por el emperador Francisco José en su visita. Desde entonces, se prohibió su uso a los trabajadores comunes, quedando reservada exclusivamente para la nobleza.
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Sala del Registro |
Mina Rudolf: un paisaje subterráneo único
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Mina Rudolf |
Para descender hasta el fondo, hay que bajar 172 escalones repartidos en 13 niveles. Cada uno de ellos está marcado con el año correspondiente a su explotación. En el techo, se han formado estalactitas de sal de hasta tres metros de largo.
Aquí es donde el lugar cambia radicalmente: en el fondo de la mina han instalado diversas atracciones, como una noria, billares, minigolf, ping pong o una bolera. Aunque personalmente considero que esto desentona con el valor histórico y estético del lugar, entiendo que buscan hacerlo más atractivo para todo tipo de visitantes. Aun así, el espectáculo geológico es imponente por sí solo.
Mina Theresa: un lago subterráneo en un cráter de sal
Frente al ascensor panorámico, una escalera nos lleva a la Mina Theresa, una de las cámaras más antiguas y fascinantes del complejo, explotada entre 1690 y 1880. La actividad minera aquí dejó un pozo de más de 90 metros de altura y 75 de diámetro. Al llenarse de agua, se formó un lago subterráneo de más de seis metros de profundidad, en cuyo centro emergió una pequeña isla de sal residual.
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Mina Theresa |
Este entorno ofrece una de las imágenes más impactantes de toda la visita, mezcla de naturaleza y legado humano.
Final del recorrido
Tras explorar la Mina Theresa, tomamos el ascensor panorámico, que nos devuelve a una sala multifuncional donde se celebran eventos y se puede tomar algo en la cafetería. Desde allí, otro ascensor nos lleva de nuevo a la superficie.Mina Theresa
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