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ARLES

 ARLES

Nuestra última estancia en la Provenza es Arles, una de las ciudades con mayor historia de Francia, pues de hecho fue la primera colonia fundada por los romanos fuera de la península itálica, llevando el nombre de Arelate. 

Durante el dominio romano tuvo que competir con la colonia de Marsella, y durante mucho tiempo estuvo a su sombra. Sin embargo durante la guerra civil entre Cesar y Pompeyo, Arelate (Arles) apoyó a Cesar, mientras que Marsella hizo lo propio con Pompeyo. Como quiera que venció Cesar, una vez concluida la guerra, éste quitó las posesiones a Marsella y se las transfirió a Arelate. Durante la ocupación romana, Arles, tenía varios monumentos arquitectónicos,  como el anfiteatro, el arco triunfal, el circo, el teatro romano y unas poderosas muralla que la circundaban. Su máximo apogeo fue durante los siglos IV y V, cuando fue usada como cuartel para los emperadores romanos durante sus campañas militares por la Galia. Fue por ejemplo, la ciudad favorita de Constantino el Grande, quien construyó unas termas que aun se conservan.

Con el paso de los siglos, y las invasiones de bárbaros y otros pueblos, Arlés entró en decadencia, siguió siendo un puerto fluvial importante, pero ya nunca recuperó su esplendor como en épocas romanas. Tal vez volvió a la palestra con Van Gogh, quien se estableció en Arles y donde se inspiró para obras como Café de Noche, la Casa AmarillaNoche Estrellada sobre el Ródano, y L'Arlesienne.

Dejando a un lado la historia, y planificando la visita, deciros que nos alojamos en el Hôtel de l'Amphithéâtre, en pleno centro, a menos de dos minutos andando del Anfiteatro y con muy buena relación calidad precio. Si vas en coche, te recomiendo que dejes el coche en el aparcamiento Parking Du Centre, con los que el Hotel tiene convenio y sale más barato, además de estar en pleno centro.

Si lo que dispones es de un día para visitar Arles, hay varias visitas imprescindibles....

EL ANFITEATRO ROMANO

Seguramente el monumento más famoso de Arles es sin duda su anfiteatro, convertido hoy en día en Plaza de Toros, y que causa una sensación extraña, un edificio antiquísimo con un uso singular. Pero la historia del Anfiteatro es extensa y curiosa, y merece la pena detenerse unos momentos. 

El Anfiteatro fue construido a finales del primer siglo de nuestra era, poco después del Coliseo romano, y podía albergar hasta 25.000 personas. Su uso como anfiteatro, para luchas de gladiadores y espectáculos diversos, se mantuvo hasta finales del siglo V, cuando la  caída del imperio y la inseguridad ocasionada por las invasiones bárbaras, hicieron que poco a poco su uso se transformara. 

Así a comienzos del siglo VII su uso era el de bastida, es decir, el de fortaleza dentro de la propia ciudad, erigiéndose en torno a sus muros casas y calles, incluso un mercado. Esta fortaleza se configuraba en torno a los propios muros del anfiteatro que eran usados a modo de muralla. Fue en esta época cuando se erigen cuatro torres defensivas sobre sus muros exteriores, de las cuales se conservan hoy en día tres de ellas. 

La fortaleza tenía vida propia como he dicho antes y contenía mas de 200 casas en su interior. En los siglos posteriores entra en decadencia, quedando en muy mal estado, tanto en su interior como exterior, pues se usó como cantera para otros edificios. Ya en el siglo XIX, se procedió a la demolición de las casas edificadas en su interior y as su restauración, volviéndose a celebrar fiestas y espectáculos en su interior. Su uso como plaza de toros viene de la época del emperador Napoleón III, casado con la española Eugenia de Montijo, que como emperatriz puso de moda las corridas toros tan famosas en España.

La visita al anfiteatro se puede hacer con una entrada combinada al mismo y al Teatro romano, y se puede recorrer todos los pasajes interiores y acceder a las gradas, y a una de las torres que servían de defensa en la antigüedad. 

Lo único a lo que no puedes acceder es a la arena propiamente dicho, pues como he dicho, está habilitada como plaza de toros.

La visita no te llevará más de 30 minutos, y puedes complementarla con una visita alrededor del monumento, con escenas que combinan el anfiteatro y el teatro y te hacen imaginar como fue en épocas romanas.



EL TEATRO ROMANO

Muy cerca del Anfiteatro, justo a su espalda, encontrarás lo que queda del teatro. Su entrada es combinada con el Anfiteatro, y de las tres partes con las que se componía el Teatro, solo se conservan la Cávea y la escena, mientras que el muro, que servía como decorado, ha desaparecido por completo.

La cávea, es seguramente lo que llama más la atención, pues además de ser la de mayor volumen, equivale a lo que nosotros popularmente conocemos como grada. 

La Cavea del teatro romano de Arles, tiene un diámetro de 102 metros y podía acoger hasta 10.000 espectadores, repartidos en 33 hileras. 

Los espectadores se repartían según su clase social, el populacho en lo alto, mientras que los caballeros y nobles en las gradas inferiores.

Lo que se sabe del muro, es que como solían tener la mayoría de teatros romanos, es que tenía tres niveles, con columnas de estilo corintio de las que se conservan aún algunas de ellas. En este muro, se incrustaban nichos decorados con estatuas de temática griega. Si vas con tiempo, y puedes acercarte a Orange , puedes ver un impresionante teatro con su cavea, su escena y su muro, algo que en muy pocos lugares puedes llegar a ver.

En el teatro, se representaban obras de teatro, tragedias, comedias, mimos, tanto romanas como griegas y eran gratuitas para todos los ciudadanos.

Al igual que el Anfiteatro, el Teatro de Arles fue construido en el siglo I de nuestra era, y fue usado prácticamente hasta el siglo V, cayendo posteriormente en el abandono y desmantelamiento para construir viviendas y palacetes. Fue en el siglo XIX cuando se comenzaron los trabajos de recuperación y reconstrucción, aunque lamentablemente el daño ya estaba hecho, y solo podemos contemplar partes de este antiguo monumento.


BASILICA DE SAN TROFIMO:

La catedral de San Trófimo, se encuentra situado en pleno centro de Arles, en la Plaza de la República, a escasos minutos del Anfiteatro y del Teatro Romano. Es un edificio de estilo románico que se comenzó a construir en el siglo XII. Como curiosidad histórica hay que decir que aquí se coronaron dos emperadores del Sacro Imperio Germánico, Federico Barbarroja y Carlos IV, rey de Bohemia. 

Varias son las partes de la Iglesia a destacar, si bien la principal es sin duda su fachada de estilo románico, y especial el Pórtico Occidental, que es considerado unos de los tesoros de la arquitectura románica. Representa el apocalipsis, donde es representado el Juicio final, con un enorme Pantocrátor en su zona central, que preside el Juicio y con una representación de los cuatro evangelistas en torno a él, el ángel alado de San Mateo, el león alado de San Marcos, el toro alado de San Lucas y el águila de San Juan. 


En el dintel están representados los apóstoles y en el friso que recorre toda la portada se encuentran esculpidos los condenados (a la derecha de la portada) y los elegidos (a la izquierda de la portada). Además de esta escena central hay muchas escenas bíblicas representadas, como la Anunciación, el bautismo de Jesús, la Adoración de los Reyes Magos o la Matanza de los Inocentes por Herodes. 

Otra de las zonas a visitar es su interior, la Iglesia cuenta con una nave central enorme, con más de 20 metros alto y dos naves laterales más bajas. La luz entra a través de unas pequeñas ventanas abiertas en las paredes de la vae principal, por encima de las laterales, por lo que esta parte de la iglesia no es muy luminosa. Sin embargo el ábside que en sus orígenes fue de estilo románico, fue sustituido en pleno siglo XV por uno gótico y ello repercute en la luminosidad de este último. Por último no dejes de visitar el claustro, lugar de acogimiento de los canónigos eclesiásticos, y que data del siglo XII y XIII.

LA PLAZA DE LA REPUBLICA:

El centro neurálgico del casco histórico de Arles se sitúa en esta plaza, donde puedes encontrar el Ayuntamiento, la Iglesia de Santa Ana y la Basílica de San Trófimo, aunque lo que más llamará tu atención, es el enorme  obelisco romano del siglo IV. Mide unos 20 metros de alto, y está realizado con Granito Rojo. Inicialmente, se encontraba en el Circo, y fue trasladado a su ubicación actual y restaurado en 1676.

El Ayuntamiento es un edificio de estilo clásico, que preside la plaza, y desde el que se pueden acceder a los Criptopórticos. Para ello tendrás que entrar por la espalda del edificio. Los Criptopórticos se tratan de galerías de la época romana que servían como cimientos para construir encima el Foro Romano ya que había que dotar de estabilidad al mismo para salvar la pendiente existente. Se pueden visitar previo pago, si eres un interesado en estas construcciones romanas, que por otro lado están consideradas Patrimonio de la Humanidad. Como curiosidad adicional hay que decir que se usaron durante la II guerra mundial como refugio de la resistencia francesa.








LAS TERMAS DE CONSTANTINO:

Dejando a tu espalda la Plaza de la República, dirección norte, hacia el Ródano, llegarás a las Termas de Constantino, que te pasarán casi inadvertidas porque se encuentran enclavadas entre casas, y dejan poco espacio para observarlas. Tampoco podemos decir mucho de su interior, porque no pudimos acceder a ellas por estar ya cerradas, así que nos limitamos a observarlas por fuera. En mi humilde opinión, el entorno de unas ruinas como estas deberían estar mejor cuidadas, al menos sus alrededores, pues además de coches aparcados justo en frente, era una zona muy abandonada.

No obstante, y volviendo a las Termas, fueron construidas en el siglo IV por el emperador Constantino, quien vivió en la ciudad de Arles. Su estructura es  similar a las que puedes ver en Trier o Pompeya, y actualmente se conserva el caldarium, con pisos de calefacción suspendidos (hipocausto) y una piscina en ábside y semicircular, abierta en tres ventanas y cubierta de una bóveda de horno.

Como peculiaridad, hay que decir que al estar situadas en una zona junto al rio y rodeadas de casas, la disposición del edificio se orientó hacia el eje norte sur, para que fuese calentado por la luz del Sol la mayor parte del día.

Y ya que estábamos allí, junto a las Termas, debes asomarte al Ródano, impresionante en cuanto a caudal al pasar por Arles camino al mar... eso sí... átate a una cuerda si no quieres volar....

















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