¿QUE VER EN TAM COC? TRANG AN Y LA PAGODA BAI DIHN
TAM COC: LA BAHÍA DE HA LONG INTERIOR
Nuestro siguiente destino en Vietnam es, sin ninguna duda, uno de esos lugares imprescindibles en cualquier ruta por el país. En un radio de apenas 30 kilómetros se combinan una naturaleza exuberante con una historia milenaria, creando un paisaje que difícilmente olvidarás. Hablo de Tam Coc, uno de los rincones más mágicos del sudeste asiático.
Tam Coc es una pequeña localidad situada en la provincia de Ninh Binh, muy cerca de Hanói. Se la conoce como “la Bahía de Ha Long en tierra”, y no es para menos: los mismos picos kársticos que emergen del mar en Ha Long se alzan aquí sobre campos de arroz, ríos tranquilos y cuevas atravesadas por agua. Pero Tam Coc es mucho más: miradores, templos centenarios, pagodas escondidas entre la niebla y una atmósfera rural que invita a disfrutar sin prisas.
Cómo llegamos y dónde nos alojamos
Nosotros llegamos desde el aeropuerto de Hanói en un transporte privado reservado con Asia2go. El trayecto duró unas dos horas y media y resultó barato, cómodo y muy fiable. Si vienes desde la capital, probablemente esta sea la mejor opción: cualquier alternativa en transporte público te hará perder bastante tiempo.
Nos alojamos en el Hotel Lalita Tam Coc Resort, un encantador alojamiento a las afueras de Tam Coc, perfecto para quienes buscan tranquilidad. Con piscina, buen restaurante y spa, es ideal para desconectar cuando no estás explorando la zona. Allí mismo alquilamos una moto por unos 3 € al día. No nos pidieron carnet ni documentación, y durante toda nuestra estancia no vimos controles policiales. La moto es el mejor medio para moverte por la región: incluso el punto más alejado, la pagoda de …, queda a menos de media hora. Además, al ser una zona rural, conducir es sencillo y seguro, muy distinto al tráfico caótico de otras ciudades vietnamitas.
¿Cuántos días son necesarios en Tam Coc?
Mi recomendación es un mínimo de dos días, aunque lo ideal para disfrutar sin prisas son tres. El clima aquí es muy caprichoso: puedes amanecer con un sol radiante y, pocas horas después, estar bajo una tormenta tropical. Nosotros aprendimos esto por las malas cuando bajábamos del mirador de Mua Cave y nos cayó encima una tormenta épica.
Nuestro itinerario de 3 días
Día 1: Trang An y Pagoda Am Tien
Día 2: Templo Thai Vi, Pagoda Linh Coc, Pagoda Bich Dong, Cueva Vai Gioi y Reserva Natural de Thung Nham
Día 3: Mirador de Mua Cave y antigua capital Hoa Lu
TRANG AN: EL CORAZÓN KÁRSTICO DE VIETNAM
Uno de los grandes atractivos de Tam Coc son los paseos en barca por Trang An, un complejo paisajístico declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su escenario recuerda a Ha Long, pero con dos ventajas: está en el interior y es mucho más tranquilo. Aquí encontrarás un auténtico laberinto natural de montañas de piedra caliza cubiertas de vegetación, valles ocultos, ríos esmeralda y cuevas que se atraviesan en pequeños botes de remos.
El camino hacia Trang An es sencillo y agradable, sin apenas tráfico, y la carretera serpentea entre montañas que parecen surgir directamente de los arrozales y lagos. Al llegar, deberás dejar la moto en el aparcamiento de pago y dirigirte al edificio de venta de entradas. Antes de embarcar, tendrás que elegir entre tres rutas diferentes:
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Ruta 1: La más completa y la más recomendada si tienes tiempo. Incluye 9 cuevas y 3 templos, con una duración de 3 a 4 horas.
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Ruta 2: Ideal si vas justo de tiempo. Visita 4 cuevas y 3 templos, y dura 2 a 3 horas.
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Ruta 3: La menos turística y más natural. Menos templos, más paisajes salvajes. Dura también unas 3 horas.
El precio es el mismo para todas: 250.000 VND por persona en una barca compartida (normalmente con dos pasajeros más). Si quieres ir solo, deberás pagar el precio de los asientos vacíos.
Tras comprar el ticket llegarás al embarcadero, donde asignan la ruta. Nosotros hicimos la Ruta 1, y fue todo un acierto: variada, completa y espectacular. Compartimos barca con una pareja de novios vietnamitas que había venido desde Hanói… auténticos instagramers en estado puro.
El recorrido comienza navegando por un río tranquilo rodeado de montañas y vegetación. Durante más de media hora podrás disfrutar del paisaje y observar escenas cotidianas de la vida rural vietnamita. Después, la barca va realizando paradas en templos tradicionales, que no son meras decoraciones turísticas: en todos ellos encontramos fieles rezando y haciendo ofrendas.
Después de navegar un buen tramo por el río, llegamos a nuestra primera parada: Phủ Khống, también conocido como Templo de Khống. Este santuario rinde homenaje a los siete mandarines leales de la dinastía Trần, que eligieron retirarse a vivir en estas montañas cuando el poder de la corte comenzó a desvanecerse.
El lugar desprende una solemnidad especial. Es, sin duda, una de las paradas más espirituales de Tràng An. De hecho, aquí presenciamos una escena que nos impresionó profundamente: un grupo de militares retirados, vestidos con sus uniformes de gala, realizaba ofrendas y rezos ante las figuras de estos antiguos mandarines, en un silencio cargado de respeto.
En el patio destacan dos enormes grullas de bronce posadas sobre tortugas, un símbolo muy presente en el confucionismo, donde representan la longevidad, la estabilidad y la sabiduría. Entre ellas se alza un gran incensario ceremonial, donde los fieles queman sus peticiones, dejando que el humo ascienda lentamente hacia las montañas kársticas que rodean el templo.
Đền Trình
La siguiente parada es el templo Trình, conocido en vietnamita como Đền Trình, un espacio sagrado dedicado a los maestros y protectores del conocimiento. Fue construido durante la dinastía Lê (siglos XV-XVIII), un periodo en el que el sistema de exámenes imperiales vietnamita alcanzó un alto nivel de exigencia. Estos exámenes determinaban el futuro de los aspirantes a funcionarios, por lo que templos como este se erigían para subrayar la importancia del estudio y ofrecer a los estudiantes un lugar donde honrar a Confucio y pedir sabiduría, claridad mental y buena fortuna antes de presentarse a las pruebas.
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| Đền Trình |
El templo está construido en madera tallada y presenta los característicos techos curvos tradicionales, que parecen elevarse suavemente hacia el cielo. Su puerta principal es especialmente llamativa, adornada con caracteres chinos dorados que simbolizan conocimiento, armonía y prosperidad.
En el interior, varias estatuas presiden los altares, decorados con velas, flores y ofrendas que los visitantes depositan en honor a Confucio y a distintos eruditos locales venerados por su sabiduría. Además de su valor histórico, Đền Trình transmite esa mezcla de espiritualidad y respeto por el aprendizaje que ha marcado la cultura vietnamita durante siglos.
Đền Trần
Uno de los momentos más especiales del recorrido en barca por Tràng An es, sin duda, la llegada al elegante pabellón de Đền Trần, que parece flotar sobre las aguas del río. Este pequeño santuario, con sus techos curvos superpuestos y su estructura de madera oscura, pertenece al Templo Đền Trần, un conjunto dedicado a los héroes y generales de la dinastía Trần, muy venerados en la región.
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| Đền Trần |
El pabellón, que sirve como espacio de oración y ofrendas durante festividades locales, es uno de los más fotografiados de todo Vietnam, se alza sobre pilares de piedra en medio del lago, creando una imagen casi surrealista. No pararás de ver gente barcas con fotógrafos profesionales haciendo miles de fotos desde uno y otro ángulo.
Arquitectónicamente, el templo principal sigue el estilo clásico vietnamita: estructuras de madera, techos a varias aguas cubiertos de tejas antiguas y delicados detalles tallados a mano. La entrada está flanqueada por estatuas guardianas y faroles de piedra. En el interior, como en todos los templos que hemos visitado antes, los altares están repletos de ofrendas —flores, frutas, incienso— para pedir protección, buena fortuna o simplemente expresar respeto.
Lo espectacular de Đền Trần, a diferencia de los anteriores, es que parece fundirse con el paisaje: las montañas lo envuelven como si fueran murallas naturales, y la luz que se filtra entre los árboles dando la sensación de ser un lugar mágico.
Đền Trần es el último de los templos que visitamos durante el trayecto, y desde allí quedan aproximadamente unos 40 minutos hasta el final del recorrido. El paisaje continúa desplegándose con la misma fuerza: montañas kársticas que se elevan de forma abrupta sobre el río, formaciones rocosas que parecen guardianes ancestrales y, aquí y allá, pequeños poblados, altares solitarios e incluso un cementerio que asoma entre la vegetación. Cada rincón aporta una nueva pincelada a este escenario tan característico del norte de Vietnam.
Tràng An es un lugar que se queda grabado para siempre. Probablemente sea uno de esos destinos que, por fortuna, aún no han sido devorados por el turismo masivo, y quizás por eso la experiencia se siente tan auténtica, tan pura y tan intensa. Navegar por sus aguas es sumergirse en un paisaje casi irreal, donde la naturaleza domina y el tiempo parece avanzar a otro ritmo.
LA PAGODA BAI DIHNDespués de despedirnos de Tràng An y buscar un lugar donde comer, retomamos nuestra ruta hacia uno de los puntos fuertes del día: la Pagoda Bai Dinh, la pagoda budista más grande de Vietnam y uno de los complejos religiosos más espectaculares del país.
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| Pagoda Bai Dihn |
Bai Dinh no solo impresiona por su tamaño, sino también por los récords nacionales y asiáticos que ostenta: alberga la estatua de Buda bañada en oro más grande de Asia (10 metros de altura y 100 toneladas), el corredor de estatuas más largo del continente (casi 3 km con más de 500 figuras), la estupa más alta (la Torre Bao Tháp, con 100 metros), y la campana más grande de Vietnam, con 36 toneladas. Todo esto convierte el lugar en una visita imprescindible para cualquier viaje por Ninh Binh.
Llegar desde Tràng An nos llevó unos 20 minutos en moto. La entrada no es especialmente evidente, así que perdimos algo de tiempo buscándola. Una vez allí, encontrarás un gran aparcamiento de pago, seguido de las taquillas. Hay varias modalidades de visita: con transporte interno o sin él, y con billetes que incluyen solo subida, solo bajada o ambos trayectos. Ten en cuenta que el complejo está construido de forma ascendente, así que mi recomendación —y lo que hicimos nosotros— es subir en autobús hasta el primer punto de la visita y bajar caminando. También existe un servicio de carritos eléctricos más caro, ideal si tienes dificultades de movilidad o prefieres evitar las caminatas.
Pagamos la entrada y subimos al autobús, que nos dejó en la entrada de la zona nueva del complejo. Bai Dinh se divide en dos áreas diferenciadas: la parte antigua, situada en la cima de la colina, con templos que datan del siglo XI, y la parte nueva, construida a principios de los años 2000, donde se concentran la mayoría de los edificios monumentales que se visitan hoy.
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| Corredor de La Hán |
Nada más comenzar la ruta, nos encontramos con el Corredor de La Hán, uno de los elementos más conocidos del conjunto. Se trata de un larguísimo pasillo cubierto, decorado con cientos de estatuas de La Hán, discípulos del budismo que alcanzaron la iluminación. Cada figura representa una virtud espiritual —sabiduría, paciencia, valor, compasión— y lo más sorprendente es que las más de 500 estatuas son completamente distintas entre sí. El corredor asciende suavemente y, mientras avanzas, te acompaña una sensación de calma y recogimiento difícil de describir.
A mitad del ascenso aparece el Lầu Chuông, la Torre de la Campana. Se trata de una torre octogonal de arquitectura tradicional que alberga una enorme campana de bronce de más de 30 toneladas, decorada con inscripciones y motivos budistas. Esta campana se hace sonar durante ceremonias y festividades para purificar el espacio, atraer energía positiva y guiar la mente hacia la calma. La torre es visitable: puedes subir sus diferentes niveles y disfrutar tanto de la campana como de unas vistas magníficas del complejo y del paisaje que lo rodea.
Regresamos al corredor de La Hán y continuamos ascendiendo hasta llegar a una amplia plaza donde se alza uno de los templos principales del complejo: el Templo Điện Quan Âm.
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| Templo Điện Quan Âm. |
Este templo está dedicado a Quan Âm, la Bodhisattva de la Compasión, venerada por su capacidad de escuchar el sufrimiento del mundo y ofrecer alivio. Los devotos acuden aquí para pedir serenidad, guía, salud y apoyo en momentos de dificultad. Aunque su construcción es relativamente reciente, el edificio respeta fielmente la arquitectura tradicional vietnamita, con majestuosas estructuras de madera, tejados curvados y delicadas tallas de flores de loto, dragones y símbolos budistas que refuerzan la sensación de armonía espiritual.
En el interior destaca una impresionante estatua de Quan Âm, esculpida con una delicadeza que refleja su compasión infinita. También encontrarás representaciones con varios brazos, una forma habitual de simbolizar su capacidad de ayudar simultáneamente a todos los seres en múltiples direcciones.
El ambiente aquí es especialmente silencioso y contemplativo. El olor del incienso, las flores frescas y las ofrendas crean un espacio ideal para detenerse, respirar y dejarse envolver por la espiritualidad del lugar.
Por fin llegamos a Tam Thế Điện, conocido como el Templo de las Tres Eras de Buda, uno de los edificios más grandes, importantes y fotografiados de toda la Pagoda Bai Dinh.
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| Tam Thế Điện |
El nombre “Tam Thế” hace referencia a los Tres Budas que representan el pasado (Dipankara), el presente (Shakyamuni) y el futuro (Maitreya). Juntos simbolizan la continuidad del tiempo y la naturaleza, un concepto esencial dentro del budismo.
El templo es realmente imponente. Es uno de los más grandes de todo el complejo, con varios niveles, techos curvados y enormes puertas de madera tallada donde puede leerse su nombre en caracteres chinos. Nada más cruzarlas, el interior sorprende: tres enormes estatuas de bronce presiden la sala central, cada una correspondiente a uno de los Tres Budas. A su alrededor, las paredes están cubiertas por cientos de pequeñas figuras de Arhats, colocadas en nichos perfectamente alineados.
Es un lugar en el que te quedarás un buen rato. Cada rincón invita a detenerse, observar los detalles y, por qué no, sacar un montón de fotos, porque el templo es realmente espectacular.
Desde aquí empezamos el descenso. El día empieza a oscurecer y aún nos queda visitar la estupa, bajar de nuevo hasta la entrada… y regresar a Tam Coc antes de que caiga la noche.
A pocos metros de Tam Thế Điện se encuentra la estupa Báo Thiên, imposible de pasar por alto gracias a su color rojizo y dorado y a sus imponentes casi 72 metros de altura. Es tan alta que, cuando veníamos en moto hacia Bai Dinh, ya la veíamos asomando entre las colinas a kilómetros de distancia.
Aunque fue construida recientemente, entre 2003 y 2014, mantiene el diseño tradicional de una estupa budista, con forma octogonal y varios niveles que se van estrechando a medida que ascienden. A diferencia de otras estupas, esta sí permite el acceso al interior y se puede subir hasta el piso superior. No te preocupes: hay un ascensor gratuito que te evita subir interminables escaleras.
Estupa Báo Thiên
Para entrar tendrás que descalzarte, y te entregarán unas bolsas para cubrir los pies. En el nivel superior encontrarás una imagen de Buda alrededor de la cual los fieles suelen caminar. Esta práctica, llamada circunvalación, consiste en rodear un objeto sagrado caminando en el sentido de las agujas del reloj. De esta manera, el objeto queda siempre a tu derecha, considerado el lado noble o puro.
Una vez arriba, te espera el mejor mirador de todo Bai Dinh. Desde lo alto se puede contemplar el complejo completo: los templos cercanos, el larguísimo corredor de los Arhats y las colinas kársticas que rodean la zona. En un día despejado, incluso se distinguen los ríos que serpentean por Tam Coc.
Mi recomendación: quédate el tiempo que quieras disfrutando de las vistas. Es uno de esos lugares donde merece la pena detenerse y empaparse del paisaje.
Después de bajar de la estupa, seguimos caminando hacia la salida. De este modo pudimos descubrir un par de rincones adicionales del complejo. El primero es una pequeña estupa de cinco plantas, discreta pero muy fotogénica. Unos metros más adelante llegamos a uno de nuestros lugares favoritos de todo Bai Dinh: el Gran Estanque de la Pagoda.
Se accede por unas escalinatas flanqueadas por figuras de Buda, y en el centro del estanque destaca un pabellón tradicional vietnamita que parece flotar sobre el agua. Como ya era casi la hora de cierre, tuvimos la suerte de disfrutarlo completamente solos, en un silencio que hacía el lugar aún más especial.
Con esto damos por terminadas las visitas del día. Volvemos a coger la moto y ponemos rumbo a Tam Coc, donde ya toca descansar después de una jornada intensa.
Por la noche, aprovechando que tenemos la moto, nos acercamos al centro de Tam Coc, una zona llena de restaurantes para todos los gustos. Y si buscas un poco de ambiente, música o simplemente tomar una cerveza, este es sin duda el lugar más animado de la zona.
















































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