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martes, 19 de agosto de 2025

GUIA COMPLETA DEL SANTUARIO DE MY SON

 GUIA COMPLETA DEL SANTUARIO DE MY SON


Santuario de My Son. Templo Principal (B1)

La tarde de nuestro segundo día en Hoi An decidimos escapar un poco del bullicio de la ciudad y adentrarnos en la historia del antiguo reino Champa. Habíamos reservado una excursión al Santuario de Mỹ Sơn, a unos 45 minutos de distancia. La contratamos en una agencia local y, como en casi todo en Vietnam, regatear fue parte de la experiencia. Al final conseguimos un buen precio: unos 10 € por persona que incluían el transporte en bus, la entrada, un guía que nos acompañó durante la visita, un bánh mì con bebida para reponer fuerzas y el regreso en barcaza por el río Thu Bồn, de vuelta a Hoi An.

El tour dura unas cuatro horas en total: dos se van entre el camino de ida y vuelta, y otras dos se disfrutan recorriendo con calma las ruinas. Salimos alrededor de las tres de la tarde y a las cuatro ya estábamos allí. Visitar el santuario a esa hora resultó ser todo un acierto. El sol ya no pegaba con tanta fuerza y el calor era mucho más llevadero. Además, poco a poco los grupos grandes de turistas comenzaban a marcharse, y tuvimos la suerte de caminar por el recinto casi en soledad. Si viajas en febrero o marzo, como nosotros, no olvides llevar ropa ligera y calzado cómodo: incluso en esa época el calor se deja sentir con fuerza.

A menudo llamado el “pequeño Angkor Wat”, Mỹ Sơn fue el corazón espiritual y político del Reino Champa entre los siglos IV y XIII. Los cham, un pueblo de origen malayo, se establecieron en la costa central de Vietnam y crearon un reino profundamente influenciado por la India. Adoptaron primero el hinduismo y más tarde el budismo, y aquí, en este santuario rodeado de colinas y vegetación, situaron su centro religioso. Fueron navegantes y comerciantes extraordinarios, y gracias a su contacto frecuente con India, China y el sudeste asiático, su arte se convirtió en una fascinante mezcla de estilos indios, jemeres y locales. Aunque con el tiempo fueron absorbidos por los vietnamitas en el siglo XV, su cultura sigue viva: todavía hoy existen comunidades cham en Vietnam y Camboya que practican rituales tradicionales heredados de hace más de mil años.


El santuario, dedicado principalmente al dios Shiva, fue fundado alrededor del año 380 d.C. por el rey Bhadravarman I. La ubicación no era casual: el valle del río Thu Bồn no solo era un lugar de fácil defensa, rodeado de montañas, sino también un espacio cargado de simbolismo espiritual. Durante siglos, Mỹ Sơn fue el centro religioso más importante de los cham, y aunque gran parte de sus templos quedaron dañados con el tiempo y por la guerra, hoy muchas de sus estructuras han sido restauradas. No es casualidad que haya sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La visita comienza en la entrada principal, donde hay que sacar los tickets, aunque en nuestro caso ya venían incluidos. Desde allí, unos pequeños minibuses eléctricos te llevan en un corto trayecto de cinco minutos hasta el corazón del yacimiento. El camino, rodeado de árboles y pequeños riachuelos, sirve como introducción perfecta: poco a poco te vas alejando del presente y acercando a un pasado místico. Cuando finalmente llegas y te encuentras rodeado de torres de ladrillo cubiertas de musgo, con el eco de la selva de fondo y casi sin turistas alrededor, sientes que el tiempo se detiene.


Mapa del Yacimiento Arquelógico de My son

El emplazamiento arqueológico de Mỹ Sơn está organizado en distintos grupos monumentales identificados con letras (A, B, C, D, E, F, G, H y L). Cada guía suele elegir un recorrido diferente; en nuestro caso, una simpática chica vietnamita, estudiante de económicas, nos llevó primero a descubrir la zona B–C–D, donde se encuentran las ruinas mejor conservadas, para después continuar hacia el grupo A y finalmente acercarnos al grupo G. Los grupos E y F, muy interesantes porque aún se pueden ver restos de los bombardeos sufridos durante la guerra, estaban cerrados por restauración en el momento de nuestra visita.

Antes de empezar el recorrido arqueológico, lo primero que se hace nada más llegar es asistir a un espectáculo de unos 20 minutos que recrea las antiguas danzas de la cultura Champa

Son representaciones llenas de color, música y trajes tradicionales, algunas de ellas, hay que decirlo, bastante curiosas y hasta extravagantes. Tras este aperitivo cultural, comenzamos nuestra visita a las ruinas.

La primera parada es la zona B–C–D. Al situarnos frente a ella, queda claro su distribución: a la derecha el Grupo B, a la izquierda el Grupo C y justo detrás de ambos el Grupo D.

Zona B

Es el núcleo ceremonial más importante de todo el santuario. Aquí se encontraba el templo principal, dedicado al dios Shiva, la deidad protectora de la dinastía Champa. Aunque gran parte del complejo fue destruido durante la guerra de Vietnam, todavía pueden apreciarse las torres de ladrillo rojizo decoradas con relieves que representan a las apsaras, ninfas celestiales del hinduismo. En la base del templo aún se distinguen los altares de sacrificios y los lingams, símbolos fálicos asociados a Shiva. Además, en esta zona se conservan otros tantos edificios, como la Gopura, la puerta torre que daba acceso al recinto, una torre auxiliar que servía de altar secundario, la Kosagrha o Torre de Fuego, que era donde se guardaban los objetos rituales y el Edificio ritual del agua, que contenía un recipiente en forma de bañera de piedra, destinado a los rituales de purificación con agua sagrada.


                                                                                         Appsara

Pero… ¿por qué se construyó de esta manera? ¿Por qué estas formas tan específicas?

La zona del santuario fue concebida siguiendo un alineamiento sagrado, en el que los edificios se disponían a lo largo de un eje que simbolizaba el equilibrio entre el cielo, la tierra y la humanidad. Todo el conjunto no era solo un espacio de culto, sino una representación del universo hinduista.

En el centro se alzaba el templo principal, que simbolizaba el mítico Monte Meru, eje del cosmos y morada de los dioses en la tradición india. A sus lados, torres secundarias reforzaban esta visión cósmica, mientras que otros elementos arquitectónicos evocaban las fuerzas del fuego y del agua, imprescindibles para sostener la vida y mantener el orden cósmico.



Zona C

Situada justo al lado de la B, está formada por un conjunto de templos más pequeños, aunque con la misma disposición que el anterior, un templo central y varios templos accesorios a su alrededor, con los eimpre presentes elementos del agua y el fuego. Esta zona transmite un ambiente más recogido e íntimo. Aquí todavía se conservan varias torres con sus formas originales y con decoración en ladrillo de gran detalle.




Templo Principal (C1)






Zona D 

Está situada justo detrás de los templos principales, esta área se caracteriza por torres de menor tamaño y en estado más deteriorado. Sin embargo, algunas aún permiten acceder a su interior, lo que brinda la oportunidad única de apreciar de cerca la técnica constructiva cham: ladrillos encajados con una precisión sorprendente, sin huellas de mortero visible, como si se sostuvieran únicamente por la destreza de sus constructores.

La proximidad de la Zona D al llamado “Gran Templo” y a los santuarios principales revela su estrecha relación con los rituales más solemnes de la comunidad, especialmente aquellos vinculados a la muerte, la purificación y el tránsito al más allá. Aquí se realizaban ceremonias con ofrendas y ritos de cremación, destinados a liberar y purificar el alma. No es casual que en este sector se hayan hallado restos de altares de cremación, cenizas y símbolos relacionados con la regeneración espiritual, testigos silenciosos de la profunda dimensión ritual que impregnaba este lugar.





Zona A 

Tras recorrer las zonas B, C y D, continuamos nuestro camino durante unos cinco minutos hasta llegar a otra de las áreas más significativas del santuario: la zona arqueológica A. En este sector se alzaba el gran Santuario, considerado en su época el más importante de todo el complejo. Desgraciadamente, el templo fue prácticamente destruido durante los bombardeos de la guerra de Vietnam, de modo que hoy solo se conservan fragmentos de su base y algunos relieves que permiten imaginar su antigua grandeza.

Al igual que en otras partes de Mỹ Sơn, este santuario principal estaba acompañado por torres menores que cumplían funciones complementarias: espacios destinados a las ofrendas, depósitos para objetos rituales o pequeños santuarios secundarios donde se continuaba el culto.

Entre los vestigios que aún se pueden contemplar aquí destacan las esculturas y una estela epigráfica Cham. Estas estelas eran piedras talladas con inscripciones conmemorativas en sánscrito, lengua litúrgica del hinduismo, o en cham antiguo. En ellas se registraban donaciones a los templos, rituales religiosos, genealogías reales o victorias militares, y solían colocarse en lugares prominentes, como junto a los altares o en las entradas principales. Son auténticos testigos de la vida política, espiritual y cultural de la civilización Cham.


Estela epigráfica

Zona G 

Tras dejar a un lado la zona A, llegamos a una zona bastante pequeña, pero que conserva uno de los santuarios mejor conservados. En esta zona, completamente rodeada de selva, con riachuelos que lo bordean, podemos observar un gran santuario de ladrillo dedicado a Shiva, en el que puedes entrar y contemplar su interior. 




Y con esta última visita abandonamos el complejo por una senda que se adentra en la selva que lo rodea. Todavía encontramos algunos restos de torres y templos, aunque muy deteriorados. La guerra de Vietnam dejó una marca profunda en My Son: su proximidad a la ruta Ho Chi Minh, un punto estratégico utilizado por el Viet Cong, provocó que las fuerzas estadounidenses lanzaran ataques aéreos para destruir posibles bases o refugios.

Como consecuencia, muchas de las torres y templos de ladrillo fueron destruidos parcial o totalmente. Algunas colapsaron por la fuerza de las explosiones, mientras que otras sufrieron daños irreversibles en sus relieves y esculturas. Para ilustrarlo, incluyo una foto de una de las torres, mostrando su estado antes y después de los bombardeos.

A pesar de todo, My Son aún conserva una belleza impresionante. Cada rincón del sitio está lleno de simbolismo e historia, lo que lo convierte en una parada imprescindible para cualquiera que viaje a Vietnam y quiera sumergirse en la riqueza cultural de la civilización Champa.


















sábado, 16 de agosto de 2025

¿QUE VER EN HOI AN? SEGUNDO DIA

¿QUE VER EN DOS DIAS EN HOI AN?

SEGUNDO DIA EN HOI AN

CASA COMUNAL DE CAM PHO, CASA ANTIGUA DE TAN KY, CASA ANTIGUA DE QUAN THANG, MUSEO DEL COMERCIO DE CERAMICA, ASAMBLEA CHINA DE HOI AN, ASAMBLEA CHINA DE FUJIAN, TEMPLO DE QUAN CONG, ASAMBLEA DE HAINAN, ASAMBLEA DE TEOCHAW, CASA COMUNAL DE HOI AN, TEMPLO DE BA MU, GALERIA CULTURAL JAPONESA, PASEO NOCTURNO POR HOI AN

Nuestro segundo día en Hoi An comienza temprano, tal y como habíamos planeado, con el objetivo de evitar la avalancha de turistas que, a media mañana, inunda las calles en excursiones organizadas. Además, por la tarde teníamos concertada una visita al templo de My Son, así que queríamos aprovechar al máximo las primeras horas del día.

La mañana prometía ser intensa: habíamos previsto recorrer varias asambleas y casas antiguas de la ciudad. Para ello, el día anterior habíamos comprado el Hoi An Heritage Ticket, que, como ya comenté, permite acceder a cinco lugares de la Ciudad Vieja. En la práctica, esos cinco accesos nos bastaron para entrar en casi todos los sitios que queríamos, ya que en muchos lugares ni siquiera lo solicitan.

Apenas salimos del hotel y, unos cuantos metros antes de llegar al Puente Japonés, nos encontramos con la primera parada de la jornada: la Casa Comunal de Cam Pho.


CASA COMUNAL DE CÂM PHÔ

Aunque no figuraba entre los lugares imprescindibles que habíamos leído al preparar el viaje, su fachada nos llamó la atención la tarde anterior, cuando volvíamos al hotel. Aquella imagen quedó en nuestra mente y decidimos visitarla a primera hora del día siguiente. Llegamos justo cuando la Casa Comunal de Cam Pho abría sus puertas, y para nuestra sorpresa éramos los únicos visitantes. No había nadie en el control de acceso, así que no tuvimos que usar el Heritage Ticket.

La Casa Comunal de Cam Pho, una de las más antiguas de Hoi An, fue durante siglos el centro social, administrativo y espiritual del antiguo barrio del mismo nombre. Tenía una función muy versátil: religiosa, administrativa, social y cultural.



Antes de entrar conviene saber qué era exactamente una casa comunal. No se trataba solo de un lugar de culto a deidades como Thanh Hoang, el dios tutelar del pueblo, sino también de un espacio donde las autoridades locales se reunían para tratar asuntos del pueblo: impuestos, resolución de disputas, organización de obras o mantenimiento de infraestructuras. Además, funcionaba como centro de encuentro en festividades anuales, procesiones, representaciones teatrales o banquetes comunitarios.

Arquitectónicamente, la Casa Comunal combina una gran entrada, un vestíbulo, salas laterales y una sala principal. La entrada principal es una imponente puerta de tres accesos construida en ladrillo y decorada con inscripciones chinas talladas. Tras ella se abre un patio comunal tradicional, presidido por un árbol de banyan centenario, un muelle fluvial y un espacio abierto que recuerda la arquitectura típica de las casas comunales vietnamitas. Al cruzar el patio, se accede a un vestíbulo con cuatro techos que distribuye las estancias: de frente, el salón principal; a ambos lados, las salas laterales.

La sala principal está dividida en cinco compartimentos: el central dedicado a Thanh Hoang, el dios de la ciudad; los laterales reservados para Ta Ban y Hữu Ban, deidades auxiliares; y la parte trasera destinada a los ancestros. Es un espacio vistoso, con altares donde arde el incienso, inscripciones en madera y una ornamentación tradicional que refleja un trabajo artesanal exquisito.

La visita dura algo menos de media hora y es una excelente forma de comenzar el recorrido por la zona antigua de Hoi An. Tómate tu tiempo para admirar la arquitectura exterior y, una vez dentro, apreciar los altares, la carpintería y las historias que este lugar encierra. No te arrepentirás.




CASA ANTIGUA DE TAN KY
 

Casa Antigua de Tan Ky

Nada más cruzar el famoso Puente Cubierto Japonés de Hoi An, y en la calle paralela a este, Nguyen Thai Hoc, se encuentra una de las llamadas Old Houses de la ciudad: la Casa Antigua de Tan Ky.

Su nombre no proviene del apellido de la familia propietaria, sino de un significado mucho más simbólico. Tan Ky significa “Progreso”, y fue la segunda generación familiar la que decidió bautizarla así con la esperanza de atraer prosperidad a sus negocios.


La vivienda fue construida en 1741 por la familia Le, comerciantes adinerados de la época, y ha sido habitada por más de siete generaciones. A día de hoy, la familia sigue viviendo en la planta superior, mientras que la planta baja está abierta al público y gestionada directamente por ellos.

La arquitectura de la casa es un reflejo perfecto de la multiculturalidad de Hoi An: una fusión de elementos vietnamitas, chinos y japoneses. Su construcción se realizó sin un solo clavo, siguiendo técnicas tradicionales japonesas de ensamblajes de madera, que garantizan solidez y durabilidad. El diseño es de planta tubular: tras la entrada, varias estancias se conectan entre sí y un patio central aporta luz natural y ventilación, creando un ambiente fresco y agradable incluso en los días calurosos.

Bách Điểu” (Cien Pájaros)












Entre los elementos más singulares de la visita destacan dos piezas que encarnan la influencia de la filosofía oriental:

  • El Cuenco de Confucio: un cuenco que solo puede llenarse hasta aproximadamente el 80 % de su capacidad. Si se vierte más agua, el exceso fluye por un orificio en el fondo. Inspirado en las enseñanzas de Confucio, simboliza la moderación y el equilibrio en la vida.

  • El panel de laca “Bách Điểu” (Cien Pájaros): cada trazo de esta obra forma un ave, y en total se representan 100 pájaros, símbolo de la perfección.

Además, la casa guarda otros objetos de gran interés: la cama original del jefe de familia, tablas con caligrafías filosóficas que invitaban a mantener la mente serena, modelos de barcos mercantes, piezas de cerámica, jarrones y antiguas pipas de fumar.

                                   

En conclusión, la Casa Antigua de Tan Ky es una parada imprescindible si quieres descubrir cómo vivía una familia de comerciantes vietnamitas hace casi tres siglos. Es un lugar que no solo se ha conservado prácticamente intacto, sino que también transmite la profunda conexión entre la filosofía oriental y el arte del comercio en la Hoi An de antaño.


CASA ANTIGUA DE QUAN THANG

Casa Antigua de Quan Thang

En la calle Tran Phu, la misma donde se encuentra el Puente Cubierto Japonés, se alza la Casa Antigua Quan Thang, un auténtico tesoro que combina historia, arte y funcionalidad. Al igual que la Casa de Tan Ky, es un lugar ideal para apreciar cómo era la vida mercantil de Hoi An en el pasado, descubrir la arquitectura tradicional oriental y sentir la herencia cultural que sigue viva entre sus muros.


Si solo pudieras visitar una de las dos, yo elegiría esta, sin duda. Por cierto, el acceso está incluido en el Hoi An Old Town Ticket, del que hablé en otra entrada, y que puedes adquirir en los establecimientos que marco en mi mapa por 120.000 dong (unos 3 €). Si no dispones de este pase, la entrada cuesta 80.000 dong.

La casa fue construida en el siglo XVIII por Quan Thang, un comerciante y capitán chino originario de Fujian que se asentó en Hoi An. Desde entonces, la vivienda ha permanecido bajo cuidado familiar, y son ellos quienes todavía residen aquí y la mantienen abierta al público.

Se trata de una casa de dos plantas con entradas a dos calles, un diseño que facilitaba el comercio en una época en la que estas viviendas eran el reflejo de la prosperidad de las familias mercantiles adineradas. A diferencia de la Casa de Tan Ky, el estilo de Quan Thang es predominantemente chino: construida con robles de hierro y columnas asentadas sobre pedestales de mármol, techos curvos, buhardillas con tragaluz, cubiertas escalonadas y detalles ornamentales revestidos con porcelana china.

La vivienda está organizada en tres zonas principales:

  1. Zona comercial – situada en la fachada, donde se encontraban dos grandes mostradores de madera para exhibir mercancías.

  2. Zona residencial – el espacio privado de la familia, que incluía almacén, cocina y un altar dedicado a los antepasados y dioses.

  3. Patio central con tragaluz – presidido por un estanque con peces y un pequeño pabellón, enmarcado por delicados trabajos en madera.

En su interior podrás contemplar tallas de madera, cerámica china, tablas lacadas, muebles, camas y altares ancestrales. Si continúas hasta el fondo, llegarás a otro patio donde varias mujeres trabajan alrededor de un antiguo horno. Este detalle no es casual: todavía se honra la profesión original de la familia, el arte de hornear, ofreciendo al visitante una oportunidad única para viajar en el tiempo y presenciar los rituales cotidianos de una familia vietnamita de hace siglos.


MUSEO DEL COMERCIO DE CERAMICA

Nuestra siguiente parada fue el Museo del Comercio de Cerámica, en la calle Tran Phu, y debo confesar que lo encontramos casi por casualidad. Íbamos a pasar de largo, pero la fachada de la casa, junto con la presencia de turistas en el balcón de la planta superior, despertó nuestra curiosidad. Al comprobar que se podía entrar y que no nos pedían el Hoi An Old Town Ticket, decidimos explorarlo.

El museo ocupa una casa tradicional de dos plantas, construida entre 1858 y 1920, que conserva la estructura típica de las viviendas de comerciantes de Hoi An: un patio central con un estanque (que antaño albergaba peces de colores), una cocina y varias salas de servicio. A nosotros nos fascinó especialmente ese patio, tanto por la belleza del estanque como por el conjunto de celosías de madera que ocultaban discretamente las estancias a las que se accedía desde allí.

Entre los siglos XVII y XIX, Hoi An fue un puerto internacional clave en el centro de Vietnam, y la cerámica jugó un papel protagonista en su actividad comercial. Principalmente llegaban comerciantes chinos y japoneses, que traían porcelanas finas de China y cerámica esmaltada de Japón. Estas piezas eran muy codiciadas por las élites locales, los comerciantes chinos residentes en Vietnam y compradores extranjeros.

Al mismo tiempo, estos mercaderes adquirían en Hoi An cerámica utilitaria producida en la cercana aldea alfarera de Thanh Ha, para luego revenderla en lugares como Filipinas, Malasia, China y Tailandia. Así se cerraba un ciclo comercial que mantenía un flujo constante de bienes, cultura e influencias artísticas.

Dentro de la casa, puedes admirar vestigios de aquel intenso comercio marítimo, como mapas antiguos que ilustran las rutas de intercambio, vajillas, jarrones, tazas y pinturas cerámicas, fragmentos recuperados de barcos hundidos en la zona y también restos de hornos tradicionales, como los de la aldea alfarera de Thanh Ha.

La exposición está organizada en tres áreas: en la planta baja se muestran mapas, rutas comerciales y documentos históricos que explican el papel de Hoi An en el comercio marítimo; en la planta alta se exhiben muestras de cerámica clasificadas según su procedencia, incluyendo distintas regiones de China y Japón; y en el patio central se presentan piezas de gran tamaño, como tinajas y un horno tradicional.

Recorrer el Museo del Comercio de Cerámica no es solo disfrutar de la estética de sus rincones, sino también comprender por qué Hoi An fue durante siglos un centro económico y cultural de primer nivel. Un lugar donde templos, casas de mercaderes y un flujo constante de riqueza y arte crearon la identidad única que hoy todavía respira la ciudad.

ASAMBLEA CHINA DE HOI AN

Asamblea China de Hoi An

Unos metros más adelante llegamos a la Asamblea China de Hoi An (Hội quán Ngũ Bang), también conocida como Asamblea de las Cinco Regiones. Recibe este nombre porque fue erigida a mediados del siglo XVIII gracias al apoyo de comerciantes chinos originarios de cinco regiones principales: Fujian, Chaozhou, Guangdong, Hainan y Hakka





Salón Principal

Se trata de la asamblea más antigua de Hoi An y, en sus orígenes, funcionaba como un espacio de encuentro social, cultural y religioso abierto a todos, sin distinción de procedencia regional. En su interior se rendía culto a diversas deidades protectoras de marineros y comerciantes, entre ellas la Diosa del Mar (Mazu), así como a figuras del folclore chino como Thien Ly Nhan y Thuan Phong Nhi, símbolos de la visión y el oído divinos.


Es muy fácil de reconocer por su fachada azul y su techo de tejas curvas, aunque lo que más llama la atención es su puerta de entrada tallada en piedra, con muros azules y delicados relieves de dragones, fénix y otras figuras mitológicas. Tras cruzarla, se accede al patio principal, adornado con bonsáis que guían la vista hasta el salón principal. En este espacio destacan altares dedicados a Mazu y otras deidades comunitarias, además de maquetas de barcos tradicionales chinos que recuerdan la estrecha relación de la asamblea con el comercio marítimo. No hay que olvidar que sus fundadores fueron comerciantes cuya prosperidad dependía de la llegada segura de embarcaciones cargadas de mercancías, motivo por el cual buscaban la protección y el beneplácito de los dioses.

Entre sus tesoros se encuentran tres estelas de piedra que narran la historia de la asamblea y un trípode de hierro de más de 500 años ubicado en el centro del patio, símbolo de longevidad y fortaleza. Este lugar, más allá de su belleza arquitectónica, es un auténtico testimonio de la importancia de la comunidad china en la historia comercial y cultural de Hoi An.



ASAMBLEA CHINA DE FUJIAN

Asamblea China de Fujian

Vamos ahora a visitar la asamblea más grande de Hoi An, que ocupa casi 2000 metros cuadrados. Su historia es realmente curiosa: fue edificada por primera vez a finales del siglo XVII, pero al ser abandonada por los vietnamitas, fue comprada unos años más tarde por emigrantes chinos provenientes de Fujian, en el sur de China. Ellos la reconstruyeron y la adoptaron como asamblea, dedicándola a la Diosa Mazu, protectora de pescadores y marineros.

Para la comunidad de Fujian en Hoi An, esta asamblea se convirtió en un centro social, cultural y espiritual. Allí se celebraban ceremonias religiosas, festivales y se ofrecía asistencia mutua a quienes estaban lejos de casa.

Para entrar, necesitas el Hoi An Old Town Ticket, pero no te preocupes: esta asamblea vale totalmente la pena. Un consejo importante: las asambleas suelen abrir muy temprano, pero la mayoría cierra a las 18:00 horas, así que no la dejes para última hora o la encontrarás cerrada.

Su diseño sigue el patrón típico de las asambleas chinas, con tres espacios alineados:

Primer espacio: la puerta principal o Tam Quan.
Segundo espacio: el patio, la fuente decorativa, los pasillos este-oeste y la sala principal.

Tercer espacio: el patio trasero y una sala posterior.

La puerta triple es una de las más impresionantes de Hoi An. Está hecha de porcelana y tejas, con tres pasillos que representan el cielo, la tierra y la humanidad. La puerta central, con un enrejado rojo, solo se abre en festividades especiales. Está adornada con símbolos del yin-yang, soles, lunas y guardianes de piedra.

En el patio, frente a las escaleras que conducen al salón principal, encontrarás un gran fogonero de bronce, donde antiguamente se hacían ofrendas y peticiones. También hay diversas fuentes con representaciones de leones, bonsáis y un estanque que recrea la leyenda del pez Koi: la historia de una carpa que remontó el río y, como recompensa a su esfuerzo, se convirtió en dragón.



Estanque con la Leyenda del Pez Koi




En la sala principal se encuentran los altares dedicados a Mazu, flanqueados por las figuras de Thien Ly Nhan (ojos que ven a mil millas) y Thuan Phong Nhi (oídos que escuchan a mil millas). También se exhiben maquetas de barcos mercantes, algunos con ojos pintados, símbolo tradicional de protección en el mar.

La Diosa Mazu

Aquí es donde tomamos una de las fotos que más nos gustaron del viaje: en la sala principal, frente a la representación de Mazu, con columnas rojas coronadas con capiteles verdes y un suelo lleno de mosaicos geométricos. Una niña encendía una de las numerosas espirales de incienso rojo, de cada una colgaba una tabilla amarilla con deseos y plegarias escritos a mano… una imagen realmente imborrable.



Por último, en el patio trasero se encuentran más altares, aunque menos impresionantes que los del salón principal. Están dedicados a otras deidades, como la fertilidad, la riqueza, o a los famosos Seis Generales de Fujian, militares leales que lucharon por restaurar la dinastía Ming tras su caída y, al fracasar, huyeron con sus familias y se establecieron en Hoi An.


 


TEMPLO DE QUAN CONG

Seguimos nuestro paseo por la calle Trần Phú, donde se concentran muchas de las principales Asambleas y Templos de Hoi An. Justo frente al edificio del mercado, descubrimos un pequeño templo que, aunque más modesto en tamaño, no deja de ser realmente encantador. Pensábamos que tendríamos que usar el Hoi An Old Town Ticket, pero para nuestra sorpresa, la señora que custodiaba la entrada nos invitó a pasar sin necesidad de mostrarlo. Este templo se llama Templo de Quan Công.

Templo de Quan Cong

El templo fue construido por primera vez en 1653 por inmigrantes chinos que se establecieron en Hoi An, y está dedicado a Quan Công, un legendario general de la dinastía Han, venerado por su lealtad, integridad y justicia. Desde entonces se convirtió en un centro espiritual y moral para comerciantes. De hecho, se dice que los comerciantes chinos firmaban aquí sus contratos, porque nadie se atrevía a engañar bajo la presencia de esta deidad.

El complejo consta de cuatro edificios: un vestíbulo, las alas laterales izquierda y derecha, y el santuario principal. Su fachada es muy vistosa gracias a los paneles de colores que adornan la entrada. En el vestíbulo, alrededor de un pequeño patio decorado con bonsáis, encontramos armas ceremoniales, campanas y tambores.

El salón principal guarda la joya del templo: una estatua dorada de Quan Công, acompañada de dos caballos a tamaño real, que representan a sus fieles corceles: el blanco y el rojizo (Red Hare).

Antes de salir, no olvides detenerte a observar las pinturas de dragones y fénix que decoran las puertas de acceso al templo. Estos colores vibrantes y símbolos protectores custodian el santuario, cerrando la visita con una estampa que mezcla arte, historia y espiritualidad.

ASAMBLEA CHINA DE HAINAN

Asamblea China de Hainan

Seguimos caminando por la misma calle y nos encontramos con una nueva asamblea: la Asamblea de Hainan, una de las que más disfrutamos en Hoi An. Y es que no solo tiene historia, sino también vida, pues en su interior todavía hoy se elaboran máscaras y farolillos artesanales, y pudimos ver en directo cómo los confeccionan.

La historia de esta asamblea es, sin embargo, algo trágica. Su construcción se debe a la voluntad del Rey Tự Đức, cuya tumba más tarde visitaríamos en Huế. Todo se remonta a 1851, cuando se ejecutó a 108 comerciantes originarios de Hainan, acusados erróneamente de piratería. Años después, como muestra de arrepentimiento, el rey ofreció disculpas formales y en 1875 ordenó erigir esta asamblea en su memoria. Para ello, durante la década siguiente se trajeron los materiales directamente desde la propia isla de Hainan.

A diferencia de otras asambleas de Hoi An, su fachada es sencilla, de las menos espectaculares que vimos, con una simple puerta sobre pilares amarillos y letras chinas. Pero basta cruzar la entrada para descubrir un patio delantero sereno y armonioso, adornado con plantas cuidadosamente dispuestas y murales que evocan los barcos y el comercio procedente de China.



Murales



A los lados del patio se abren dos salas muy especiales. En una se encuentra un taller de farolillos, y en la otra un taller de máscaras tradicionales. Fue fascinante observar cómo los artesanos elaboran las máscaras: primero pegan capas de lienzo, luego les dan forma de rostro y finalmente las pintan, convirtiéndolas en piezas únicas. Si puedes, acércate y compra una, como hicimos nosotros; es un recuerdo auténtico, tradicional y muy especial.

 

En el centro del templo se levanta el Salón Principal, con un altar central y dos altares laterales. El altar principal, rodeado por numerosas lámparas rojas de incienso, destaca por una pieza de arte tradicional chino: un altar de madera lacada en rojo que simboliza los tres reinos: Cielo, Tierra y Mar. Aquí se rinde homenaje a los 108 comerciantes, reconocidos como mártires por el propio Rey Tự Đức. El altar lateral izquierdo está dedicado a los ancestros, mientras que el derecho honra al Dios de la Riqueza, reflejando así el deseo de prosperidad de los inmigrantes de Hainan.

Si tienes la suerte de estar en Hoi An en las fechas adecuadas, apunta esto: cada año, el día 15 del sexto mes lunar (aproximadamente en octubre, aunque la fecha varía) se celebra en el templo una solemne ceremonia en honor a los 108 comerciantes. Una ocasión especial para vivir de cerca las tradiciones más profundas de esta ciudad.




ASAMBLEA CHINA DE TEOCHEW

La siguiente asamblea no pudimos conocerla por dentro porque estaba cerrada, pero aun así nos cautivó desde el primer momento gracias a su espectacular puerta de entrada, ricamente elaborada y llena de colorido. Se trata de la Asamblea de Teochew, otra de las joyas del casco antiguo de Hoi An.

Al igual que las demás que habíamos visitado, esta asamblea cumplía la función de ser un punto de encuentro para comerciantes e inmigrantes, en este caso originarios de Teochew, en China, quienes encontraron en Hoi An un lugar para asentarse y mantener vivas sus tradiciones.

Asamblea China de Teochew

El templo está dedicado principalmente a Ông Bổn, la deidad protectora de las aguas y de los elementos marinos, a quien los comerciantes y marineros acudían a rezar antes de emprender sus viajes. Además, también se veneran aquí otras divinidades como el Dios de la Riqueza, reflejo de los deseos de prosperidad de la comunidad, y la Deidad de las Bendiciones y la Virtud, símbolo de armonía y bienestar.


CASA COMUNAL DE HOI AN

Dejamos atrás la calle Trần Phú y comenzamos a deambular sin rumbo fijo, disfrutando de los rincones más tranquilos de Hoi An. En nuestro paseo llegamos a la calle Lê Lợi, donde se encuentra la Casa Comunal de Hoi An, también conocida como la Casa Comunal del Elefante, nombre que recibe por los dos grandes elefantes que decoran su fachada y que llaman inmediatamente la atención del visitante.

Las casas comunales en Vietnam han sido tradicionalmente espacios de gran importancia social, pues en ellas se celebraban ceremonias y rituales vinculados a las divinidades protectoras del agua, al comercio y a la vida comunitaria. Hoy en día, esta casa comunal mantiene su carácter de lugar de encuentro, aunque con un uso más institucional: es sede de actividades municipales y escenario de actos culturales, entre ellos la ceremonia de bienvenida al primer grupo de turistas del año, una tradición que refleja la hospitalidad y el valor que Hoi An concede a quienes la visitan.


Casa Comunal del Elefante


TEMPLO DE BÀ MU

Y llegamos a uno de los lugares más fotografiados de Hoi An: el Templo Bà Mụ, famoso por su icónico portal de tres entradas que se refleja en un estanque, otorgando al conjunto una atmósfera casi celestial.

Templo Bà Mụ

El Templo Bà Mụ, antiguamente conocido como Cam Ha Palace, fue construido por primera vez en 1626, aunque en una ubicación distinta, y más tarde trasladado a su emplazamiento actual en la ciudad antigua de Hoi An. Lamentablemente, el paso del tiempo y los conflictos bélicos han dejado del templo únicamente su puerta principal, mientras que el resto del recinto no pudo sobrevivir.

Templo Bà Mụ

Hoy, la Puerta Tam Quan se erige como el elemento más emblemático. Exhibe un estilo arquitectónico tradicional vietnamita, con tejas y colores intensos —rojo, naranja y dorado— y está adornada con relieves meticulosamente trabajados que muestran motivos simbólicos tradicionales. Frente a la puerta se encuentra un estanque con lotos, que refleja y multiplica la imagen del portal, creando una escena perfecta para la fotografía y dejando una impresión duradera en todos los que lo visitamos.


GALERIA CULTURAL JAPONESA

El último lugar que visitamos lo descubrimos casi por casualidad. Nuestra intención inicial era recorrer la Casa Phung Hung, situada a pocos metros del Puente Japonés, pero como no aceptaban el Hoi An Old Town Ticket y el trato en la entrada fue bastante seco, decidimos probar suerte en la casa de al lado. ¡Y vaya acierto! Con la misma entrada de la ciudad antigua pudimos acceder a una auténtica casa japonesa, que resultó ser toda una joya.

Esta casa no solo pone en valor la arquitectura tradicional japonesa, sino que también explica, sala por sala, la importancia comercial que los japoneses tuvieron en Hoi An a lo largo de los siglos.

En su interior encontrarás varias estancias llamativas: un dormitorio, una sala con altar, e incluso un jardín japonés que transmite una sensación de calma y armonía. Además, hay exposiciones de origami, manga, y productos artesanales, y con suerte puedes participar en una auténtica ceremonia del té, experimentando de primera mano esta tradición japonesa.

Un consejo: no dejes de hacerte fotos en la sala de origamis, ¡es un espacio tan colorido y encantador que captura la esencia de la visita a la perfección!




ULTIMO PASEO POR HOI AN

Por la tarde habíamos contratado con una agencia local la visita a las ruinas de My Son, a unos 45 minutos de Hoi An, así que decidimos aprovechar las horas previas para perdernos un poco por la ciudad. Paseamos sin rumbo fijo, nos sentamos en algún rincón a observar la vida pasar, y disfrutamos de un paréntesis delicioso: una cerveza fría y un café de huevo helado, mientras contemplábamos el caótico y encantador trasiego de la ciudad.

Hoi An es una ciudad que se disfruta caminando. Sus calles, como Tran Phu, Nguyen Thai Hoc, Bach Dang o Le Loi, esconden pequeñas joyas en cada esquina: tiendas con artesanía local, restaurantes que invitan a probarlo todo, y cafeterías perfectas para perder la noción del tiempo. Cada paso es una estampa inolvidable, y cuando cae la noche, la ciudad se transforma: las luces de los farolillos se reflejan en el río y todo adquiere un aire mágico, casi irreal.



Para nosotros, Hoi An no es simplemente bonita por su historia o su arquitectura; es la magia que emana en cada rincón lo que la convierte en un lugar único. Cada paseo, cada callejuela, cada instante sentado a mirar la ciudad, deja una impresión imborrable. Hoi An es, sin duda, un lugar para guardar en la memoria y en el corazón.