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sábado, 4 de octubre de 2025

HUE: LAS TUMBAS IMPERIALES DE MINH MANG, THIEU TRI Y DONG KHANH

HUE: LAS TUMBAS IMPERIALES DE MINH MANG, THIEU TRI Y DONG KHANH

Después de visitar las dos tumbas anteriores, la del Emperador Tu Duc y la del Emperador Khai Dinh,  ponemos rumbo a la tercera de las tumbas imperiales: la tumba del emperador Minh Mạng. Es la más alejada del centro de Huế, así que el trayecto en moto se alarga un poco, pero el paisaje lo compensa con creces. 

Al llegar, el ambiente cambia por completo. Varios grupos de escolares llenan el recinto con risas y uniformes coloridos, y pronto descubrimos que nosotros también formamos parte de su curiosidad: los extranjeros. En cuestión de minutos, nos rodean niños que nos observan con timidez primero y entusiasmo después, pidiéndonos autógrafos y queriendo saber nuestro nombre. Una escena tan divertida como entrañable, una de esas experiencias que convierten un simple recorrido en una vivencia inolvidable.

EL MAUSOLEO DEL EMPERADOR MINH MANG

Para comprender mejor el lugar, conviene recordar quién fue Minh Mạng (1791–1841), cuyo nombre de nacimiento era Nguyễn Phúc Đảm. Segundo monarca de la dinastía Nguyễn, fue uno de los emperadores más influyentes en la historia de Vietnam. Subió al trono en 1820 y reinó durante veintiún años, dejando un profundo legado marcado por la centralización del poder, las reformas administrativas y una firme fidelidad a los valores confucianos. Fue un gobernante querido por el pueblo, promotor de la agricultura y la construcción de canales y diques, convencido de que el confucianismo otorgaba estabilidad y armonía al reino. A su vez, veía con desconfianza la influencia occidental y las nuevas religiones como el cristianismo, que consideraba fuentes potenciales de división. Por ello, adoptó una política aislacionista con el objetivo de preservar la cultura y la identidad vietnamita frente a las potencias extranjeras.

Dai Hong Mon

Su legado más visible y simbólico es la tumba que lleva su nombre, considerada una de las más bellas y armoniosas de Vietnam. El complejo fue construido siguiendo los principios del feng shui, buscando la perfecta unión entre arquitectura, naturaleza y simbolismo. Todo está alineado sobre un eje central que representa el equilibrio entre el cielo y la tierra, una idea que se percibe claramente a medida que avanzamos por el recinto.

La visita comienza en la majestuosa Puerta Dai Hong Mon, una estructura monumental que marca la frontera entre el mundo terrenal y el espacio sagrado. Tiene tres accesos: el central, reservado exclusivamente para el emperador, y dos laterales por los que hoy pasamos los visitantes. Al cruzarla, se abre ante nosotros el Patio de los Mandarines, donde una doble fila de estatuas de piedra representa a los guardianes del emperador: mandarines civiles y militares, elefantes y caballos, todos alineados con una serenidad solemne, custodiando el descanso eterno del soberano.

Patio de los Mandarines

Aquí volvemos a cruzarnos con varios de los niños que corretean entre las estatuas. Nos saludan, se ríen, y aunque pocos saben ubicar España en el mapa, todos conocen al Real Madrid y al Barcelona. Entre preguntas y carcajadas, el lugar adquiere un aire alegre que contrasta con la calma del entorno.

Templo de la Estela

Un poco más adelante encontramos el Templo de la Estela, uno de los espacios más simbólicos del conjunto. En su interior se conserva una gran losa de mármol tallada con los logros del emperador, apoyada sobre el lomo de una tortuga, símbolo de sabiduría y longevidad. 



Frente a este templo, dos pequeños estanques reflejan el cielo y enmarcan con simetría el camino que sigue hacia el corazón del complejo.

Al cruzar la siguiente puerta, el paisaje se abre de forma majestuosa. Aparece el Lago Trừng Minh, un gran estanque en forma de media luna que aporta serenidad y frescura al entorno. 

Lago Trừng Minh

Dos puentes de piedra lo atraviesan, conduciendo directamente hacia el Pabellón Minh Lâu, una elegante construcción de dos pisos pintada en tonos rojizos desde la que se domina toda la simetría del conjunto. Aquí se desata una escena tan inesperada como inolvidable: de repente, decenas de niños se acercan corriendo desde todas partes, riendo, saludando y pidiendo autógrafos. Intentan hablar inglés, nos rodean y se llevan nuestros nombres escritos en pequeños cuadernos como si fueran un tesoro. Es una mezcla de sorpresa y ternura que nos deja sin palabras, uno de esos momentos de conexión pura que solo suceden viajando.

Pabellón Minh Lâu

Entrada al Túmulo Imperial

Tras reponernos de la avalancha de energía infantil, continuamos el recorrido por el eje central, subiendo un último tramo de escaleras flanqueadas por altos pinos. En lo alto se encuentra el Túmulo Imperial, donde descansan los restos del emperador Minh Mạng. Aunque la entrada está cerrada, se distingue el montículo cubierto de vegetación, protegido por un muro circular y rodeado por un paisaje sereno. Según la tradición, la cámara funeraria se encuentra bajo tierra, sellada para la eternidad, en consonancia con las antiguas costumbres imperiales que buscaban preservar el descanso del soberano.

El regreso lo hacemos lentamente, disfrutando del silencio del lugar y acompañados una vez más por la alegre chavalería que no deja de seguirnos, repitiendo nuestros nombres y preguntando una y otra vez de qué país venimos. Nos despedimos entre risas y saludos, con la sensación de haber vivido algo más que una simple visita. La tumba del emperador Minh Mạng no solo es un monumento histórico, sino también un reflejo del alma de un gobernante que buscó la armonía entre el hombre, la naturaleza y el cielo. Un rincón de Huế donde la historia, la espiritualidad y la vida cotidiana se encuentran en un equilibrio tan perfecto como el que él soñó para su reino.




















TUMBA IMPERIAL DE THIEU TRI 

Cuando terminamos nuestra visita a la tumba de Minh Mạng, volvemos a coger la moto para dirigirnos a otras tumbas, conscientes de que no iban a ser tan espectaculares como las anteriores. Por el camino  tenemos que volver sobre nuestros pasos, ya que la tumba que íbamos a ver, la del emperador Thiệu Trị, se encuentra aproximadamente a medio camino entre la tumba de Minh Mạng y la de Tự Đức, a unos 10 minutos en moto desde la primera.

Para alcanzar la tumba hay que tomar una desviación de la carretera y entrar por un camino secundario. Allí se encuentra una caseta con guardias que cobran la entrada, aproximadamente un euro al cambio. A diferencia de las tumbas anteriores, no había casi nadie; la visitamos prácticamente solos, lo que permitió disfrutar del lugar con tranquilidad y sin multitudes.

El emperador Thiệu Trị (1807–1847), cuyo nombre de nacimiento fue Nguyễn Phúc Miên Tông, fue el tercer emperador de la dinastía Nguyễn, gobernando Vietnam entre 1841 y 1847 tras la muerte de su padre, Minh Mạng. Durante su breve reinado continuó muchas de las políticas de su predecesor, manteniendo un gobierno basado en el confucianismo, con autoridad central fuerte y resistencia frente a la influencia occidental. Aunque su mandato fue corto, fomentó la cultura, la poesía y la arquitectura, y supervisó la continuación de varios proyectos imperiales iniciados por su padre.

Thiệu Trị se mantuvo firme frente a la presión de las potencias europeas, especialmente Francia, que empezaba a interesarse cada vez más por Indochina. Murió repentinamente en 1847, tras solo seis años de reinado, y fue sucedido por su hijo Tự Đức, cuyo mausoleo habíamos visitado por la mañana.


La tumba de Thiệu Trị, llamada Xương Lăng, no fue construida por él mismo debido a la brevedad de su reinado, sino por orden de Tự Đức. Está rodeada por un lago que la bordea por completo, aunque, a diferencia de las otras tumbas, su entorno se ve un poco más asalvajado y menos cuidado. Cruzando el lago se llega a la escalinata de entrada, que culmina en una gran puerta de tres arcos, dando acceso al Patio de los Mandarines. Este patio asciende en niveles a lo largo del eje central que cruza la tumba, en consonancia con los principios del feng shui, como es habitual en los mausoleos imperiales.

Al final de la escalinata se encuentra una nueva puerta monumental también con tres entradas, recién restaurada, que resalta por los vivos colores rojos y dorados de su madera. Más allá de esta puerta, llegamos al Bai Đình, el templo donde se honra la memoria del emperador. En su interior se encuentra mobiliario y altares conmemorativos, todo dispuesto para la realización de ceremonias y ofrendas.

En la parte trasera de la tumba se encuentra el túmulo que alberga la cámara funeraria del emperador, aunque la zona está bastante deteriorada y no se puede acceder al interior.

Como conclusión, puedo decir que, a pesar de su simbolismo como mausoleo del tercer emperador de la dinastía Nguyễn, esta tumba refleja una menor importancia histórica y arquitectónica en comparación con las anteriores. Sus dimensiones son más reducidas, los acabados menos elaborados y el conjunto menos impactante visualmente. Por ello, si se dispone de poco tiempo, considero que es prescindible y que merece más la pena concentrarse en las tres tumbas anteriores, que ofrecen una experiencia mucho más completa y memorable.

Después de la visita a la tumba, decidimos hacer una de las experiencias más divertidas que puedes vivir en Huế: disfrazarte de emperador y emperatriz. Varias tiendas por la ciudad ofrecen esta actividad, donde puedes vestirte con trajes tradicionales imperiales y posar entre palos de incienso de colores, creando un ambiente que parece sacado de otra época.

Por unos pocos euros, tendrás la oportunidad de sentirte parte de la historia de la antigua ciudad imperial, aunque sea solo por un momento. Es una experiencia curiosa, fotogénica y muy divertida, ideal para cerrar el recorrido por las tumbas con un toque ligero y diferente.

Nosotros encontramos la nuestra en la calle Huyền Trân Công Chúa, donde hay varios establecimientos que ofrecen este servicio. No dejes de vivirlo si pasas por Huế —es una forma encantadora de llevarte un recuerdo original y lleno de color.

 



TUMBA IMPERIAL DE DONG KHANH


La última tumba que visitamos en nuestro recorrido por Huế fue la del emperador Đồng Khánh, situada a pocos minutos de la tumba del emperador Tự Đức, la primera que habíamos visto por la mañana. Aunque se trata de una de las tumbas menos visitadas, nos sorprendió mucho tanto por su tamaño como por los pequeños tesoros que esconde entre su frondosa vegetación.



El emperador Đồng Khánh (1864–1889) fue el undécimo soberano de la dinastía Nguyễn. Reinó entre 1885 y 1889, en plena época de dominación francesa, un periodo convulso en el que Vietnam se encontraba bajo fuerte influencia colonial. Los franceses lo colocaron en el trono tras la deposición de su antecesor, Hàm Nghi, y durante su breve reinado se mostró colaboracionista con la administración colonial, tratando de mantener cierta estabilidad interna y de consolidar la autoridad imperial bajo supervisión francesa. Su poder real, sin embargo, era muy limitado.









Murió joven, con apenas 25 años, dejando tras de sí un reinado corto y marcado por la intervención extranjera. Tras su muerte, su hijo Khải Định —el mismo cuya majestuosa tumba visitamos durante la mañana— supervisó la construcción de su mausoleo, finalizado en 1923.

Cuando llegamos, apenas había visitantes. Poco a poco empezábamos a darnos cuenta de que la mayoría de los tours organizados solo llevan a los turistas a las tres tumbas más famosas (Tự Đức, Minh Mạng y Khải Định), dejando el resto para viajeros con más tiempo o curiosos que exploran por libre. Y precisamente por eso, la visita a la tumba de Đồng Khánh se siente diferente: más tranquila, más auténtica, más íntima.

El conjunto está formado por tres grandes áreas: el Patio y Templo principal, la zona del túmulo imperial y el túmulo funerario secundario.


La entrada se encuentra frente a un gran lago —algo habitual en los complejos funerarios de los emperadores Nguyễn—. Se cruza un pequeño puente y se accede al recinto por una puerta flanqueada por las tradicionales estatuas de mandarines, elefantes y caballos, que custodian simbólicamente el descanso del emperador.

A continuación se extiende el patio Bai Dinh, con sus dos filas de estatuas de mandarines civiles y militares, elefantes y caballos de piedra. Este patio sirve de antesala al Templo Ngưng Hy, donde se honra la memoria del emperador. En su interior destacan los altares conmemorativos y el mobiliario lacado y dorado, característico de la época, que conserva el brillo solemne del arte imperial vietnamita.

Esta zona central es relativamente pequeña si la comparamos con las primeras tumbas que visitamos, pero el complejo completo es sorprendentemente extenso. Desde el templo hasta el túmulo imperial hay unos cinco minutos caminando entre un bosque denso y frondoso. El túmulo, rodeado por una antigua muralla parcialmente cubierta de vegetación, se alza en medio de un entorno natural muy evocador, aunque algo deteriorado por el paso del tiempo.

Tumba del Emperador Dong Khanh

Personalmente, me gustó incluso más la zona del túmulo secundario, situada a la espalda del templo principal y también a unos cinco minutos andando del túmulo imperial. En esta área fueron enterrados príncipes y miembros de la familia del emperador Đồng Khánh, pertenecientes a la cuarta generación de la dinastía Nguyễn. 

Entrada a los túmulos de la familia Imperial


No debes perderte las cerámicas decorativas que adornan los muros de los pequeños templetes que anteceden a las tumbas: son verdaderas joyas artísticas que muestran escenas de la vida cotidiana vietnamita del siglo XIX.



Nos sorprendió la atmósfera tranquila que se respiraba al caer la tarde. Aunque esta tumba no alcanza la grandiosidad de las de Tự Đức, Minh Mạng o Khải Định, sí la incluiría entre las más recomendables por su autenticidad y su entorno natural.

Al salir del recinto aún nos quedaban un par de horas de luz, así que decidimos cambiar de escenario y ponerle un toque distinto al día: nos dirigimos hacia las ruinas del Parque Acuático Abandonado de Huế, un lugar tan curioso como misterioso, y después buscamos un sitio desde donde contemplar la puesta de sol sobre el río Perfume, el cierre perfecto para un día lleno de historia, paisajes y descubrimientos.


VISITA AL PARQUE ACUATICO ABANDONADO

Una de las visitas más extrañas —y curiosamente fascinantes— que hemos hecho en Vietnam fue la del parque acuático abandonado de Huế. La verdad es que fuimos por tres motivos muy sencillos: lo habíamos visto en Instagram y nos picó la curiosidad, teníamos tiempo libre y, sobre todo, teníamos moto para llegar hasta allí. Si te falta alguna de estas tres cosas, sinceramente, no merece la pena invertir tiempo en esta visita.

Desde la tumba del emperador Đồng Khánh, la última que habíamos visitado, nos llevó unos 15 minutos en moto. Nada más llegar, y aunque el sitio está completamente abandonado, te encuentras con un improvisado aparcamiento donde te cobran una pequeña cantidad por dejar la moto, supuestamente para “mantener” el lugar. Son unos 40 céntimos al cambio, así que uno paga sin darle demasiadas vueltas, aunque la situación es un tanto surrealista.


El parque, llamado Hồ Thủy Tiên, fue inaugurado en 2004 con la intención de convertirse en un gran complejo recreativo familiar junto al lago del mismo nombre, a unos 10 kilómetros del centro de Huế. La idea era crear un parque moderno con atracciones acuáticas, un acuario, restaurantes y espectáculos, pensado para atraer tanto a locales como a turistas.

Pero la realidad fue muy diferente. Apenas abierto, el parque nunca llegó a funcionar plenamente. La gestión fue un desastre: las infraestructuras quedaron a medio construir, el acceso era complicado y los visitantes escaseaban. Al poco tiempo, el proyecto fue abandonado por completo, y la naturaleza comenzó a recuperar el espacio, cubriéndolo de maleza y humedad.

La visita hoy consiste en pasear entre las ruinas y dejarse llevar por la atmósfera casi postapocalíptica del lugar. Lo más impresionante, sin duda, es el enorme dragón que emerge del lago: una estructura de varias plantas que servía de mirador y albergaba en su interior un acuario. Subir por sus escaleras oxidadas y asomarse desde la boca del dragón es una de esas experiencias que se quedan grabadas.

Siguiendo el camino encontrarás también toboganes cubiertos de óxido, los restos del anfiteatro y esculturas semienterradas entre la vegetación, como si estuvieras caminando por un escenario de The Walking Dead


El silencio, interrumpido solo por el canto de las ranas o el viento entre los árboles, hace que la sensación de abandono sea todavía más intensa.

Es, sin duda, un lugar extraño y decadente, pero con un encanto muy particular. No tiene el esplendor de las tumbas imperiales ni la solemnidad de los templos de Huế, pero sí ofrece una mirada distinta a la historia reciente de Vietnam.


ATARDECER EN EL RIO PERFUME

Para cerrar nuestro día en Huế, antes de regresar al hotel y tomar el transporte privado hacia Da Nang, decidimos darnos un último capricho: disfrutar del atardecer sobre el río Perfume. No podíamos marcharnos sin volver a ver cómo el sol tiñe de tonos dorados y rosados las aguas tranquilas de este río tan emblemático.



En el camino de regreso desde el parque acuático abandonado hasta el centro de Huế, nos detuvimos en una de las muchas cafeterías que salpican la carretera, y elegimos el Tiệm cà phê Hạt Đậu Nhỏ, un rincón encantador con una terraza escalonada en bancales que desciende hacia el agua. Desde allí, mientras degustábamos un delicioso café de huevo, contemplamos cómo el sol se despedía lentamente detrás de las montañas.



Fue uno de los atardeceres más hermosos que hemos vivido en todos nuestros viajes, un momento de calma y belleza que te recomendamos no perderte si visitas Vietnam.