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LACOSTE

 

LACOSTE


Lacoste


Y llegamos al último pueblo del día, y donde tenemos reservado para dormir. Lacoste, está situado entre Menerbes y Bonnieux, por lo que no tardamos ni diez minutos en llegar.




Llegamos a Lacoste casi a las 6 de la tarde, hora en que ya está todo cerrado, por lo que prácticamente recorrimos el pueblo solos, sin cruzarnos apenas con nadie,... y es que en estos pueblos de Francia, a las 6 la gente literalmente desaparece.

Puedes aparcar en la parte baja de la ciudad con facilidad y subir por la calle principal hacia el castillo que es la principal atracción de la localidad, más allá de sus calles empedradas, sus casas de piedra y sus rincones con encanto.

Lacoste es uno de esos pueblos en los que es agradable pasear, a pesar de sus cuestas, porque en cada rincon encuentras algo a destacar, y una foto que hacer. 




Volviendo al castillo, hay que decir que fue residencia en 1771 del famoso Marqués de Sade quien lo recibió como regalo de boda de su padre. El Marqués  se trasladó aquí tras huir de Paris escapando de los escándalos creados por su continuado libertinaje y de su posible encarcelamiento por orden del Rey. A pesar de la persecución real y las continuas denuncias por sus lujuriosas fiestas, el Marques no cejó en su comportamiento, por lo que Lacoste no escapó de los escándalos lujuriosos a los que acostumbraba el Marques y que finalmente lo llevaron a la cárcel.


Castillo del Marques de Sade


El castillo con los años fue cayendo en el abandono hasta que en el siglo XX fue adquirido por el modista Pierre Cardin, quien reconstruyó el Castillo, así como varias casas aledañas con la finalidad de convertir a Lacoste en un pueblo referencia para artistas y creadores. En la actualidad hay una casa museo de Pierre Cardin poco antes de llegar al castillo. Hoy en día y gracias a la acústica del lugar, se celebra anualmente un Festival de Ópera.




Dejamos Lacoste y nos dirigimos a nuestro alojamiento, justo a la salida de Lacoste, un Bed and Breakfast muy recomendable, llamado Le Clos des Lavandes, con un hermoso jardín provenzal donde relajarse.

  


Nos acostamos temprano... hay poco que hacer en otoño en estos pueblos, y nos preparamos para la siguiente jornada, en la que tendremos que andar mucho más.


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