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TRIBERG






TRIBERG

La segunda parada de nuestro viaje por la Selva negra y Alsacia nos lleva al pequeño pueblo de Triberg, conocido por dos cosas, su espectacular catarata, con 163 metros de caída y por sus relojes de cuco.

Tres cosas son las que hay que hacer:

A) visitar su cascada
b) ver las casas con los relojes de cuco 
c) Probar la famosa tarta de la Selva Negra

Catarata de Triberg
Como acabábamos de visitar Gegenbach llegamos cuando caía la tarde a Triberg, por lo que lo primero que hicimos fue dirigirnos hacia las cataratas. Habíamos estado leyendo que las cataratas no cerraban hasta tarde, aunque la verdad es que de noche no veíamos que se pudiera apreciar la altura ni la belleza del entorno, por lo que decidimos entrar por unas de las entradas más cercanas a la catarata, ya que la principal que esta en el mismo pueblo se encuentra a unos 15 o 20 minutos andando y ya anochecía. Por cierto, la entrada por la puerta principal cuesta 3,5€. 

Cuando llegamos a la entrada, que es un poco complicado de encontrar (Esta al final del pueblo, cuando ya pasas todas las casas, y girando a la izquierda comienzas a subir al monte), vimos que la misma estaba cerrada por una verja, si bien esta estaba medio abierta... Teníamos dos opciones o volver a la entrada principal con lo cual se nos haría de noche y no veríamos las cataratas o entrar por la verja entreabierta... La decisión no fue complicada después del camino de curvas que nos habíamos tragado desde Gegenbach, así que nos decidimos por la verja. El camino hasta las cataratas por aquí es de escasos cinco minutos, por un camino rodeado de un frondoso bosque y helado por algunas zonas (por eso estaba cerrado el camino), por lo que había que tener cuidado de no resbalar. Se me olvidaba decir que a estas horas la temperatura rondaba los -3 ºC.

Catarata de Triberg

Llegamos a las cataratas y el espectáculo como en toda catarata impresiona, el rugir del agua y el ruido al chocar con las rocas... no es una catarata de un salto único, sino que es un salto de agua que cae constantemente por una pendiente de 160 metros en pequeños saltos. El entorno es bonito, aunque si lo comparamos con las cataratas que vimos en Noruega en el tren de Flam, no hay color. Hay que decir que estas cataratas aunque digan que son las mas altas de Alemania, en realidad no es así, son las novenas, pero ya lo dice el refrán, unos tienen la fama y otros cardan la lana...

Tras unos minutos contemplando  la catarata, volvemos para el coche, y al llegar nos encontramos con un coche de la policía alemana... la verdad es que pensamos que la multa no nos la quitaba nadie, pero debió ser el espíritu navideño, porque hicieron la vista gorda y nos dejaron ir.


Tarta de la Selva Negra

Tras la visita a la catarata, nos decidimos a coger fuerzas, tomarnos un café y probar la especialidad culinaria de triberg, la tarta de la Selva Negra. Nos decidimos a probarla en donde dicen se creo la receta original de la misma., el Café Schafer, en la Hauptstrasse 33,  donde su pastelero presume de poseer la receta original de 1915. El sitio no deja de ser una cafetería algo pasada a la antigua, pero con un ambiente agradable. La tarta está hecha con Bizcocho, nata fresca, guindas, un chorrito de licor de cereza Kirsch y chocolate espolvoreado. La tarta estaba muy buena aunque con el licor de cereza se pasan un poquito... pero vamos que a esas horas y con ese frío, no era momento de ponerle pegas.


Ayuntamiento
Tras reponer fuerzas, y ya de noche, seguimos la ruta por el pueblo, a estas horas, las cinco de la tarde,  prácticamente desierto. Pasamos por el Ayuntamiento con su árbol de navidad y completamente iluminado, y por todas las casas adornadas con relojes de cuco, que son mayormente tiendas que venden estos relojes. Añadir que en este pueblo compiten dos casas por tener el reloj de cuco mas grande del mundo, uno  de ellos esta en el mismo pueblo y el otro está un par de kilómetros antes de llegar al pueblo.



Después de callejear un poco, y visto que por la hora todas las tiendas estaban cerradas, decidimos volver al coche y poner rumbo a Friburg, donde haríamos noche.



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