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domingo, 23 de octubre de 2016

EL MONT SAINT MICHEL

 EL MONT SAINT MICHEL




El Mont Saint Michel es uno de esos lugares llenos de magia que están repartidos por el mundo y del que no tomas conciencia hasta que no lo visitas. En torno a una gran marisma que asoma al Canal de la Mancha, este icono medieval se alza sobre un promontorio de granito. Mucho se puede decir del Mont Saint Michel, pero todas las palabras se quedan cortas cuando lo contemplas con los ojos.


Mont Saint Michel


El Mont Saint Michel está situado al Norte de Francia, en a región de la Normandía, en el estuario del rió Couesnon. Su origen se remonta al siglo XVIII y durante más de ocho siglos los monjes benedictinos no dejaron de agrandar la iglesia original hasta lo que hoy contemplamos.


El Mont Saint Michel se encuentra a unos 65 kms al norte de Rennes, referencia que te servirá si estas visitando la bretaña, y a unos 125 kms de Caen, que te será útil si estas visitando los lugares del desembarco. Conforme te vas acercando al lugar donde esperas encontrar el Mont Saint Michel, observas una gran planicie junto al río Coueston, hacia el estuario del mismo. Cuando menos te lo esperas, contemplas a lo lejos un gran promontorio que se alza sobre el mar y la tierra, y ya solo tienes un punto de atención, el resto deja de tener importancia...

Conforme te vas acercando, se observa un constante aumento de la densidad de coches, todos hacia un mismo sitio, el gran aparcamiento que se sitúa a varios kilómetros del Mont Saint Michel. Es obligatorio dejar el coche allí, porque salvo que estés alojado en algunos de los hoteles que están dentro del recinto, te está vedado el acceso. Así que no te queda otra opción que dejar el coche allí, y pagar los aproximadamente 14 euros que cuesta. Lo tienen muy bien montado, ya que la tarifa es plana, es decir, pagas 14 euros estés una hora o estés 8 horas aparcado,.. aunque la visita te pueda llevar unas 4 o 5 horas máximo. Por otro lado decir que a partir de las 19 horas ya es gratis, pero claro, es porque la abadía ya está cerrada, y evidentemente hay mucha menos gente.

Foto desde Barrage du Mont Saint Michel
Una vez aparcas el coche, el resto es muy fácil. Hay autobuses lanzadera gratuitos prácticamente cada dos minutos que te llevan desde el aparcamiento hasta las mismas puertas del recinto amurallado. Hay una parada, que para nosotros consideramos imprescindible en "Barrage du Mont Saint Michel". 

Es una parada intermedia, a unos 5 minutos del parking y donde se ha construido una pasarela sobre el río y donde puedes hacer una fotos maravillosas. Tras las fotos vuelves a montarte en el autobús y sigues hacia la abadía.


La Abadía desde el Puente de acceso
Continuamos nuestro viaje en el bus lanzadera y atravesamos una gran pasarela construida hace poco con la que se evitan las mareas, y sobre la que te van dejando los autobuses, desde allí solo tienes que caminar un par de minutos para entrar por las puertas del recinto amurallado. Hemos previsto nuestra visita, para que al llegar la marea este baja con el suficiente tiempo para que cuando hayamos terminado de ver la abadía, podemos contemplar la subida de la marea desde las terrazas de la abadía, lo que anticipo ya es un espectáculo maravilloso, e imprescindible en tu visita. Tened cuidado si vais en visitas guiadas porque este hecho es irrelevante para ellos, ya que llevan un programa que realizar sin importarles la hora, pero si vais por libre, diría que el fenómenos de la marea es tan impresionante como la propia abadía.

Cuando llegas a los pies del Mont Saint Michel te das cuenta que te encuentras en una ciudadela fortificada, con una muralla exterior que defiende el conjunto, y unas calles circulares y ascendentes hasta la propia Abadía. Al borde del recinto ves también otro de los accesos al recinto desde el parking, unos tradicionales coches tirados por caballos, cuyo precio a mi entender era exorbitante.

Se accede por una pequeña puerta entre las murallas, y tras ellas comienzan unas calles repletas de turistas que casi te impiden avanzar. Esta parte de la visita al Mont Saint Michel es gratuita (solo cuesta el acceso a la abadía) y ello causa que haya gente yendo y viniendo por sus calles y terrazas. Las tiendas son casi por completo tiendas de souvenirs, aunque encuentras bastantes hoteles y restaurantes. Los precios de los restaurantes son altos si lo comparas con cualquier sitio de España, pero no tan elevados como podrías suponer comparado con cualquier restaurante de Francia. Así que si te lo puedes permitir, cenar con la marea alta, en uno de los restaurantes con vistas es algo que seguro no olvidarás.





Conforme vamos ascendiendo vamos asomándonos a las distintas terrazas que encuentras por el camino. Si te decides a no visitar la abadía, puedes contemplar perfectamente la subida de la marea desde los distintos miradores que hay a lo largo del camino (especialmente en el lado noreste del recinto), aunque desde la Abadía, al aumentar la altura las vistas son si cabe más grandiosas.
A estas horas, son las 5 de la tarde, hay poca agua, el Mont Saint Michel, aparece rodeado de un gran lodazal, con barcos encallados sobre la arena, y el mar se divisa a kilómetros de distancia.

Si quieres saber cual es el horario de las mareas y así planificar tu visita, visita este enlace "Horario de Mareas en Mont Saint Michel".




Tras subir unas empinadas calles durante al menos 15 minutos, mientras vemos las tiendas y restaurantes que antes mencionaba entramos en la entrada de la Abadía. El coste de la entrada es de 9 euros los adultos y los menores de 18 años son gratis. A estas alturas de la tarde, hay pocas colas ya que la mayoría de los grupos han ido por la mañana o a primera hora de la tarde, por lo que se puede disfrutar de la abadía con mayor tranquilidad.


Los primeros relatos sobre el lugar de Mont-Saint-Michel son anteriores a la llegada de los vikingos y hablan de su ocupación por ermitaños. Según la tradición está dedicado al arcángel San Miguel, porque fue este quien se apareció al Obispo San Auvert y le indicó donde y como debía construir este santuario. Durante los siguientes siglos a la edificación de la abadía primigenia, el lugar atrajo peregrinos de toda Europa. ya que estaba bajo la protección de los Duques de Bretaña. Fue a partir del año 933, cuando aparecieron los vikingos, cuando el Mont Saint Michel paso de la Bretaña al Ducado de Normandía (por eso actualmente pertenece a la región normanda). Fueron los Duques de Normandía los que establecieron a los benedictinos como orden monástica encargada de su custodia.

En el año 992 Saint Michel sufrió un grave incendio que destruyó prácticamente todo el santuario y monasterio, pero gracias a los duques de Normandía y la afluencia de peregrinos, la abadía gozó de la suficiente prosperidad para emprender obras de reconstrucción del santuario en torno al año 1020. Durante los siguientes siglos la Abadía sufrió pestes, guerras, incendios, nuevas reconstrucciones y cambios en las ordenes monásticas que lo custodiaban. No obstante lo más significativo fue que su destino monacal fue interrumpido definitivamente por la Revolución francesa, época en la que se convirtió en prisión. Esa siguió siendo su función hasta 1863, cuando se cerró como tal, volviendo su función religiosa y posteriormente convirtiéndose en atracción turística mundial.


Tras pagar la entrada seguimos subiendo escaleras y lo primer que vemos es la basílica de la Abadía. la fachada original se destruyo por un incendia, así que se reconstruyó en estilo neoclásico. Su interior es muy somero, como corresponde a una abadía de la regla de San Benito. Unos altos pilares sostienen las bóvedas, con dos niveles adicionales, uno de pequeñas ventanas y otra con grandes ventanales que iluminan con luz natural el interior del edificio .





Una cosa que nos llamo la atención cuando visitamos la iglesia de la abadía fue que estaban orando varias hermanas de una orden monástica. Poco después leímos que actualmente la Abadía está ocupada por la orden de las Hermandades Monásticas de Jerusalen, que se establecieron en el año 2001, pues desde que los benedictinos abandonaron el lugar en el año 1791 con motivo de la Revolución francesa nunca estuvo ocupada por otra orden.






Tras la visita a la Iglesia abacial, llegamos a la parte de la Abadía llamada la Merveilla que se sitúa justo al norte de la iglesia abacial, e integra claustro, refrectorio, sala de trabajo y capellanía.

El claustro tiene una forma cuadrangular, y está compuesto por cuatro galerías que rodean el patio descubierto. Destacan las columnas de granito rosa y tres arcos que se abren al mar y al vacío.

En la galerías, destacan los hermosos rosetones y las figuras esculpidas. Y encima de los arcos, un friso de pequeños rosetones muy elegantes. En la galería sur del Claustro, está el lavatorium donde los monjes podían hacer sus abluciones y las ceremonias de lavado los pies que, según las reglas benedictinas, debían cumplirse todos los jueves.

El claustro alberga un jardín medieval . En el centro hay una gran esfera que te permite ver el claustro desde todos los ángulos.. Hay plantas medicinales, hierbas aromáticas y flores que los monjes utilizaban en la Edad Media.








Tras el claustro llegamos al refrectorio, lugar donde comian los monjes benedictinos, que data tambíen de comienzos del siglo XIII. Está compuesta de una nave doble cuyas bóvedas están formadas por arcos ojivales decorados en su unión por una roseta esculpida que se apoyan en columnas que se sustentan, a su vez, en las de otro edificio, la Capellanía. Está iluminado por nueve ventanales que tienen en su base bancos de piedra. Es digno de observar el conjunto, los bancos donde comían los monjes, junto con el púlpito desde donde uno de los monjes leía las santas escrituras mientras los demás comían en completo silencio.


El refrectorio


Seguimos caminando y llegamos a otras sala, llamada la Capellanía que está compuesta por dos naves. Las bóvedas de aristas, de forma ojival, reposan sobre fuertes columnas de base y capitel cuadrados. Ocho ventanas horadadas entre los contrafuertes llenan de claridad la sala.



Nuestra visita nos lleva ahora a las bodegas, para lo cual seguimos descendiendo... pasamos distintas salas abovedadas, con grandes pilares  que sostienen parte del edificio. Encontramos una pequeña capilla, usada normalmente por el cuerpo de guardia. Dentro de las bodegas se puede ver una gran polea, que se construyó durante la epoca de la revolucion francesa, y que servía para subir alimentos desde el exterior y también para hacerselos llegar a los prisioneros que estaban encerrados en las mazmorras, a decenas de metros bajo el suelo.




Subimos un poco y alcanzamos antes de terminar el recorrido una de las salas más espectaculares, por sus dimensiones y grandiosidad, la llamada sala de los caballeros. La Sala fue construida entre 1215 y 1220. Toma su nombre tras la institución de la Orden de Saint-Michel, fundada en 1469 por Luis XI.

Probablemente esta enorme sala estaba destinada en el siglo XIII a dormitorio de la guarnición.

La sala está formada por cuatro naves de anchuras diferentes, las dos primeras están llenas de columnas que reposan sobre los pilares de la bodega; la tercera sobre el roquedal. Las bóvedas se sustentan sobre columnas de base octogonal talladas muy finamente. Unas grandes bolas de metal suspendidas del techo en distintas esquinas de la sala, te permiten ob


Sala de los Caballeros


Tras la visita al interior de la Abadía comienza el otro espectáculo, el de la naturaleza... la marea alta del Mont Sant Michel. Para ello salimos al exterior y comenzamos a recorrer las terrazas que, aunque dentro del recinto abacial, se asoman sobre los grandes muros del conjunto. En ellos decenas de personas buscan un lugar donde observar el fenomeno, una de las maravillas de nuestro viaje.




Cuando sales de la Abadía lo primero que te das cuenta es que a lo lejos donde veias un gran lodazal, ya no hay tal, comienzas a ver como parte esta cubierto de agua, pero también como una pequeña ola, avanza constante e inexorablemente hacia donde estás. No es una gran ola, no es enorme, es simplemente una corriente, que en poco menos de una hora cubre completamente el horizonte, recorriendo mas de 15 kms desde el mar. 



Las siguientes fotos están sacadas en intervalos de dos minutos desde el mismo punto... se puede observar como el agua rodea por completo al Mont Saint Michel









Tras observar el fenómeno de las mareas, comenzamos a descender hacia la pasarela, son ya pasadas las 7 y media de la tarde, y el panorama es completamente distinto al que encontramos a nuestra llegada, los turistas han desaparecido por arte de magia, las tiendas están cerradas, solo algunos restaurantes permanecen abiertos. y las calles están desiertas... Una oportunidad inigualable para contemplar la grandiosidad del conjunto monumental.





Es la hora de la despedida, aunque una y otra vez nos volvemos para contemplar esa última imagen que llevarte en la retina, de un sitio único, mágico e irrepetible...El Mont Saint Michel.




viernes, 30 de septiembre de 2016

ABADIA DE JUMIEGES

ABADIA DE JUMIEGES

La Abadía de Jumieges se encuentra situada en la población de Jumieges, a escasos 20 minutos de la localidad de Rouen, al norte de Francia, y aunque os parezca una ruina, no es cualquier  ruina, es la ruina más bella de Francia.


La Abadía de Jumieges, fue fundada por San Filiberto en el año 654 y se trata de una abadía benedictina, es decir que los monjes que allí vivían, seguían la regla de San Benito, del siglo VI. 

Los monjes que seguían esta regla, se dedicaban exclusivamente a la plegaria, al trabajo y a la acogida de huéspedes.





Conoció un desarrollo importante durante las invasiones vikingas en los siglos IX y X, y llego a ser un gran centro económico dotado de grandes posesiones, así como un gran centro cultural gracias a su scriptorium, que era la sala donde se hacían copias de los manuscritos. En una época donde la imprenta no existía, tenía mucha mas importancia de la que en un principio puedes pensar, ya que era un lugar donde irradiaba la cultura y se difundían pensamientos.

Tras la revolución francesa la abadía fue expropiada y vendida, transformándose en cantera de piedra, razón por la cual faltan gran parte de sus edificios originales. En 1852 fue salvada por la familia Lepel Cointet, quien la conservo hasta que el Estado Francés la compró en el año 1946.

La reconstrucción de la Abadía nunca fue prevista. El lugar ha conservado así su carácter romántico, al parecer que caminas sobre las ruinas de un pasado inquietante. Las campañas de consolidación han ido permitiendo la apertura de las distintas zonas del conjunto... 

Bienvenidos a la Ruina más bella de Francia.



Comenzamos nuestra visita por La Portería, data del siglo XIV y se construyó en estilo gótico. Mirando hacia arriba se puede apreciar sobre uno de los arcos una mascara medieval de hombre rodeado de hojas. Durante el siglo XIX fue restaurado en estilo neogótico y hoy en día alberga la recepción al recinto y salas de exposiciones.

La Portería


Ajedrez entre ruinas
En seguida palpamos que este recinto no es para ir con prisas, mas bien al contrario, tienes que palpar e imbuirte en la paz existente, sentarte en un banco y mirar tranquilamente el conjunto. 

No es una idea original, nos damos cuenta que mucha gente ha pensado lo mismo, y para muestra el ajedrez gigante que tienen a disposición de los visitantes. Jugar un ajedrez junto a un lugar cargado de historia en un entorno de paz absoluta, son cosas que se viven pocas veces...


Fachada




Entramos ya en la zona de la Iglesia Abacial, es decir la Iglesia principal, que no única, de la Abadía. Acogía actos religiosos y laicos durante las grandes fiestas religiosas. Es un ejemplo del arte románico de Normandía del siglo XI. 

Sus dimensiones son impresionantes para tratarse de una Abadía, con una nave de más de 25 metros y dos torres con una altura de 46 metros. La fachada, sin embargo, destaca por su austeridad, con una estructura que parece que se antepone a las dos grandes torres. 






Tras cruzar la puerta de entrada cruzamos a la Nave central de la Iglesia, que conserva aun sus grandes muros de dos y tres pisos. El románico se observa claramente en toda la nave, con grandes arcadas de medio punto en la planta baja, y en la primera una sucesión de pequeñas ventanas tripes sobre arcos de medio punto y apoyados en columnas centrales en la segunda planta y unas ventanas altas en la ultima. La nave estaba cubierta por un techo de madera como era costumbre en las iglesias normandas.







Tras atravesar la nave, llegamos al crucero, que es la parte perpendicular a la nave y que separa a esta del coro. En el crucero se superponen dos estilos de arquitectura diferentes: el románico de los siglo XI y XII y el gótico que va desde finales de XI hasta el renacimiento. En la parte izquierda de la foto se puede ver la sucesión de arcos góticos en combinación con los románicos, de hecho se puede observar un capitel románico embutido en uno gótico mas tardío.










Ya por ultimo observamos la ultima parte de la iglesia Abacial, el Coro, reconstruido en el siglo XIII es la parte de la iglesia donde se desarrollaba la liturgia. En torno a la zona central, salían siete capillas radiales, de las cuales completas solo se conserva una. Como curiosidad, en una de ellas estaba enterrado el corazón de la favorita del rey Carlos VII, aunque después de la revolución francesa y la venta del edificio, todo esto se perdió.

El coro de la Iglesia Abacial



Seguimos con nuestro tranquilo paseo por el recinto, no nos hemos dado ni cuenta, pero tras el ajedrez y la visita a la iglesia abacial, ha transcurrido mas de hora y media, pero la sensación de paz te llena por dentro... claro, hasta que llega un hijo tuyo y te dice que esta harto de ver piedras, pero la edad es la edad...contra eso no se puede luchar....

Llegamos la Iglesia de San Pedro, que era una iglesia que estaba situada dentro del espacio de clausura del monasterio, y es donde se pueden contemplar los vestigios más antiguos de la abadía, ya que puedes encontrar partes del monasterio que fue destruido por los vikingos en el siglo IX.

Iglesia de San Pedro, junto al coro












En torno a la iglesia de San Pedro, se puede pasear por el antiguo claustro del que hoy solo queda un gran árbol y lo que fue el refectorio, hoy desaparecido...

Por último llegamos al Edificio Abacial de una época mucho mas tardía, del siglo XVII  que es donde residía el abad



Dejamos Jumieges encantados, un remanso de paz, un lugar repleto de historia, un sitio definitivamente irrepetible.