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sábado, 29 de abril de 2017

TUNEZ: CARTAGO Y SIDI BOU SAID

TUNEZ: CARTAGO Y SIDI BOU SAID

Sidi Bou Said es una pequeña localidad a unos 20 kilómetros de Túnez capital, y es uno de los sitios mas turísticos de Tunez, si decides hacer una parada en crucero. La ciudad de Sidi Bou Said, se encuentra muy cerca de las antiguas ruinas de Cartago, por lo que si haces una excursión o vas por tu cuenta, son visitas obligadas de forma conjunta.

Si llegas en crucero, como hicimos nosotros, puedes optar por dejar las excursiones con el crucero y coger un taxi, ya que en la misma terminal de cruceros, lo tienen perfectamente organizado, con dos rutas alternativas y con un precio cerrado. La visita a las ruinas de Cartago, la visita al Acropilium y la visita a Sidi Bou Said. 

Mezquita de Taqwa
Durante el viaje pasamos por delante de la Mezquita de Taqwa, que la mezquita más antigua de la ciudad de Tunez. Por lo visto su pasado se remonta hasta tiempos cercanos al primer siglo tras la Hégira, tiempos en los que ya se edificó un mezquita en ese lugar, siendo ampliada y retocada hasta la fecha.






Conforme nos vamos acercando a las ruinas de Cartago vamos viendo ruinas, si bien desperdigadas a lo largo de la carretera, lo que indica la importancia arqueológica de la zona desde épocas prerromanas.


Acropilium
Antes de adentrarnos en las ruinas de Cartago, entramos en la antigua catedral católica conocida como Acropolium. La catedral fue construida sobre las ruinas de un antiguo templo dedicado a Eshmun, el dios púnico de la curación. Ya no se utiliza para el culto, sino que que se usa para eventos públicos y conciertos de música. El Sultán Hussein II cedió los terrenos a perpetuidad a Francia para construir una catedral durante el siglo XIX. Se realizó un edificio modesto sobre la colina de Byrsa junto a las ruinas de Cartago, con una mezcla de estilos bizantino y gótico. La iglesia fue acabada en 1890 y durante esa época, donde Túnez estaba bajo el protectorado francés, tuvo la primacía sobre el resto de diócesis del norte de África. 

Al estar el edificio actualmente vacío se puede ver perfectamente su forma de cruz latina. La fachada está enmarcada por dos torres cuadradas. La iglesia consta de una nave y dos naves separadas por arcos que pasan por encima y el techo está adornado con vigas que tienen arabescos esculpidos, pintados y dorados sobre ellos. Sobre el cruce de la cruz se encuentra una gran Cúpula rodeada por ocho pequeños campanarios, y hay una cúpula más pequeña sobre el ábside. El vitral también cuenta con arabescos. La gran campana pesa seis toneladas y también hay un carillón de cuatro campanas.



Una de las cosas que nos llamó más la atención es que casi nadie viene a visitar esta antigua catedral, estábamos completamente solos.

















Alcanzamos las ruinas de Cartago, o al menos lo que queda de ellas, pues si esperas encontrar unas ruinas como Pompeya o Roma, es bastante probable que quedes decepcionado.

Cartago fue la gran opositora de Roma, en los comienzos de la expansión Romana, durante los siglos III y II A.C. pues dominaba el comercio en todo el Suroeste del Mediterráneo. Debido a esa disputa comercial, Roma y Cartago se enfrentaron en las famosas Guerras Púnicas. Roma acabó ganando el conflicto, hasta tal extremo que llego a arrasar Cartago y a sembrar con sal sus tierras para que no volvera a crecer nada, defenestrando por completo a su histórico adversario.

A la entrada de los restos arqueológicos de Cartago entramos en un museo que nos muestra la historia de la ciudad de Cartago, asi como objetos arqueológicos encontrados durante las excavaciones. 

Es increíble adivinar como los romanos pudieron destruir esta metrópoli, porque podríamos decir que Cartago estaba realmente bien defendida, ya que por un lado poseía hasta tres murallas y dos puertos, uno civil y una militar. El acceso a los puertos desde el mar venía facilitado por una entrada de unos 21 m de ancho, que en caso de necesidad era cerrada con una cadena de hierro. Los dos puertos estaban unidos por un estrecho canal navegable. Fueron construidos artificialmente, lo que significó una gran obra de ingeniería, siendo admirados y envidiados, durante la Antigüedad.

Ruinas de Cartago







El puerto civil era de forma rectangular. Allí fondeaban las naves comerciales, que en su mayoría importaban garum, trigo, púrpura, marfil, oro, estaño y esclavos de las factorías, de las colonias del Mediterráneo. Las exportaciones a otras ciudades, colonias o pueblos costeros nativos de las costas del Mediterráneo occidental fueron mercancías manufacturadas, vidrios, cerámicas, objetos de bronce o hierro, y tejidos de púrpura.

Ruinas de Cartago
El puerto militar era de forma redonda y albergaba en su interior una isla artificial también circular. La isla era la sede del almirantazgo, y su acceso era restringido. El puerto militar según las fuentes clásicas podía albergar 220 barcos de guerra.

Una vez fuera del Museo, visitamos lo que queda de los restos arqueológicos, y lo que vemos es que queda bien poco, y es que durante la tercera Guerra púnica, Cartago sufrió el asedio de los soldados romanos, que tuvieron que avanzar casa por casa para conquistar la ciudad. El nivel de enfrentamiento fue tal, que del millon de habitantes que tenía Cartago, solo sobrevivieron cincuenta mil, que fueron vendidos como esclavos. Tras la conquista, la ciudad fue totalmente destruida y borrada del mapa, sin gente que mantuviese su cultura, Cartago desapareció en los anales de la historia.

Ruinas de Cartago


Los romanos prohibieron habitar el lugar y sus alrededores, y durante mas de 100 años no se consolidó nada por la zona. No fue hasta el año 46 a.c. cuando Octavio, el heredero de Julio Cesar, decidió construir la colonia Julia, que prosperó hasta convertirse en la capital de la provincia Romana, desde donde se exportaban grandes cantidades de trigo a Roma.

Esta ciudad llegó a tener más de 400.000 habitantes, convirtiéndose en la segunda ciudad por importancia del imperio, teniendo edificios tan importantes como un circo, un anfiteatro, teatro... Alguno de estos edificios aun se conservan en las cercanías de las ruinas del antiguo Cartago.

Es más en la antigua Cartago solo encontraréis el museo y algunas ruinas de la época cartaginesa, asi como una gran plaza que era el centro de la vida publica de la ciudad. Para ver el teatro y el anfiteatro debéis volver a coger el taxi, ya que esta a varios kilómetros de la antigua Cartago, ya que los romanos no edificaron sobre la antigua Cartago sino cerca del emplazamiento.


Teatro de la Cartago Romana



El camino desde las ruinas de Cartago a Sidi Bou Said no nos lleva mas de 15 minutos, con paradas en distintos miradores desde donde nos indican se encuentran las mansiones de los ministros y el presidente del país, sobre grandes acantilados dando al mar.







La llegada a Sidi Bou Said es complicada por bulliciosa, cientos de turistas recorren las calles, y nuestro taxista nos deja a la entrada del pueblo, y nos indica donde nos recogerá un par de horas mas tarde. 

La ciudad esta sobre una colina, por lo que ve preparado para subir y bajar cuestas, lo que llega a ser bastante cansado si vas en pleno verano. De todas formas sus calles empedradas, aun con cuestas, son encantadoras.
















El nombre Sidi Bou Said significa "Señor aquel que". Lo que más llama la atención del pueblo son sus casas blancas con ventanas, puertas y rejas de color azul claro. Podría pensarse que es una costumbre ancestral, pero no es así, en realidad fue una ley de 1920 implementada por Rodolphe D´Erlanger que imponía la obligatoriedad de pintar las cosas de esos colores.

Creo que nadie hasta ahora se dio cuenta de cuanto favor le hizo al pueblo la excentricidad de este pintor arabista francés, que por cierto tenía su casa, hoy museo, en este pequeño pueblo.

Vistas desde unos de 
El mayor atractivo de este pueblo sus sus calles, sus casas y los rincones que encontrareis simplemente paseando. Las fachadas de las casas son completamente blancas, así como sus interiores destacando conjuntamente con el azul del cielo los balcones de madera azules, y sus grandes puertas de entrada.





No hay un monumento destacado en la ciudad, toda la ciudad es un monumento a la vista, así que os recomiendo recorrerla con tranquilidad, tomaros un te de menta y finalizad el día comprando algún souvenirs en los innumerables puestos de recuerdos y artesanía que encontraréis.



























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